De nada
sirve tratar de ver las cosas como las ve la otra persona renunciando a tu
propia opinión solo por mantener a flote algo que crees importante. Lo cierto
es que si eso sobre lo que se opina es ni más ni menos que las bases sobre las
que sientas tu relación con esa persona, poco se puede hacer si no se está de
acuerdo sin discusión. En determinadas circunstancias puede que funcione
durante un tiempo, pero tarde o temprano, todo caerá como un castillo de
naipes, y probablemente la fuerza que haga que esa endeble estructura se derrumbe
seas tú mismo, por el agotador esfuerzo de luchar contra tus propios ideales.
Adaptarse siempre a
lo que los otros quieren puede proporcionarte quizás la satisfacción de
ser considerado entre esos todos la mejor compañía, pero cuando nadie se adapta
a lo que necesitas tú, te sientes solo entre la multitud. Rodeado de gente que
ha exprimido tu corazón sacando de él lo mejor que tenía y dejando una piltrafa
a la hora de reponer sus jugos. ¿Valió la pena entonces? Te adaptaste tanto a
veces que quedaste deformado, quizás ni le encuentres sentido ya a aquello que
fueron tus valores, quizás hasta te parezca que eres el único culpable de la
demolición, exagerado, fuera de lugar, histérico, malpensado…
Te angustias
por creer que no llevas razón… pero… párate, respira.
Respira una
y otra vez con profundidad y hallarás que respiras por primera vez en mucho
tiempo sin
una losa sobre tu pecho, porque el instinto de supervivencia actuó
rechazando aquellos sentimientos que eran impostados, ajenos a tu cuerpo.
Descubrirás que por mucho que puedas añorar la presencia de quien necesariamente
ahora te extirpaste, ganas en recuperarte a ti mismo. No es ya una cuestión de
dignidad, es más básico, es dejar de sentir ahogo, dependencia. Es abrir la
puerta a tu propio yo. Cargado de defectos, pero los tuyos, no los que otros
puedan poner en ti.
Respira otra
vez. Cuenta las respiraciones de paz que se abren camino hinchando tus
alveolos, son las primeras, pero no serán las últimas. Disfruta de tenerte otra
vez, porque en definitiva eres lo único que importa.
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