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miércoles, 6 de mayo de 2015

LOS OJOS DE SELENE

Ojú, pues me estoy animando a concursar con microrrelatos, resulta que es divertido, o al menos a mí me divierte. Por otra parte es toda una proeza para mí sintetizar en pocas líneas algo de lo que escribo, que lo mío siempre ha sido y es enrrollarme como una persiana... En fin, hasta escribiendo algo corto, es aún más breve el formato que piden. Mirad si no éste. Al leer las bases por encima entendí 500 palabras y después han resultado ser 500 caracteres, ¡incluyendo los espacios! Lamentable en lo que he tenido que dejar el texto, jeje, pero bueno, como digo, me ha proporcionado un buen entretenimiento. A algunos les da por hacer sodokus, a mí, pues... me da por esto, ¿qué le vamos a hacer?


LOS OJOS DE SELENE (versión completa)



Se pensaba inmune. Había lamido los múltiples nombres que antaño le otorgaron y se había perdido en los textos que de ella le hablaban; merecía su admiración por la huella de  misterio que tras sí dejaba, la merecía por su belleza blanca capaz de esconder tantas oscuridades. Sin embargo, nunca pensó que tales hechizos traspasaran la literatura, la ficción de las mentes románticas.
Así, sin mayor protección que la osadía del que nada teme, avanzó más allá del crepúsculo, esperó a la hora embrujada y se sentó junto a la orilla de su playa. Al poco vislumbró su reflejo contorneándose sinuoso sobre las tranquilas sales. Sintió un pálpito en el pecho, caliente, punzante, incrementando su ritmo al tiempo que sus ojos se alzaban para contemplarla.

¿De qué clase de espejismo estaba siendo presa? Su nívea redondez se desfiguraba, era simplemente un astro, ni siquiera era legítima su luz, tan solo rocas que alguna vez fueron arrancadas de la propia roca que él habitaba. Nada más que un punto insignificante en la inmensidad del orbe. ¡No eran posibles aquellas formas que lo hipnotizaban! 

Pero cruzó su mirada con otra mirada, estaba seguro de que unos grises iris se dilataban ante él mostrando el camino hacia un abismo infinito e inevitablemente sentíase arrastrado hasta el centro mismo de esa pupila selénica. 

Supo que no vencería en la lucha por resistir, por lo que tan solo expiró creyendo que sería la última vez que lo hiciera en este mundo. Se dejó caer esperando tal vez ser acogido en la femeneidad que aquella Chia de los muiscas, aquella Quilla de los incas, aquella griega Selene, aquella Luna para él le tendía con sus brazos insistente, con paciente premura. 

Sintió la caricia cálida de su luz gélida,  se dejó invadir por el aroma del mar que la acompañaba, dejó que recorriera todas sus entrañas, cada centímetro de su ser fue de ella en aquel plenilunio estival. Y ya nunca fue como antes. Había viajado de la mano de aquella diosa a través de todas sus opresiones, había descubierto un camino secreto a través de su desierto de lamentos y le había mostrado el oasis de ternura que aún vivía en su alma. Ahora sabía que aquella isla existía, que no moriría en el naufragio de su cinismo. Los ojos de Selene le demostraron que él era capaz de amar de nuevo.

LOS OJOS DE SELENE (versión micro)

 
Lamió múltiples nombres que antaño le otorgaron, se perdió en textos que de ella hablaban; merecía admiración pero nunca pensó que tales hechizos traspasaran la ficción de los románticos.

Mas su mirada le mostraba un abismo infinito y cayó arrastrado al vértice de esa pupila selénica. Sintió la calidez de su luz gélida, se dejó recorrer en aquel plenilunio estival. Todo cambió.

Viajó con aquella diosa destruyendo sus opresiones, descubrió el sendero en su desierto de cinismo. Podía amar de nuevo.

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