Hace un par de meses el departamento de Matemáticas del IES Alpujarra de Órgiva, donde estoy teniendo el placer de trabajar este último trismestre del curso, proponía a los alumnos un concurso de microrrelatos cuyo tema debía ser el número pi. Los profesores también podíamos participar, aunque como es evidente en calidad de colaboradores, que los premios de verdad son los que la imaginación de los chicos merecen. Ocurriendo en aquellos días la luctuosa muerte de Abel Martínez, compañero interino que perdió la vida a manos de uno de sus alumnos, no pudo ser de otra manera que, al querer ser una de las profesoras participantes, todo cuanto se me ocurriera fuera en torno a este hecho que tanto me ha impactado.
Hoy se han publicado en el centro los microrrelatos ganadores y el mío dedicado a Abel ha sido el elegido entre los de los profesores. Sirva pues nuevamente de escusa para recordar una vez más lo que nunca debió haber ocurrido y, sobre todo, sirva para recordar su persona.
D.E.Pi. (por
Abel Martínez)
Parecía que su grito se
perdería en el infinito, demasiado lejano para encontrarlo, demasiado remoto
para escucharlo. Nos lamentamos al pensarlo, pero el cabalista nos dijo que el
infinito está en pi, que todo cuanto existe o ha existido está en pi. Y
por eso, pudimos ver más lejos de su irracional muerte, más allá de aquel
infinitesimal instante, por encima de aquel dolor de cifras interminables. Por
más incomprensible que nos parece, al menos sabemos que continúa siendo, ahí
donde cabe todo, donde todo cobra sentido: Abel está en pi.