No pretendo andarme hoy con florituras verbales para
intentar describir el concierto de anoche. Nada de lo que yo pueda escribir
haría justicia a la poesía que derrama este señor en cada nota que resbala de
sus labios, así que, tan solo quería hacer un pequeño apunte en este diario de
momentos que no quiero olvidar para que cuando me relea, quizás, en unos años,
me vengan al alma las sensaciones que me acompañaron en las más de dos horas y
media del concierto de Aute que compartí ayer con mi amiga Rocío.
Recordar que vivirlo con ella ha sido, como suponía, un gran
acierto, pues, no debo olvidar que mi primer contacto con su música fue de la
mano de ella. Por ahí sigue rodando aún el cassette aquel que me regaló con su
selección de canciones preferidas , que habría reventado con los años de tanto
escucharlo si no hubiera llegado el momento de pasarse a los CDs, el MP3 y los
pendrives. No puedo olvidar las tardes de estudio que se convertían en noche de tertulia en las
que destrozábamos ( más yo que ella, por supuesto) un “Al Alba” que hacíamos
nuestra y que en otras ocasiones me aseguró la sonrisa de mi abuelo, para el
que éramos las mejores cantantes del mundo cuando pasábamos a visitarlo en el
hospital, guitarra en mano, escapándonos de alguna tediosa clase en la
facultad.
Luego, llegó “Slowly”, que me devuelve a innumerables noches
en Almería revuelta entre las sábanas de
una cama donde los sonidos de dos se mezclaban con las melodías tornándolo todo
mágico, como en un sueño. Más tarde, una se despertaba y volvía a la realidad,
pero eso no importa, porque con el tiempo, la realidad se desvanece y lo único
que queda en la memoria es lo otro, la quimera.
Anoche al escucharlo en directo (que para mí era la primera
vez), me quedaba alelada a veces con la piel algo erizada porque más que nunca
sentí eso que siempre he pensado de Aute, que canta caricias. Y es que la
poesía que escribe es bella, pero si
además se recita con esa voz y ese buen
gusto que siguen imperturbables, entonces no queda otra que rendirse y
simplemente disfrutar. A pesar de
ciertos indeseables que mostraron su mala educación demostrando que maleducados
hay en cualquier rango de edad y a pesar de no estar en el auditorio más cómodo
del mundo, anoche disfrutamos de un
estupendo concierto antológico que me ha hecho levantar esta mañana con una
sonrisa en el corazón.
Agradecidas porque fuese un concierto de recuerdos, me
parece que es oportuno devolverle a Aute el detalle dejando aquí de muestra una
de las canciones nuevas, que, muy consciente de que el público que le
acompañaba se quedó probablemente bailando “Slowly”, comentó que seguramente no
la conoceríamos, pero que esperaba que dentro de algunos años también se la
pidiéramos en los conciertos. Yo la
escuché el año pasado en mi primera sustitución después de mi maldita época de
paro, de la mano de un compañero con el que compartí algunas horas muertas en
la sala de profesores viendo videos y comentando las anécdotas que él guardaba
de los conciertos a los que había asistido. Así que, una vez más, una canción
de Aute se convierte en la banda sonora de un recuerdo maravilloso, porque
aquella sustitución, aunque corta, me
supo a verdadera gloria.
Mi amiga está a punto de despertar, hoy es otro día en el
que tendré la suerte de su compañía así que no voy a gastar más segundos por
aquí, que por más que me guste enrollarme escribiendo en este blog, lo que más me gusta es lo que
viene antes de que escriba: vivir este momento.
Ella lo merece… y yo también.