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lunes, 30 de abril de 2012

MUJERES AL BORDE DE UN ATAQUE DE BIELA


ARACENA
Sábado, nueve de la mañana. El plan vital empieza por un buen desayuno casero y tomar carretera hacia Aracena para visitar la Gruta de las Maravillas  y pasear por el pueblo. Comer en un buen restaurante, previo tapeo de buen jamón de jabugo mojado con buen vinito. Compraríamos algunos recuerdos y alguna paletilla y volveríamos a Paterna pasando por Berrocal para disfrutar de las fiestas de las cruces… A la noche, cena en casa y copa por Paterna.
Sí, éste era el plan…
Lo cierto es que el desayuno fue bien. La carretera que elegimos para llegar a Aracena fue algo movidita, pero con un paisaje espléndido, lleno de contrastes y mi mareo fue cosa de un ratito.
Llegamos justo a tiempo para la visita a la Gruta de las Maravillas, que realmente es una maravilla, aunque lo mejor, sin lugar a dudas, fue el guía: Rafael (que vale más por lo que calla que por lo que cuenta). Se nota que ama la Gruta. Entre sala y sala, a nosotras sí que nos contó lo que no se dice en las explicaciones…; Irene casi deja su ADN en el fondo del gran lago adosado a un chicle mascado; Mariluz tuvo un ligero percance con una estalactita de aspecto fálico cuando Rafael comentó que pasábamos a la sala de los desnudos… Y es que este tema siempre altera las pulsaciones, somos así de viscerales… Desgraciadamente no pudimos tomar fotografías de tan peculiar incidente, porque dentro de la gruta no permitían usar cámaras (eso sí, tal y como nos contó Rafael, con comprensible indignación, poco le importó al alcalde de Aracena el daño que las cámaras podían hacer a la conservación de la gruta cuando la cuestión fue grabar películas de cine que le dejaron una buena suma de dinero al consistorio). Pero no os preocupéis, como comprobaréis si seguís leyendo, que no haya documentación gráfica de esta visita no va a desmerecer el reportaje que el día nos acabó aportando. En realidad, la visita a la gruta será al final lo de menos en nuestra aventura… Pero no adelantamos acontecimientos.
Nuestra siguiente parada fue en el museo del jamón. (Hay  que decir, para ser sinceros, que realizamos la visita porque nos ofrecían al final una degustación de jamón de bellota, que si no, hubiéramos ido, sin perder el tiempo, directamente a atacar al jamón por nuestra cuenta al primer bar, pero bueno, nos alegró, al fin y al cabo, aprender algo más sobre este preciado manjar nuestro.)
Tras la visita al museo, y con el primer bocado abriendo el apetito, tomamos unas tapas y buscamos después un buen restaurante para degustar otras delicias de la comarca. Realmente nos pusimos las botas y fuimos atendidas por un camarero muy eficaz que además demostró conocimientos de atención al cliente (seguro que fruto de los cursillos de formación a los trabajadores que tan positivos son para la mejora del rendimiento de las PYMES); primero, nos sirve la bebida, después, unas aceitunas y la ensalada y, cuando ya nos tiene entonadas y contentas, nos dice:  “Ahora vengo y os comento que hay un problemilla…” Es imposible trasmitir su tono, quizás fuera el vino que hacía su efecto, pero nos pareció de tal sutileza y elegancia la manera en que nos dejó caer que no íbamos a estar del todo satisfechas, que consiguió justo todo lo contrario. Por esta razón también es parte importante de nuestra historia y tiene un lugar en el reportaje del día.
Al término de la comida, con chupitos y fotos con nuestro atento camarero, nos dispusimos a dejar nuestros pingües ingresos en otros locales de la villa para colaborar, en estos tiempos de crisis, con el mayor número de trabajadores posible. Así, visitamos y compramos artesanía donde pudimos. Nos llamó la atención una tienda donde vendían figuras hechas con alambre y velas que olían a miel y frutas; tuvimos que esperar a que abrieran y lo hicimos en la tienda de la competencia… Nos dio un poco de apuro, pero así son las cosas, no podemos contentar a todos… Bueno, Irene compró un pin (menos da una piedra). Por fin vimos abrir al dueño de la tienda y casi lo obligamos a vendernos los suvenirs, porque el buen hombre se iba para un bautizo y no tenía intención de atender al público esa tarde. Le compramos algunas velas perfumadas y algunas de esas curiosas figuras y nos recomendó la mejor confitería del pueblo para nuestra merienda. Después le dejamos marchar. Las siguientes compras no podían ser otras que ibéricos. Mª Carmen se llevó dos paletillas, no está mal. Dejamos nuestras adquisiciones en el coche y aprovechamos para hacer hueco en la tripa, puesto que la siguiente parada sería la pastelería recomendada, la de más solera del lugar, de hecho fundada en 1875: Rufino. Y, tan así es que, de camino a la misma nos encontramos con otros peregrinos a esta templo del azúcar. Tuvimos la suerte de poder degustar nuestros dulces en el edificio del antiguo Casino, reconvertido en un salón privado de té, o algo así.
Por ahora, bien, ¿verdad? Pues sí, el día estaba siendo igual de maravilloso que la gruta que visitamos. Nos despedimos de Aracena y tomamos rumbo a Campofrío con destino a Berrocal. Solo que, al salir de Campofrío, en el Km 18, Mariluz notó que el coche hacía un ruido extraño y…
Sí, como ya os imagináis, aquí empieza la odisea de la biela.
Vimos un bar en cuya puerta había aparcada una grúa, así que  no encontramos mejor lugar para pedir ayuda, si hay grúa, habrá mecánico… Ésa fue la brillante deducción de nuestra fenomenal conductora.
Bueno, no solo había un mecánico, sino todo un regimiento de audaces camioneros prestos a ayudar a unas pobres damiselas en apuros. Claro que la cosa se vuelve peliaguda cuando tal elenco de caballeros están más borrachos que cubas. En cualquier caso, acudieron solícitos a auxiliarnos y diagnosticaron de un solo vistazo que el mal del vehículo era una biela; vamos, no cabía ninguna duda.
Mariluz llamó a la compañía de seguros para que nos asistieran en el percance, pero la solución que aportaban era del todo insatisfactoria. Nos daban a elegir entre un taxi que nos llevara a paterna, mientras una grúa se llevaba el coche hasta Almería donde será reparado, puesto que Mariluz y Mª Carmen son de allí, o un taxi que las llevara a Almería, pero nada de pasar antes por Paterna, donde mi hermana y yo teníamos que volver y ellas tenían su equipaje… Tampoco se prestaban a proporcionarnos un coche de sustitución, lo cual hubiera sido más barato para la compañía y más cómodo para nosotras.
Imaginaos nuestra indignación… Menos mal que todo esto nos pasó estando las cuatro juntas y así, la verdad  es que, este follón se ha convertido en unas horas de risas y un motivo para escribir una historia.
¿Cómo se solucionó el tema? Ahí va la cosa:
1º_ Llega la grúa tras tres cuartos de hora de espera. (Hay Que señalar que todo el día ha estado el cielo encapotado, pero, como mucho, ha chispeado un poquito; sin embargo, en el momento en el que el señor de la grúa tenía que mirar el motor, cayó todo el diluvio universal en cinco minutos).
2º_ Al dar parte al seguro del diagnóstico final de la avería, Mariluz le saca los colores a la teleoperadora por la poca vergüenza que han tenido al dar esta miserable solución.
3º_ Conclusión: Mariluz se va con el tipo de la grúa hasta Minas de Río Tinto con el coche a remolque y en busca de un transporte que nos llevara de vuelta a Paterna por nuestra cuenta.
4ª_ Mientras, las demás nos quedamos en el bar con los camioneros (o machos ibéricos en celo) intentando sortear de la mejor manera las tentativas de ligarnos a base de copas y coplas (que hasta cante jondo tuvimos).
5º_ Al cabo de un rato indefinido en el tiempo, pero que se hizo casi infinito, Mariluz vuelve al rescate con el “gruero” en su coche particular y con la noticia de que habían conseguido, no sin esfuerzo, que un taxista nos llevara  a Paterna  (100 € del bolsillo de Mariluz).
6º_ Por fin, viene el taxista, que a buen seguro se habrá regocijado de nuestra desgracia porque dudo que el pobre hombre se imaginara al comenzar el turno que tendría una carrera de 100 pavos.
El camino de regreso, tras recoger nuestras pertenencias de nuestro vehículo, ha sido un continuo rememorar de todo lo acaecido durante las últimas horas. Nos hemos reído hasta el último minuto y hemos decidido que esta aventura no podía quedarse solo en nuestra memoria, así que, aquí estoy, dando buena cuenta de todo lo ocurrido y colgando para vosotros y para nosotras este pequeño montaje para que podamos sonreir con la historia otra vez.
Por mi parte, solo quiero añadir que me siento agradecida por haber pasado este día en tan magnífica compañía. Yo, que habitualmente no me enfrento con muy buen humor a las vicisitudes del camino, hoy he tenido la oportunidad de reírme con las afrentas del destino. Sin duda es más fácil, cuando compartes con otros los problemas, transformarlos en una aventura excitante, pero,  de todos modos, si no fuera porque hay gente con el carácter de Mariluz, esto no sería posible. Ojalá fuera yo un poquito más como ella. Sé que no voy a cambiar mucho porque ya se sabe que la cabra siempre tira al monte, pero intentaré recordar este momento la próxima vez que me surja una dificultad.
En fin, sigue siendo indignante lo de la compañía de seguros, por cierto es AMA, y, por supuesto, se tendrán que enfrentar a una reclamación que Mariluz pondrá en la oficina de consumo en cuanto llegue a Almería, pero ésa es otra historia y será contada en otra ocasión.

5 comentarios:

  1. FANTASTICO!!!!!Un honor haber compartido esta aventura con vosotras , os quiero chicas!!!!...y al búho también!!!!

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  2. Yo aún no se donde estoy... me he quedado en el km 18... pero con la mejor compañía posible: vosotras y el búho!! Gracias florecillas sois únicas!!! Y la próxima....

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  3. Sois increibles!!! Capaces de terciar inconvenientes en alegria y salero :-P Chapó por ustedes!!!

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