Quedan menos de cinco horas para que "nos den las uvas". Estoy esperando a mi madre que se viene esta noche conmigo y después de poner al día mi blog de aula y desearle feliz entrada de año a mis alumnos no podía dejar de entrar aquí a hacer lo propio.
No voy a escribir esta vez "un quijote" como siempre me pasa porque tengo "cosillas" que preparar y se me echa el tiempo encima, tan solo desear lo que creo que todos deseamos, a ver si a fuerza de desearlo todos a la vez lo conseguimos, sería genial: mi primera uva, enero, es que no lleguemos a febrero sufriendo aún esta maldita pandemia. Que la vida vuelva a ser la de antes, va a ser imposible, sobre todo si me paro a pensar en todos aquellos que hoy tienen que lamentar alguna pérdida por esta enfermedad, pero, al menos, que volvamos a despertar sin que haya más noticias en las que nos den cuenta de aún más desgracias.
Los que me conocéis, ya sabéis de sobra cuál será el deseo de otras de mis uvas, como es natural, pero ni lo voy a mencionar porque la incertidumbre de los nuevos cambios que se avecinan ya han conseguido subirme la tensión durante unos días e incluso me fastidió las ganas de Noche Buena, así que hoy, ahí se queda...
Y las demás, pues sinceramente, lo único que verdaderamente deseo es que mi corazón siga sintiéndose tan afortunado de contar con tanto amor, que a veces lo damos por sentado, pero no está mal, de vez en cuando, pararse a valorar que nada más lejos de la realidad y que debemos apreciar más este hecho. En este sentido, aunque muchas veces digamos que la familia es lo primero, creo que es lo primero que sufre de esta tendencia nuestra de dar por sentado que van a estar ahí, así que entono el mea culpa y dedico este post en el que pretendo hacer un poco de minfulness y tomar conciencia de la gran suerte que tengo.
Y, bueno, a parte de esto, hoy me siento especialmente agradecida de la visita que recibí ayer de manera algo inesperada de mi amiga Mª del Mar. Puedo decir, sin lugar a dudas, que esa visita ha sido mi mejor regalo esta Navidad. Ella sabe porqué.
Al levantarme ayer, me fui a caminar antes de que ella llegara y el día amaneció tan espectacular en el mar que me acordé de los paseítos en barco, así que decidí regalarle uno de esos ratitos sobre la sal. Fue una horita muy agradable en su compañía y creo que lancé por la borda algunas estúpidas preocupaciones que me han angustiado últimamente. Amiga, GRACIAS.
¡¡¡FELIZ 2022 A TODOS LOS QUE
ME QUEREIS!!!
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