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domingo, 31 de enero de 2016

A VECES SUEÑO CON RESPIRAR SIN MIEDO

Post al más puro estilo de desahogo... A veces me pregunto cómo he llegado a volverme tan desconfiada, pero la respuesta es obvia. Y es que no han pasado más cabrones (sin diferenciar en el sexo) jodiendo a mi familia porque no ha habido más tiempo. Llevo unos días desquiciada, susceptible, iracunda y pagando con quien no debo lo último que nos está tocando vivir. Y esto, sin duda, es lo peor, que encima, con este bendito carácter que tengo, en vez de tener consuelo en la gente que me apoya o que me puede hacer algún bien de algún modo, boicoteo esta posibilidad y me quedo aún peor de lo que estaba. No puedo pedir más veces disculpas. No serviría de nada. Pero lo siento, lo siento de veras.

Debería  ser capaz de dejar al margen lo que está pasando y que no afectara al resto de mi vida, pero es que, ¡siento tan impotencia...! Nuevamente el alquiler de nuestra casa de campo se ha convertido en una pesadilla. Y ya tenemos para escribir un libro y la secuela... 

Si no la alquilamos es presa de ladrones, que en la tercera ocasión, sin nada más que poder llevarse,
arrancaron las rejas de hierro de las ventanas, causando los destrozos oportunos. Y si la alquilamos (por necesidad, siempre por necesidad), tenemos un imán para los indeseables: unas "señoras" que lo destrozaron todo metiendo allí a veinte perros y que se fueron dejando a deber una factura kilométrica, un par de chicos extranjeros por los que nos preocupamos (mi madre, claro) como si fueran hijos, y que nos plantaron de marihuana el baño de la piscina, acabaron hasta con el último vaso de cristal de la casa... y que también se fueron debiendo dinero, ¡no faltaba más!, dejando las llaves bajo una maceta (al menos devolvieron la llave)... para qué enumerar más. Desgraciadamente los únicos buenos inquilinos se tuvieron que marchar muy a nuestro pesar. Los primeros porque tuvieron que padecer uno de los robos. Los segundos por enfermedad. Y, sin embargo, los indeseables okupas que tenemos ahora, mucho me temo que no se van despegar de allí tan rícamente. Estafadores. Padre e hija que se ganan la simpatía y confianza de mi madre y que abusan de su bondad infinita, porque mi madre es así. A nosotros nos falta y nadie nos perdona una deuda, buscamos el dinero donde haga falta para no deber. Entre otras cosas, del alquiler de la casita. Pero ahí están ellos, que al segundo mes ya vienen con el cuento de que han tenido un problema con no sé qué coño de sus cuentas y mi madre que les comprende y espera... cuatro meses llevan ya sin pagar. A la espera de que finalmente se agote el tiempo de seis meses de contrato para no renovarles y que se larguen, al menos que no generen más gastos en concepto de consumo de agua, luz y demás, que para hacer la casa más atractiva al alquiler, cada vez nos cuesta más, entre internet, alarma de seguridad y más vainas.

Pues llega el momento de los seis meses y, no solo nos encontramos con que no pagan, sino que han tenido la desfachatez de presentar una denuncia contra nosotros por supuestas irregularidades que, desde luego, no son tales. Y encima, advierten que si mandamos a alguien por allí, que tienen armas... Hay que ser hijos de puta. Por supuesto que ya nos han tranquilizado al respecto, pero lo que está claro es que nos vemos involucrados en poner una contra denuncia y a dar inicio a un trámite de desahucio  que, ni es de buen gusto, ni es gratis. Y, lo peor de todo: a saber cuánto se alargará la historia. 

Mi hermana me ha dicho hoy que le han mandado un burofax a la firmante del contrato de alquiler para hacerle llegar una propuesta y no tener que llegar a iniciar el trámite, pero, sinceramente, no tengo ni pizca de confianza en que vaya a servir de nada. Así que, yo ya he preparado lo poco que puedo enviarle a mi madre para colaborar en el pago del abogado y del procurador con quienes tendremos que llevar a cabo los pasos oportunos. Es lo único que puedo hacer además de sentir cómo me hierve la sangre. Y, lo siento mamá, no soy capaz de estar tranquila y seguir con mi vida como si nada porque me imagino cómo te tiene que estar afectando a ti y a mi hermana que lo estáis viviendo aún más de cerca. Sé que si estuviera yo en lugar de mi hermana a tu lado no haría más que empeorar las cosas, pero eso no significa que me alegre de no estar. Lo cierto es que me reconcome la frustración de no poder hacer nada,

Pues  nada, así están las cosas... No, ya no me sorprende ser como soy. No me acuerdo dónde se quedó aquella chiquilla que todo lo veía claro, recto y sin sombras. No me acuerdo ya de la última vez que creí a alguien sin dudar de si me mentía o si había dobles intenciones en sus palabras. Y lo más triste es que desconfiar tampoco te asegura estar a salvo. Solo hace que no disfrutes de ninguna relación con ninguna persona. No sé ya el rato que llevaba llorando antes de ponerme a escribir esto, porque, desde luego, yo no soy de esas personas a las que siempre admiraré por seguir siendo lo que eran a pesar de todo lo malo que les haya pasado en la vida. Yo llevo el piloto rojo de alarma encendido casi todo el tiempo, martilleándome la cabeza hasta el insomnio.

A veces sueño con dejarme caer en unos brazos, aunque solo sea por un instante, y respirar sin miedo...

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