"¿En qué momento lo supiste?", me preguntó. Yo le miré reflexionando un instante y contesté sin titubear: "En ese momento de la mañana temprana en el que abres los ojos y está todo en calma, y aún tienes tiempo de permanecer un poco más entre las sábanas, disfrutando de la satisfacción que se siente cuando recuerdas que, hasta ayer, has hecho todo cuanto pudiste hacer para estar en paz con los que te rodean y con tu conciencia. Sí, cada mañana que vivo este regalo, sin ninguna duda, sé que soy feliz."
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