Gracias, Gea. Gracias por estos
casi quince años en los que has sido mi compañera. Gracias por
este último
esfuerzo para estar conmigo un último año más. Porque de alguna manera sé que
te has quedado conmigo, aun estando ya muy cansada, porque mis lágrimas y mi
cariño no te dejaron irte la primavera pasada. Mi amor, esta vez me ha costado
también la misma vida verte nuevamente dejar de comer y he intentado de nuevo
hacer algo más para que remontaras, pero no ha sido así. En los últimos días, a
pesar de nuestras visitas a la veterinaria, sus intentos por hidratarte y mi
confianza en que eso sirviera para que volvieras a querer comer, te has ido a
un rincón y no has querido ni mi compañía. Supongo que tenía que ser yo ahora
quien te devolviera el favor y darte permiso para descansar de una vez.
Me ha costado mucho tomar la
decisión de dormirte para siempre. Perdona porque no te he podido dejar ir sin
llorar demasiado mientras veía cómo la sedación te iba haciendo efecto. Espero
que pudieras también entender mis palabras que te decían una y mil veces lo
mucho que te quiero y que era tu momento de marchar sin importar lo triste que
el momento fuera para mí. Siempre he creído que me entendías más de lo que
pudiera yo imaginarme, así que quiero pensar que, en estos momentos, también me
has comprendido.
Hace unas horas, aún estabas aquí
y me debatía sobre si estaba haciendo realmente lo correcto. Curiosamente,
después de tres días sin querer estar junto a mí, cuando en mi desespero te he
preguntado en voz alta si querías irte, si de verdad era ese tu deseo, te has
puesto en pie y te has acercado para rozar por última vez tu frágil cuerpo
contra mi mano. He querido interpretar tu gesto como una afirmación a mi
pregunta. Tal vez no haya significado eso, tal vez no haya significado nada,
pero, Gea, ojalá que sí.
Te voy a echar mucho de menos.
Pensaba que teniendo a Tiza y a Mayo esto iba a doler menos,
pero no es cierto.
Ahora no dejan de venir a mi mente un montón de recuerdos contigo. Mi “gata
interina”, me has acompañado en todas las aventuras que la docencia me ha hecho disfrutar en cada pueblo en que me ha tocado trabajar y vivir por algún tiempo. Las
dos adaptándonos a todas esas casas de alquiler, las dos disfrutando de volver
a nuestra casa luego. Sin duda, gracias a que venías conmigo echaba de menos el
hogar, porque tú eras ese hogar.
También he recordado aquel tiempo
sin trabajo en el que tan mal lo pasé. Muchos días no quería salir de la cama,
pero estabas tú, tenía que cuidar de ti y soy muy consciente de que, en más de
un
momento, fuiste mi tabla de salvación. Nunca fuiste especialmente sociable,
lo sabemos muy bien, pero, tal vez por eso, cuando buscabas mi cariño era
todavía más importante. Solo conmigo te has mostrado así. Me siento afortunada
de haber sido tu mamá humana y de que, poco a poco, me devolvieras el cariño
que yo te quise dar desde que llegaste a mi vida. Fuiste el regalo de una amiga
seis meses antes de
comprar nuestra casa. No te esperaba si quiera, pero te quise
desde que entraste aquella noche en mi habitación y nunca dejaré de quererte.
Te llevo tatuada en mi piel, parte de ti cuelga ahora sobre mi pecho, pero en
el lugar más importante del que nunca te alejarás será de mi corazón.
GEA, DIOSA DE MI TIERRA, has iniciado tu viaje a ese
mundo de sueño infinito escuchando mis palabras entrecortadas por el llanto,
pero quisiera que allá donde estés lo que te acompañe no sean mis lágrimas, sino la no menos infinita
gratitud y el no menos infinito amor que te tengo.
GEA, DIOSA DE MI TIERRA, hoy he levantado un pequeño altar para recordarte, aunque no sea necesario para hacerlo, porque tú te lo mereces. Mi “flaquita”, TE ADORO.
No son más silenciosos los espejos ni más furtiva el alba aventurera; eres, bajo la luna, esa pantera que nos es dado divisar de lejos.Por obra indescifrable de un decreto divino, te buscamos vanamente;más remoto que el Ganges y el poniente, tuya es la soledad, tuyo el secreto.Tu lomo condesciende a la morosa caricia de mi mano. Has admitido,desde esa eternidad que ya es olvido,el amor de la mano recelosa. En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño.