Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención.
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miércoles, 4 de marzo de 2015

LOS MISMOS NAIPES POR FIN SE CAEN



De nada sirve tratar de ver las cosas como las ve la otra persona renunciando a tu propia opinión solo por mantener a flote algo que crees importante. Lo cierto es que si eso sobre lo que se opina es ni más ni menos que las bases sobre las que sientas tu relación con esa persona, poco se puede hacer si no se está de acuerdo sin discusión. En determinadas circunstancias puede que funcione durante un tiempo, pero tarde o temprano, todo caerá como un castillo de naipes, y probablemente la fuerza que haga que esa endeble estructura se derrumbe seas tú mismo, por el agotador esfuerzo de luchar contra tus propios ideales. 

Adaptarse siempre a lo que los otros quieren puede proporcionarte quizás la satisfacción de ser considerado entre esos todos la mejor compañía, pero cuando nadie se adapta a lo que necesitas tú, te sientes solo entre la multitud. Rodeado de gente que ha exprimido tu corazón sacando de él lo mejor que tenía y dejando una piltrafa a la hora de reponer sus jugos. ¿Valió la pena entonces? Te adaptaste tanto a veces que quedaste deformado, quizás ni le encuentres sentido ya a aquello que fueron tus valores, quizás hasta te parezca que eres el único culpable de la demolición, exagerado, fuera de lugar, histérico, malpensado… 

Te angustias por creer que no llevas razón… pero… párate, respira. 

Respira una y otra vez con profundidad y hallarás que respiras por primera vez en mucho tiempo sin
una losa sobre tu pecho, porque el instinto de supervivencia actuó rechazando aquellos sentimientos que eran impostados, ajenos a tu cuerpo. Descubrirás que por mucho que puedas añorar la presencia de quien necesariamente ahora te extirpaste, ganas en recuperarte a ti mismo. No es ya una cuestión de dignidad, es más básico, es dejar de sentir ahogo, dependencia. Es abrir la puerta a tu propio yo. Cargado de defectos, pero los tuyos, no los que otros puedan poner en ti.
Respira otra vez. Cuenta las respiraciones de paz que se abren camino hinchando tus alveolos, son las primeras, pero no serán las últimas. Disfruta de tenerte otra vez, porque en definitiva eres lo único que importa.

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