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sábado, 30 de mayo de 2015

LATIDOS DE MAGIA

Iba a pasar el día estudiando, pero... pensé que me vendría bien relajarme un poco antes y me bajé a la playita de Salobreña; luego, he pensado que para concentrarme mejor debería tener la casa recogida y limpia, así que me puse a barrer y fregar; después ya era la hora de comer... Ahora ya he encendido el ordenador, algo es algo, pero me he acordado de que aún no había publicado aquí el último relatillo que he mandado a concurso, así que me he dicho, "¡bah, si no voy a tardar nada!". Y aquí estoy, gastando minutejos con otra es
cusa más... ¡Es que estoy ya muuuuuuu harta del inglés, de verdad, muy harta!

En fin, el tema del concurso son las bibliotecas. Y, una vez más lo de ganar es secundario, en esta ocasión el tema me llevó a pensar en mi padre y, por supuesto, no me resistí a dedicarle el relato. Mi madre y mi hermana se emocionaron cuando se lo leí, así que ya he ganado.

LATIDOS DE MAGIA



Hace ya tiempo que no puede escuchar su voz. Sus ojos hace ya mucho que no brillan para iluminarla. Los recuerdos infantiles quedan  demasiado remotos como para aferrarse a ellos y de la juventud en la que la acompañó tan brevemente guarda el vacío de la estupidez adolescente que la alejó de  sus consejos, de su consuelo. 

Sin embargo, entra en su Templo de Historias y la vulgar realidad se desvanece.  Siempre ocurre, nunca es defraudada, aquella estancia no entiende de muerte, solo sabe de latidos de la magia. 

                 Cada vez que inspira el cuero de su  sillón gastado de tanta lectura reposada y al dejarse  envolver por  las palabras de su biblioteca, siente su abrazo; cuando la embriaga la tinta del papel que él acariciaba con la ternura del que ama, siente su amor; desdoblando una vez más las esquinas de páginas marcadas,  lo nota, puede cerrar los ojos y gustar del tacto que antaño la arrullaba con igual delicadeza. Incluso, a veces, un escalofrío la recorre al pasear la mirada por los antiquísimos lomos de aquellos libros que él atesoraba, sonríe al recordar, como si de un tesoro pirata se tratara, porque ellos también la miran. La miran y le susurran el camino para encontrarlo.  Está en cada fábula, en cada relato, en cada viaje que comience al abrir uno de ellos, al final, siempre al final, cuando la felicidad se mezcla con la melancolía, en ese brevísimo instante podrá encontrar a su padre.


Y, ahora sí, vamos a estudiar inglés...

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