Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención. Y si es el azar lo que ha hecho que aterrices con un click en este blog, bienvenido también: si llegaste y encontraste algo que te sirva, mejor.
Esta tarde he recibido un e-mail de uno de los clientes que subió al Ocean Cruiser durante el tiempo en el que he sido su comercial.
Era un 9 de Octubre y había tal niebla que no teníamos en mente hacer una buena caja... Pero lo que son las cosas, se me ocurrió vender el viaje aquel día como un "Viaje Misterioso" y la cosa funcionó. Por supuesto, animé a la gente a subir al barco a ritmo del "Magical Mistery Tour" de LosBeatles: La banda sonora perfecta... Y en el último viaje del día me enrrolé yo también, claro...
Pues, como os decía al principio, hoy uno de los clientes de ese viaje de fin de día de niebla densa me ha mandado un mail con un pequeño vídeo que grabó de mí cantando y bailando como una loca ese "Magical Mistery Tour". Me he alegrado tanto de recibir este pequeño recuerdo que no me resisto a colgarlo en mi ciber-cajón de recuerdos y sentimientos, así que aquí está. ¡Me encanta que un cliente se lo haya pasado tan bien que haya querido editar este minivídeo de ese momento y compartirlo con nosotros! Lo que te da el Ocean es eso: un rato agradable para los sentidos.Os recuerdo que el velero sigue partiendo todos los días y cada viaje es diferente.
Y, bueno, como a mí particularmente me fastidia mucho que me dejen las canciones a medias, os dejo también este otro vídeo. Hoy, más que nunca, es tiempo de soñar con un viaje de fantasía, algo que nos transporte a un sitio y tiempo mejor, aunque sea por unos minutos.
Bueeeeenoooo... ¡Por fin sabes de qué va lo del hilo rojo! Siento mucho no poder estar ahí para celebrar contigo y con los demás tu cumpleaños. Un cumpleaños que, por cierto, no tiene nada que envidiar a una boda gitana (desde el martes... y aún queda mañana...). Al menos, he podido participar de alguna manera. De todas las pistas que te hemos ido dando, la que más te descuadró es la mía... pero claro, es que no miraste del todo bien, la pista no era el gato, sino el ordenador, jajaja... El gato es más bien mi firma, ya sabes que me encantan, sobre todo mi Gea, a la que adoro. Así que te habrás quedado tranquila al ver que no se trataba de eso el regalo...
Como es lógico, en mi pequeña aportación no hay imágenes de la fiesta que estáis viviendo ahora, por eso, este post es para complementar el vídeo que monté el otro día para ti. Para que el recuerdo sea completo, no podían faltar documentos gráficos de este año, así que aquí tienes unas cuantas fotos del encuentro... Estoy siguiéndolo todo a través de what´s app! ¡Maravillosa tecnología! Un abrazo enorme. Espero que nos veamos pronto (eso significaría mucho para mí).
Y, recuerda que el regalo más importante que te da la vida es la conexión de esos hilos rojos. Esas "casualidades" que quizás no lo sean tanto después de todo. A parte de esto, por supuesto, no pierdas nunca ese puntito de locura que hace que la vida se vuelva más interesante, esa forma de ver las cosas que hace que cualquier momento sea mágico. Todos deseamos que la magia exista, pero después no creemos fácilmente en ella (Once upon a time), sin embargo, es tan fácil como respirar porque la magia la ponemos nosotros, es una actitud.
Aquí tienes otra vez, la fábula del Hilo Rojo, para que la disfrutes todas las veces que quieras...Dedicada a ti, porque hoy son tus momentos y tus hilos los que celebramos, pero dedicada también a todos los que, como tú, formáis parte de mi vida.
De gustos eclécticos, pero siempre con buen gusto. Y aunque seguramente, hoy por hoy, no será su preferiada, esta canción siempre me hace pensar en él. Anoche no podía conciliar el sueño, una vez más, y mis pensamientos esta vez han volado hacia una de las personas que más quiero en este mundo.
Pues no es que hable muy frecuentemente contigo. Ahora no vivimos demasiado cerca, pero, en realidad, siempre ha sido así. Y sin embargo, recuerdo que, cuando algo verdaderamente importante me ha pasado, he necesitado contártelo a ti. No sé porqué, pero aun teniendo otras personas con quien desahogarme (y de hecho así lo he hecho), cuando te he contado a ti algo, ese día, mi corazón se ha sentido más aliviado. ¡Uy, y pelear, tela! ¡Vaya, desde que éramos niños! primero por unas cosas y después por otras, pero hasta en el peor año de nuestra relación, yo nunca he dejado de quererte con locura. si tuviera que hacer una lista de recuerdos, no tendría tiempo en un año entero para terminarla, pero tengo algunos que me remueven por dentro cuando, como anoche, pienso en ti. Seguramente, al contártelos te acuerdes tú también, pero cada uno tiene una percepción distinta de los momentos vividos, incluso esa percepción varía con el paso del tiempo, así que, en cierto modo, cada vez que te recuerdo es un nuevo recuerdo.
Tu cicatriz de la espalda... Recuerdo un sofá con un estampado verde, recuerdo el cristal roto de la ventana con el que te hiciste esa herida, recuerdo que jugábamos de alguna manera que no debíamos y caiste contra él. No recuerdo los detalles, pero sí recuerdo el miedo, el puro terror que sentí al verte sangrar. Ni siquiera estaba presente, pero recuerdo cómo se me encogió el alma el día que te quedaste dormido al volante y sufriste aquel accidente. Recuerdo una tarde que te invité al cine... la excusa para contarte un problema. unos días que nos quedamos solos en casa (no recuerdo ahora porqué), me empeñé en que perdieras unos kilitos y cociné para ti... ¡Qué bien me sentí!. Una clase de aparcar que me diste: Pensé que tenía que haber sido papá, pero agradecí que, al menos estuvieras tú. El día de tu boda, creo que ha sido la primera y única vez que me he emocionado en una boda. La angustia que pasé durante más de un año por no tenerte en mi vida...Una mañana desesperada que te llamé desde Alcalá de Guadaira: Ni siquiera te llegué a contar exactamente lo que me pasaba, pero lloré a gusto y me hacía falta... En fin, ya ves... Además de salvar mi ordenador de vez en cuando, hay muchas más cosas en las que estás hasta cuando no estás.
No es el mejor momento de nuestras vidas, esta maldita crisis no ha pasado de largo en nuestra familia y yo no me siento capacitada para ayudarte en nada, ni siquiera soy capaz de acudir a una comida familiar porque mi estado de ánimo es tal que me da miedo acabar en una discusión porque tengo esa tendencia de descargar tensiones con vosotros cuando no estoy bien por dentro. Fea costumbre, sin duda, pero supongo que muchos me entenderán. Con nadie más que con la familia puedes descargar furia, rabia e impotencia sabiendo que, pase lo que pase, no llegará la sangre al río...Pero no es justo, así que ahora mismo estoy en plan ostra en su concha por no acabar otra vez haciendo este tipo de cosas. Pero no estoy tan aislada como para no preocuparme por ti. De hecho, si tan mal me encuentro es porque el mal de uno en esta familia, afecta directamente a los demás. Si mi situación es buena, la tuya mejorará sensiblemente... Pero ahora, ha ocurrido justo lo contrario. Y tengo miedo, ¿sabes? Pero hoy, a pesar de todo, ha salido el Sol y he decidido que iba a estar igual de jodida sentada junto al mar que metida aquí en casa, así que me he ido un rato a la playa, con el cacharrito éste y me he puesto a escribir estas líneas. No pretendo con ellas ni siquiera darte ánimos. Me parecería, en este momento, hasta hipócrita porque no soy capaz ni de animarme a mí misma. Lo único que quiero es decirte que TE QUIERO. Que no importa que no nos comuniquemos mucho para que yo sienta que no sabría qué hacer sino supiera que estás ahí. Es como este mar: Puede que no baje todos los días a verlo, pero me basta saber que está ahí por si lo necesito. ¡Qué locura he sentido cada vez que he tenido que vivir lejos del mar, siendo consciente de que no podía tenerlo! Pues lo mismo, contigo. Así es mi cariño. Y así es, escribiendo, como ya sabes, la única manera en la que me expreso con comodidad. No elejimos ser hermanos, pero sí que decidimos querernos. ¡Es una suerte tener tu cariño!
Pues hoy todos algo tristes... Anoche fallecía Miliki. No hace falta ninguna presentación. La familia Aragón volvió a España de Cuba en 1973, el año en que yo nací, para convertirse en "Los Payasos de la Tele" para todos nosotros. Crecimos con ellos, cantamos y aprendimos y, sobre todo, sonreímos, siempre sonreímos. Al poco tiempo de empezar a disfrutar en España del circo en televisión Fofó murió, aunque los niños solo supimos lo que Gabi nos contó: ¡Que se había ido voluntario al cielo porque allí había muchos niños que también necesitaban reirse y cantar! Después, se fue Gabi con él y ahora... bueno, ahora se nos va Miliki y creo que a todos se nos encoge un poco el corazón porque es como si perdiésemos un poco otra vez aquella infancia que ya hace tiempo que dejamos atrás. Si algo bueno se puede sacar el día que muere alguien querido es que todo el mundo echa mano de la caja de recuerdos. Hoy todo el mundo ha recordado esta parte de nuestras vidas en la que Los Payasos pusieron la banda sonora a ritmo de zapatones. ¡Qué suerte haber vivido esos años! ¡Qué suerte haber tenido esas tardes de sábado, las primeras en blanco y negro, después en rojo y azul! ¡Menudo Circo se va a montar desde hoy en el cielo! Segurito que cuando se encuentren al doblar la esquina o en el café, allá entre las estrellas, se saludan como tantas veces les hemos oído hacer... ¡Hola Don Pepito! ¡Hola Don José!
Las obras quedan... Lo mejor de ser artista es que una parte nunca se va, las canciones siempre mantendrán vivo ese recuerdo y otras generaciones seguirán disfrutando lo que nosotros ahora estamos recordando. Sé que comparto con mucha gente este mismo sentimiento: Gracias.
Y como en menos de un mes ya están aquí las Navidades, me adelanto, como el Corte Inglés, recordando como Gabi, Fofó y Miliki, compartieron esos momentos con todos los niños de España.
No sé dónde escuché o leí hace poco que si nos obligaran a vivir boca a bajo, en un principio nuestro cerebro lo percibiría todo del revés... Obvio, estaríamos boca abajo... Pero si permaneciésemos en esta posición durante tres días, nuestro cerebro adaptaría la manera de percibir el mundo siendo ahora esta percepción la que tomaría como normal... Y lo más asombroso es que para que la percepción de esta realidad fuese concebida como la normal, nuestro cerebro solo necesitaría tres días...
Tres días. ¡Cómo lo que puedes tardar en colocar tus cosas después de una mudanza! Pues sí, se ve que aunque nos empeñemos en martirizarnos cuando nuestro mundo cambia a peor, fisiológicamente estamos preparados para adaptarnos a las nuevas circunstancias más rápidamente de lo que nos creemos. Todo lo demás es masoquismo. No digo con esto que por adaptarnos vayamos a ser felices (esto sinceramente creo que requiere un ejercicio algo más profundo), pero al menos, nuestra vida puede seguir sin mayores problemas de una forma satisfactoria desde el punto de vista funcional. Bueno, hay innumerables hechos experimentales que ratifican esta teoría, en algunas ocasiones podrían hasta ofender nuestra sensibilidad, pero la pura verdad es que ninguno nos escapamos de haber experimentado este hecho, para bien o para mal. ¿Cuánto tiempo llevamos sufriendo esta maldita crisis económica? ¿No os da ya la sensación que lo normal es vivir bajo el yugo de los recortes? No digo que no deseáramos todos que no fuese así, incluso nos movilizamos y protestamos y nos indignamos y pataleamos y lloramos... Pero, nos hemos acostumbrado. Desgraciadamente, ya no me sorprenden las noticias, aunque sienta pavor ante las situaciones que estamos soportando y escuche con desagrado que alguien se ha suicidado ante el inminente desahucio de su casa, si me pilla la noticia almorzando, confieso que la comida me pasa del gaznate con el gesto torcido, pero sin mayor problema. Hasta cuando lo que ocurre nos afecta directamente somos capaces de interiorizar la situación como normal para poder sobrevivir. Por favor que nadie me entienda mal, yo creo que esta capacidad no es más que el instinto de supervivencia, cuando creemos que no podemos soportar más calamidades, nos demostramos que sí que somos capaces, la única manera de soportar un día más sin darnos un tajo en las venas es asimilar la situación y adaptarnos a ella. Solo así recuperamos el control y somos capaces de afrontar la dificultad a la espera de una situación ambiental más favorable.
Yo creía que mi vida estaba ya encaminada de una manera más o menos estable, creía haber encontrado la manera de ser feliz volcando toda mi pasión en mi trabajo... No hace mucho escribía en este espacio cómo mi profesión era el viento para mis velas. Tras muchos devenires en los que mi vida emocional me ha traído no más que sinsabores, me adapté a la situación apartando de mí tanta decepción y centrándome en lo que sí dependía exclusivamente de mí. Amé mi trabajo por encima de todas las cosas y conseguí, por primera vez en muchísimo tiempo, sentir paz. Con mis días buenos y con mis días malos, pero os aseguro que estaba en paz por dentro. Y, de repente, mi mundo tranquilo se hace pedazos en medio de esta tempestad. He creído morir de pena cuando los temores de no trabajar este año en un instituto se hicieron realidad al llegar Septiembre, Octubre... Pero también para mí funciona esta capacidad cerebral de adaptación, así que supongo que estoy condenada a sobrevivir. La cuestión es tener una ilusión, por pequeña que sea, para seguirla como a una luz en la oscuridad. Lo malo es cuando te equivocas de luz, que a mí me ha pasado. Alguien que parecía especial llegó a mi vida recientemente y dejé que abriera la caja de Pandora de mis emociones, pensando que, si este año el trabajo no me haría feliz, quizás lo harían unos besos nuevos, una nueva amistad con la que compartiría ratos agradables con los que desconectar por unas horas de la abrumadora realidad. Pensé que con eso cargaría pilas y estaría fuerte para ver algo de color en este mundo en blanco y negro que de nuevo tenemos que empeñarnos en pintar. Pero esa luz ha sido una falacia, tan fugaz que solo sé que existió porque otra vez he sentido el dolor del vacío, la sensación de ser timada que estas cosas siempre me han causado.
Pero ahí están los tres días otra vez... He hecho el idiota, me he puesto en ridículo con estúpidos intentos de querer agarrarme a lo que no debía, he llorado por esta estupidez y por todo lo que se ha roto de mi planeta, pero tras tres días de pura desesperación, mi cerebro ya posiciona todo en su justo lugar. La situación se normaliza dentro de mi ser y sin poder decir, como ya comentaba al principio, que soy feliz, lo que sí puedo decir es que estoy en condiciones de sobrevivir. Voy a tirar para adelante, con mis días buenos y con mis días malos, pero con la certeza absoluta de que yo voy a ser una de las que sobrevivan en este medio hostil. ¿Cuál será la luz de ilusión a la que me agarre esta vez? Bueno, creo que en este momento he caído en la cuenta de que hay algo que me hace seguir... La curiosidad. Ayer, mi adorada Gea, a la que no le falta de nada en casa y más mimos no puede recibir por mi parte, encontró la manera de salir por una ventana hasta la calle con el consecuente conato de infarto para su dueña, lease yo, cuando no acudía a mi llamada y, al buscarla desesperadamente en casa, vi que había roto la mosquitera de la ventana, por la cual se dio a la fuga. Gracias a Dios, conseguí encontrarla sana y salva una planta más arriba de mi apartamento; la muy tonta no paraba de maullar lastimosamente al sentirse perdida, pero la cuestión es que esta gata, cada vez que tiene la ocasión, me protagoniza una Fuga de Alcatraz gatuna... A pesar de no saber qué encontrará fuera y por más que la experiencia le haya ya demostrado unas cuantas veces que en casa se está calentita y segura, lo lleva en los genes, le puede la curiosidad.Y yo ayer, tras el susto de perderle y que le pasara algo, me pregunté qué es lo que hace que estos animales sean tan dados a aventurarse a lo desconocido, como si no valoraran la estabilidad... No sé, supongo que también hay algo de mágico y atractivo en lanzarse al vacío sin red. Creo que ya va siendo hora de mirar un poco las cosas así. A mí me pica la curiosidad por saber qué me espera más allá de esto. Creo que mi ilusión ahora mismo es poder escribir en este blog algún día futuro que amaina la tormenta, que las aguas vuelven a ser calmas y que mi barco navega otra vez con rumbo definido, pero mientras tanto, voy a intentar descubrir qué de bueno puede haber entre tanto oleaje de incertidumbre. Ayer fue en mi clase de inglés, una compañera, al terminar la clase, me dijo que le parecía una tía con mucho ímpetu, muy alegre, con mucho desparpajo hablando en inglés. Yo pensé: "Madre mía, si tú supieses cómo estoy por dentro", pero también me alegré de que el simple hecho de estar en la clase, me animara tanto que se reflejara tan sinceramente en mí, tanto, que una desconocida tuviera la necesidad de darme su admiración. Me recordó mi alegría. Aún está ahí.
Puede que Laura Branigan dejara que le robasen su autocontrol, pero yo no estoy dispuesta a perderlo por más de tres días.