Las nueve de la mañana, pero despierta desde no sé exactamente qué hora gracias al sonido de un móvil de una de mis queridas visitantes...
A juzgar por la pesadez de mis párpados y el tembleque, que si bien ayer se limitaba a las manos hoy ya es generalizado en todo mi cuerpo, no habré dormido más de dos horas. Y teniendo en cuenta de que ya ayer fue un día post-noche-de-insomnio, pues nada, ¡que estoy hecha un vendo!
Pero, es mi cumpleaños, mi CUARENTA CUMPLEAÑOS (aunque me da yu-yu lo pongo en mayúsculas y en negrita, ¡toma ya!) , y aunque tenga que hacer un esfuerzo por encontrar en estos días algo positivo, hoy lo haré. Desde anoche estoy arropada por el calor de algunos amigos y tener esto es ya un motivo para sonreír hoy.
Es curioso esto de los amigos, ¿eh? Se cumplen años y cada vez conocemos a más y más gente. Ahora, con las redes sociales, el que no tiene más de cien amigos es un rarito... Pero, lo cierto es que no hay tantos que lo sean de verdad... De hecho, anoche, alrededor de la mesa no había mucha gente, aunque eso sí, era una reunión de gente muy importante. Consiguieron que sonriera y hasta se escapó más de una carcajada desde lo más profundo de mi alma... ¡Y que bueno es reírse así de vez en cuando! El otro día ya no me acordaba de cómo se hacía...

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