Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención.
Y si es el azar lo que ha hecho que aterrices con un click en este blog, bienvenido también: si llegaste y encontraste algo que te sirva, mejor.

domingo, 29 de noviembre de 2015

LOS SIETE PUNTOS MÁGICOS DE CHICLANA

Me propongo visitarlos todos. Y, para empezar, esta tarde ya he descubierto el primero. Ha sido una
tarde inesperádamente agradable y, desde luego, con este marco aún más. No sé si será magia o qué, pero en este momento me siento muy agradecida por esas casualidades que ocurren a veces que hacen que todo gire 180º y hace que una semana que empezó entre llantos se termine con una sonrisa gigante. Tampoco sé si la magia dura o es cuestión de un instante, pero bueno, aunque sea una estela fugaz, esta noche me siento verdaderamente bien.


“Caminante, desde aquí tus ojos contemplan hoy el mismo escenario que hace tres mil años contemplaron los fenicios y eligieron para construir su famoso Templo a Melkart (hoy Castillo de Sancti Petri). Tú disfrutas ahora de este espectáculo único que tanto los fenicios como Aníbal y Julio César pudieron ver al atardecer durante los equinoccios de primavera y otoño cuando el candente disco solar se ponía justo en la vertical del Santuario de Hércules antes de que, según sus creencias, se apagaran las aguas del Atlántico con estruendosos chirridos.”

 Así que, tras esta puesta de sol en este lugar mágico no queda otra que tener una buena semana. Quién sabe lo que puede ocurrir a lo largo de ella, quién sabe... lo que sí sé es que tengo ganas de descubrirlo. ¡A por ella!

Y, como la mágia es más grande cuando se comparte, os deseo a todos buena energía para empezar el lunes.

domingo, 22 de noviembre de 2015

¿QUÉ TÍTULO LE PONGO A ESTO?

¡Qué impotencia, de verdad!

 Se me pasará, claro, no me queda más remedio, pero ahora mismo estoy tan cabreada que me como las paredes. Aunque nunca he necesitado mucho dinero para sentirme feliz, ahora mismo daría lo que fuera por tener el suficiente para tener una casa con el espacio adecuado para conservar tu biblioteca, entera, con lo que tiene valor y con lo más absurdo. Tu biblioteca que eres tú, tu biblioteca que es cómo el mar, que aunque no lo visite todos los días, necesito saber que está ahí para cuando necesite olerlo. No son cada uno de los libros, no se han enterado, ni se van a enterar. Sus razones, sus razones. Sus prisas. Ya lloré por tus discos, por mis momentos contigo entre ellos, y ahora ya sé que tampoco me va a quedar lo que sentía muy nuestro. No eran los libros, era la biblioteca, porque yo sé el orgullo que tú sentías de ella y porque me enseñaste a amar la lectura entre esas estanterías atestadas. Que a veces, papá, no sabía cómo hablarte, pero allí siempre había una escusa para hacerlo. Tanto pragmatismo me asquea. ¡Qué fácil es decir que lo importante es llevarte en el corazón! ¡Ya! Pero hay un columbario en el campo donde yo no te encuentro. Pero sí te encontraba en los discos y en medio de esa habitación, aunque fuera un par de minutos cuando voy a ver a mamá. Pero ella cree que abrazar un árbol da energía, y no entiende que hay energía allí para mí. Ella no entiende que esa es una cuestión de fe para mí, la que debería entender más que nadie lo que es creer en algo que no sé ve. ¡Cómo te echo de menos está noche papá! Porque sé que tú sí lo entenderías. Y ni siquiera estoy allí para pelearme, lo he hecho por teléfono, y con mi hermana, y lo siento porque no puedo vivir sin ella, pero es que me siento traicionada.

Todo este rato que llevo escribiendo sin aire porque me ahoga el llanto, no dejo de pensar en el libro de tapas verdes... Las rimas y leyendas de Bécquer. Espero que, al menos, ése se quede conmigo. Tiene gracia que sea un romántico el primer libro que compartimos de tu biblioteca y que fuera uno de mis preferidos sin saber que también fue uno de los tuyos. Yo te regalé un cuadro con una de las rimas un día del padre y tu me regalaste el resto. ¡Ay, papá, cuanto, cuanto te echo de menos!

sábado, 7 de noviembre de 2015

SINTIENDO EL VIENTO

Pasiones. No hay ninguna otra cosa que pueda asegurar más a cerca de mí: que mi corazón se guía por las pasiones por más que, en tantas ocasiones, quiera atender a las razones. Y me rindo, así soy, si es malo algunas veces, también es bueno otras tantas. Mejor que el que me quiera sepa poner en la balanza lo que hay y decida si le compensa. De la misma manera lo hago yo y, con la mano en el corazón, confieso que no me arrepiento de nada. Al final, si me equivoco, no será por haber ido en contra de mís sentimientos. Y si alguna vez me siento veleta, pues veleta soy, ¡qué le voy a hacer!, giro en pos de la fuerza de esas pasiones, no puedo ir contra el viento. El viento manda y, tal vez, no sea veleta, sino que soy el propio viento. Y, sea lo que sea, ni la veleta ni lo que la mueve mienten, solo cambian de dirección porque no hay nada inmutable sino el propio cambio. Ser coherente, sencillamente, es aceptarlo así, comprender que la única verdad es la del instante presente.

Hoy sopla un fuerte vendaval, un levante con fuerza arrebatadora que huele a sal y que moja de mar. Vuelo ahí dentro, sintiendo el vértigo en las entrañas, pero sin miedo. No temo caerme porque conozco sus tiempos. Paradoja estar siempre tan espectante siendo tan conocido el viaje. Quizás ésa es la variable que hace de ese viento el más arrollador de los que me mueven.

Tal vez, el viento me vuelva a hacer golpear contra vetustos acantilados. Tampoco lo podré evitar, la naturaleza, mi naturaleza, así lo contempla. Pero no hay más que decir, lo acepto, no sé vivir feliz sin dejarme llevar por mis pasiones, no sé estar mucho tiempo en calma, mi paz está en el caos, qué sé yo... solo que debo dejarlo soplar, rugir, existir. 

He perdido mucho tiempo y mucha energía intentando encerrar el viento. No quería que me despeinara, ni que me arrugase las ropas. Sin embargo, ahora que me rendí, veo la belleza de mi cabello enrredado y de mis vestidos rasgados. Así que, adelante, que me arrolle, que aquí estoy, dispuesta a volar... siempre a volar.