Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención.
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domingo, 26 de marzo de 2017

Y UN MES Y MEDIO DESPUÉS...

...Aquí estoy. Empezando a verle color a una recuperación lenta y dolorosa. De los muchos foros en los que me metí al principio, cuando dudaba de que fuera normal tanto sufrimiento, hubo uno en el que leí unas frases que resumen a la perfección todo este proceso: "Una semana horrible, una semana mala y un mes de molestias". Por fin estoy en el final del mes de molestia. Y probablemente va a ser molesto algo más, según me han dicho en mi última revisión, pero desde luego, comienzo a hacer una vida más o menos normal y, ¡Dios!, ¡cómo se agradece poder volver a hacer un poco de ejercicio! Esta semana ya me he dado mis primeras caminatas, si sobrecargar el ritmo, eso sí, pero las he hecho. Incluso hay días que parece que ya está todo bien, aunque si salgo a comer fuera me vaya con mi cojín en la mano, no sea que me toque una silla dura... Conducir lo llevo peor, trayectos cortos y almohadillados también... pero, bueno, hasta a la playita me he ido ya a aprovechar los días de calorcito y sentir el sol y el mar sanándome por fuera y por dentro.

En algo me he tenido que entretener todo este tiempo en casa y, como de tele me he saturado y para leer o escribir, no he estado muy concentrada, me ha dado por cocinar. Experimentar con la alimentación vegetariana, buscando las alternativas que más fibra me aportaran: todo por la causa. No voy a volverme vegana porque no voy a renunciar a mis espetos de sardinas, al queso o al jamón, pero, lo cierto es que, como con el tiempo, cada vez he ido comiendo menos carne casi sin pensarlo, profundizar un poco más en una alimentación saludable en la que no me falte de nada, me ha parecido un buen pasatiempo. Y así, he elaborado últimamente bizcochos sin azúcar, sin huevos, sin lácteos que han quedado de muerte; una tarta de batata, totalmente vagetariana también, que ha hecho las delicidas de todo el que la ha probado; unas albóndigas de calabaza con salsa de ciruelas y manzana que me he inventado sobre la marcha; cremas de verduras de todos los colores y los próximos inventos que ya tengo en la cabeza... Creo que estoy comiendo mejor que nunca en mi vida, je, je, je. Debería ponerme a pasar las recetillas a la sección que para estas cuestiones abrí hace mil años y que está bastante olvidada, todo hay que decirlo, pero es que realmente tengo que echarle ganas a sentarme delante de la pantalla. 

Me parece que mi parte intelectual está bastante vaga desde hace ya mucho. Solo tengo ganas de ejecutar, no de reflexionar. O al menos, no reflexionar por escrito, porque está claro que, siendo quien soy, lo de aparcar la cabeza no es una opción. Lo que pasa es que, a veces tengo la sensación de que, si no lo escribo, no se vuelven reales los pensamientos, sobre todo los que acaban siendo una paranoia y me complican la vida. 

Creo que haberme tenido que centrar en mi recuperación y que lo único importante fuera si me dolía o no, si iba al baño, cómo y cuándo, ha hecho que el resto de mis preocupaciones se hayan quedado a buen recaudo, bastante más atrás del segundo o tercer plano y ahora, estoy muy tranquila, disfrutando de las cosas más sencillas que uno pueda imaginar, que hace a penas una semana no podía hacer y hoy, de repente, ya puedo. Ser consciente de la evolución favorable da una tremenda felicidad. 

El médico me ha ampliado la baja en vista a mi lenta cicatrización, así que podré disfrutar algo más de este exilio de la rutina laboral, la cual, como ya sabéis, este año está siendo especialmente dura y que ha sido el detonante para acabar pasando por quirófano. Disfrutar de la tranquilidad, que aunque a veces se me tornen los días aburridos, he de reconcer que ha sido un bálsamo para mi mente. Y ahora que ya puedo hacer cositas, disfrutar de estos días de primavera loca, en casa con mi gata, que también ha tenido que pasar por el bisturí en estos días, pero que, como una campeona, sigue aquí conmigo; y en la calle, cuando se puede, paseando por la playa, que es ahora cuando más bonita está, sin tanta sombrilla plantada y pudiendo escuchar en silencio las melodías del rompeolas y el rebalaje. 

Estoy intentando en estos días  cargarme al máximo mis baterías porque tengo que volver y, aunque ya será solo cuestión de un par de meses lo que me quedará de curso, hay que echarlo y no quiero que lo que me queda por vivir allí me vuelva a afectar hasta hacerme perder mi paz interna. Me siento fuerte, la verdad, aunque un poco de miedo a que no sea más que una ilusión también tengo, para qué nos vamos a engañar...

En fin, aún queda algún tiempo para comprobarlo. Mejor será, como decía, dejar de escribir, porque al hacerlo, estoy materializando estos fantasmas. Mejor voy a pensar en ir preparándome la cena y en planear el día de mañana, que si hace bueno, me volveré a dar mi paseo revitalizante y mi bañito de sol.