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lunes, 24 de agosto de 2015

SOBREVOLANDO EL PALMAR

¡Estoy hecha polvo! Pero ha sido un día tan estupendo que antes de descansar voy a hacer un último esfuerzo y voy a dejar aquí la pequeña muestra que sirva de recuerdo, como siempre. 

La verdad es que todo el fin de semana ha sido "guay", quizás porque ya me debo ir despidiendo por ahora de divertirme hasta que termine el p... examen de inglés, que ya no queda nada ... ¡¡Argggg!! El viernes tuve un día de playa muy "natural" en Cabo Pino, con mi amiguísima y a la noche, nos fuimos a "pecar" al Castillo Sohail, porque comer las delicattesen en cartuchitos que degustamos en el evento de vehículos reconvertidos en cocinas y terminar con ese "peazo" de gofre con nata y Nutella..., eso, eso, señores, es pecar, jajaja, pero, oye, ¡no pude ser más feliz poniéndome "morá" mientras escuchaba musica de los Beatles, que por si fuera poco gozo el entorno que ofrece el castillo y lo original de los "restaurantes", encima, el ambiente musical era retro. Vaya, me faltó arrancarme a bailar como una loca, pero mis tacones en el suelo inestable del lugar me obligaron a ser prudente, lo cual, sin duda, mi amiga agradeció.

El sábado, como no podía ser de otra manera, hice sesión doble de walking, que si bien no sé si sería suficiente para compensar la sobredósis de calorías de la nocha anterior, al menos, acalla la conciencia. Luego "spa", eso sí, porque yo lo valgo. Y luego, a dormir temprano para poder madrugar hoy...

Cinco de la mañana. Hora de enfundarme la ropa de deporte, echar las cosas de la playa al coche y esperar a mi madre. Me la llevo al Palmar de Vejer para darle mi regalo de cumpleaños. Ha sido una paliza de coche, ¡ufff!, pero ha merecido la pena. A las nueve de la mañana estábamos ya esperando para volar en Paratrike. Las previsiones meteorológicas no se han cumplido, por lo visto, y por poco el viento hace que no podamos despegar. Ha habido un momento en que ya estaba pensando que habíamos hecho el viaje para nada, pero, al final, ha podido ser y lo hemos disfrutado un montón. ¡Qué cortito se ha hecho! Yo me hubiera quedado allí arriba un buen rato más. Me da pena no haber hecho un vídeo desde las alturas, pero es que era la cámara o yo y, sinceramente, he preferido disfrutar a conciencia de esos minutos maravillosos. Y mi madre igual. Eso sí, desde abajo nos hemos grabado mutuamente para que quede constancia, que casi en seguida parece que ha sido un sueño.

Además, cuando el día continúa con más cosas, al final parece que lo que hiciste por la mañana ya es cosa del pasado... La cuestión es que esta breve excursión al Palmar ha servido de excusa para echar un ratito también con mi amiga Aurora a la que siempre me alegro de ver. Lo que me da pena es no haber tenido este verano la oportunidad de pasar un par de días juntas, pero bueno, hoy no ha faltado unas cañitas, un paseito playero y una sesión de fotos para que no olvidemos estos pequeños encuentros que no dejan de ser grandes. 

Nos despedimos de Aurora y Paco y ponemos rumbo a Vejer de la Frontera. Hemos decidido hacer algo de turisteo en ese pueblo tan hermoso repleto de rinconcitos encantadores y donde deberíamos comer más de cuarenta veces para probar todos los sitios que nos han llamado la atención. Al final, hemos elegido un restaurante encantador junto al mirador donde se nos ha hecho la
boca agua. Nada mejor que comer bien antes de ponernos de nuevo en la carretera para volver a Málaga. A pesar de tanto kilometraje, lo cierto es que, en esta ocasión no se me ha hecho demasiado pesado. Iba con mi madre dándome palique y muy, muy a gusto por un día tan perfecto. Ella ha disfrutado, sobre todo, lo sé, de pasar el día conmigo, y yo más por haber acertado con mi regalo. Te quiero mamá.

El postre lo hemos reservado para la despedida, así que al llegar a Benalmádena, nos hemos ido a una heladería del Arroyo de la Miel y hemos acabado a la italiana. ¡Mmmmm, buenísimos! 

Con la sonrisa que te deja un buen día en la cara, aún me han quedado ganas de darme mi caminata diaria y, ahora, por fin, tras la ducha de rigor, estoy cómodamente repantingada en mi cama con el oredenador sobre las piernas para dar cuenta de toda la jornada. Por cierto, aún sonrío.

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