Veintisiete de Agosto de 2011. Hace sesenta años que el mundo tiene la suerte de contar con mi madre. Cualquier día es bueno para darme cuenta de esto, pero, no podemos evitarlo, los números redondos nos resultan especiales. Eso de cambiar de década tiene un punto de relevancia y, por eso este año, la reunión para celebrar su cumpleaños debía ser algo memorable y así ha sido. También mi padre hubiera cumplido años ayer, así que, quiero pensar que estuvo presente disfrutando como todos de la fiesta en la que se convirtió su Refugio durante todo el día.
Piscina, paella, cuento, baile y barbacoa... Éste es el resumen de esta tarde de verano donde no podía faltar la magia que ponen los niños, por los que volvemos a creer en hadas, princesas y gnomos, y por los que nos pintamos de verde y purpurina si hace falta para sentir la misma felicidad que ellos, para ser otra vez un poco ellos.Cuatro generaciones fuimos ayer los personajes de un cuento. Fue EL SUEÑO DE UNA TARDE DE VERANO.
Erasé una vez un hada silvestre a la que le gustaba volar entre las flores y buscar sitios bonitos. Una tarde calurosa de Agosto encontró una casita en el campo que le pareció un lindo lugar para pasar un buen rato y decidió que sería mucho mejor si no estaba sola. Miró a su alrededor pero no vio a nadie con quien jugar, hasta que vio encima de una mesa unos libros de cuuentos. Al hada siempre le había gustado leerlos. Creía que conocía a todos los personajes y casi podía decir que eran sus amigos. Muchas veces había pensado que sería estupendo meterse en uno de esos libros y vivir aventuras en ellos. Empezó a mirar todos los cuentos y se imaginó entrando en alguno de ellos... Pero, ¿cuál?
De repente, pensó que en vez de elegir uno, sería mucho mejor si todos esos amigos pudieran salir de las páginas para hacerle compañia y jugar con ella en esa casita tan bonita que había encontrado. Le encantó la idea y se dijo:
"-Bueno, soy un hada: ¿Por qué no voy a utilizar mi magia para traerlos?"
Así que, sin pensarlo más, se subió a la mesa, en medio de todos los cuentos y agitó su varita invocando a todos los personajes:
-Para que hoy todos nos podamos divertir, haceros realidad y venid a mí.
El hada repitió estas palabras tocando cada vez un libro con su varita. Cerró los ojos y...,al volverlos a abrir, descubrió que por todas partes había seres venidos de todos los cuentos:
Shrek, Fiona, los ninjas Águila roja y Águila azul, Campanilla, Cenicienta, Bella, Yasmine, Pipi Calzaslargas, Pitufina, Gárgamel, una Pastorcilla, una Florecilla, un Apicultor, un Genio,un Gnomo,Spiderman...
Al principio, todos parecían extrañados de estar en un lugar que no conocían, pero en seguida reconocieron al hada y se dieron cuenta de que había sido ella quien les había llevado allí. Hasta Gárgamel, que suele ser un gruñón, se alegró de salir de su cuento, claro que, como era habitual, tuvo que protestar:
-A ver, ¿por qué me has molestado? Estoy muy ocupado intentando acabar con esos malditos pitufos.
Pitufina, que no estaba lejos de él, se escondió rápidamente detrás de Shrek para que no la viese y la cazase. Fiona, que la vio, en seguida se encaró a Gárgamel y le soltó una buena fresca:
-Mira Gárgamel, tengamos la fiesta en paz. Si estás aquí no vas a tocar a ningún pitufo. Si no, te las verás conmigo, ¿me oyes?
Gárgamel refunfuñó:
-Yo no tengo la culpa de ser el malo: Es mi trabajo...
El hada, que les había llevado allí para pasarlo bien, intervino:
-Escuchad: Hoy no hay buenos ni malos, solo quiero que hagamos una historia nueva en la que todos nosotros semos lo que queramos.
Así fue como a partir de ese momento, todos se divirtieron juntos: cantaron, bailaron, comieron, hicieron limonadas, adiestraron abejas y rieron de lo lindo hasta que la noche cayó inundando de estrellas el cielo bajo el que se encontraba aquella casita, aquel Refugio de Ángel donde el Hada les invitó aquella maravillosa tarde a hacerse amigos.
(pincha en la imagen para ver un pequeño montaje sobre lo bien que lo pasamos esta tarde)