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viernes, 31 de mayo de 2013

CALAMIDADES DE MAYO (EL ÓRDEN DEL MUNDO)



    Hace un mes celebraba mi cumpleaños... En la tarde del día treinta de abril llegaron mis amigas de Almería para festejar conmigo y con amigos de aquí, desde la noche, mi cuarenta aniversario, que como ellas dicen, solo se cumplen una vez. Y como ya os comentaba, muchas ganas de celebrar no es que tuviera, pero agradecí y disfruté  la compañía. Cuando 24 horas más tarde, las almerienses se despedían de mí, me quedé sola en casa con sueño, mis primeras dos canas teñidas en la cabeza, pero con un buen sabor de boca. Nada me hacía sospechar entonces los "otros regalitos" que me esperaban en el mes de Mayo. Esa noche, al acostarme, pensaba, tal y como escribí, que gracias a momentos como los que viví ese día, se compensan los malos ratos ... ¿De verdad?

   Bueno, siento una vez más que me gustaría borrar directamente este año de mi vida, al menos esta primera
mitad está siendo horrible en todos los sentidos. Aún así, quiero aferrarme a la esperanza, por más que me queje, despotrique y rabie, y quisiera creer que el uno de Junio, al cumplirse el meridiano anual, se produzca un punto de inflexión kármico por el cual todo va a empezar a ir de bien a mejor.

   No obstante, si no quiero acabar con una úlcera de estómago, más vale que me desahogue. En numerosos momentos he querido hacerlo en este hueco durante el mes, pero, me daba pereza volver a escribir sobre penas. Ayer, que por fin, hizo un buen día de Sol, me quité por enésima vez esta idea de la cabeza, y me dije que mejor me iba a disafrutar de la playa, que ya estaba superado todo el mes y que mejor olvidar... Aunque, al levantarme y tras ponerme el bikini (horrorizándome una vez más de lo que la ansiedad ha provocado en mis carnes), me llevé el susto de mi vida. Al preparar la mochila y buscar el monedero en el bolso habitual, me di cuenta de que no estaba y por más que la busqué no la encontraba. Teniendo en cuenta que mi situación económica es pésima, no es que me preocupara mucho por la cantidad de dinero que llevaba encima, el problema era perder el carné de identidad, el de conducir, la tarjeta sanitaria, la tarjeta de crédito y unos cuantos documentos más. O sea, un follón de tener que renovarlos. Pero, tuve la intuición (basada en una experiencia anterior) que podría habérseme caído en el coche, como dos minutos más tarde pude constatar. Así que di sinceramente gracias a Dios y puse el coche en marcha de camino a la playa con la sensación del que vuelve a nacer. Me dije incluso que la "malcición de Mayo" ya se había roto... ¡Incauta! Todavía quedaban dos  días por delante para que este primaveral mes me dejara su sello.

   Pero empecemos por el principio... El uno de mayo fue miércoles... Vayamos hasta el primer lunes del mes, y, a partir de aquí cada principio de semana se ha convertido en una lista de calamidades (probablemente exagere, pero cuando llevas a tus espaldas un añito del copón, todo se magnifica, como dirían los del Gran Hermano).

   Nos roban en el campo. Y no una, sino dos veces. La casa está alquilada por una pareja con la que además estamos muy contentos porque tras algunas malas experiencias con anteriores inquilinos, éstos están cuidando el terreno y desean hacer de él un hogar. También es una tranquilidad que la casa esté ocupada, puesto que en otras ocasiones han entrado los ladrones y pensamos que era por parecer deshabitada. Pues no, nos equivocamos, la gente que quiere robar lo hace haya o no haya gente viviendo dentro. Supongo que estudiarían  durante algún tiempo los horarios de la pareja y aprovecharon su jornada laboral para entrar en la casa. La primera vez robaron todo lo que tenían de valor: la TV, sus cámaras de fotos, etc. La segunda vez, como ya no encontraron nada de eso, arrasan con ollas, hornilla y hasta las rejas de las ventanas (suponemos que para vender el hierro). La pareja regresa a casa y los pilla "in fraganti", pero los destrozos ya están hechos. Tan tranquílamente se encontraron mientras robaban, que hasta se dedicaron a comer y a fumar.

   Además de los consecuentes gastos que esto supone en cuanto a arreglos, lo peor es que nos quedamos sin inquilinos. Lógicamente están asustados. Así que son 400 € mensuales menos en las empobrecidas arcas familiares. Gracias a yo qué sé qué, a mi madre no la dejan de llamar preguntando para alquilar, así que esperamos que pronto vuelva a estarlo y confiamos que la policía coja a los rumanos que robaron. No obstante, para volver a poder alquilar aquello, ahora hay que tener un "Certificado de Eficiencia Energética". Esto es por una nueva ley que se establece debido a los acuerdos del Protocolo de Kioto (o sea que en realidad debería estar vigente desde 1997, pero es ahora, en el peor año de nuestras vidas, cuando tiene que entrar en curso...), en definitiva, costará unos 300 €. Suma y sigue.

   Después de este marrón, que ya hubiera sido suficiente palo para un solo mes, recibo una notificación de la Marina. Se me emplaza a presentarme en sus oficinas de Fuengirola durante siete días consecutivos para demostrar que estoy en paro y no defraudo al recibir mi prestación por desempleo.

   Cuando llamo para enterarme de todo esto y pregunto por qué se me convoca, me dicen que es un control rutinario que se realiza al azar (igual debería plantearme meter a la lotería). Y tras contarles que no cojo el coche más que para lo imprescindible por no gastar ni un céntimo, parecen apiadarse de mí y me dicen que no hace falta que vaya a Fuengirola, que lo haga en mi oficina del INEM de Benalmádena. Encima de sentirte fracasada por no tener empleo, te hacen sentir más humillada aún haciéndote comparecer cual reo en tercer grado. Para colmo, mi ansiedad y  mi depresión llegan con esto a tal punto que antes si quiera de llamar e informarme, como después hice, lo primero que se me ocurrió fue ir a visitar a mi ex-jefe en el barco, porque no entendía nada de lo que esa carta llena de términos jurídicos decía y solo imaginé mil y una mala consecuencia por haber trabajado aquellas semanas de Octubre con ellos. Y, aunque nunca estuvo en mi intención reprocharle a él nada, eso justamente debió parecer por mis formas. Me fui a mi casa, además de nerviosa y frustrada, sintiéndome como el culo por mi modo de comportarme. Por supuesto mandé un mensaje horas más tarde para disculparme, pero lo cierto es que ahora me da vergüenza pasar por allí, esa es la verdad.

   En  fin, volviendo al tema del sellado. Yo entiendo que paguemos justos por pecadores, que debido a la picaresca de algunos, se deban instaurar formas de control para descubrir fraudes en beneficio de los que somos legales... Pero, si esto me podía servir de consuelo y tranquilidad, pensando que el sistema funciona, nada más lejos de la realidad. Confieso que no me he atrevido a plantear en el INEM mis serias dudas en cuanto a su forma de intentar descubrir el fraude, y es que no son precisamente afables los maravillosos funcionarios que allí nos atienden, y no quería tener más problemas, que visto lo visto, no es cuestión de provocar a la suerte. Pero la cuestión es que te joden durante siete días haciéndote ir a la hora de la mañana que a ellos les da la gana cada día (y vuelvo y repito, agradecida de que no me hayan hecho ir hasta Fuengirola). Mi primera pregunta es: Y si el que trabaja en negro mientras cobra el desmpleo, lo hace por la tarde, ¿qué? ¿Puede defraudar tranquilamente? Eso parece, porque por las tardes en el INEM no trabaja ni Dios.

   Se supone que tienen que comprobar que el que va a sellar es quien cobra la prestación, pero os aseguro que en ninguno de esos siete días de esta obligada penitencia he mostrado, ni me han pedido que muestre, mi carné de identidad. Igual podía haber ido mi madre por mí, o incluso un amigo travestido. Ni me miraron a la cara.

  
Tampoco llegué nunca a la hora que me citaban (siempre llegaba bastante antes... es una mala costumbre mía, soy impuntual por defecto). Pues tampoco miraron el reloj, que se supone que te cambian la hora para supuestamente abarcar distintas franjas laborales ( a excepción de la tarde, claro). Bueno, el penúltimo día sí que la chica se dio cuenta de que era más temprano y me hizo esperar... Imaginé que la muchacha tenía un mal día y quería tocar los cojones a alguien, igual que, probablemente, alguien se los estaba tocando a ella. En cualquier caso, me fui corriendo al parquímetro, que ese día concretamente no llevaba suelto y no pude poner el ticket antes. Ya que tenía que esperar, decidí no correr el estúpido riesgo de que me pusieran una multa por esta gilipollez. Volví a la una y sellé como en los días previos.

  
Entre tanto, mi madre me vuelve a llamar para contarme que ha recibido a la inspección del gas y se lo  han precintado aduciendo que la instalación incumple la normativa... ¿Perdón?  Hace ya un montón de años que tenemos el gas y cuando la empresa instaladora hizo su trabajo todo estaba bien. Y no porque ellos lo dijeran, sino porque tras esa instalación, la inspección tuvo que dar su aprobación, y así lo hizo. Posteriormente, han habido otras revisiones y la instalación seguía estando bien... Y ahora, de repente, todo estaba mal desde el principio... ¿Cómo puede ser? Mi madre llamó a la empresa instaladora, obviamente, y como es lógico pensar, si esta empresa no llevó a cabo bien la instalación, lo suyo sería que arreglasen el problema, ¿no? Pues sí, efectivamente lo hacen....: nos mandan enseguida unos técnicos para que NOS HAGAN EL PRESUPUESTO. Escuchando a mi madre, la sangre me hervía por cada una de mis arterias. "¿Cómo va a ser esto así?", le pregunté. Mi madre me contó que la empresa instaladora da como respuesta que han cambiado la normativa. ¡¡Uff!! Esto huele a timo que apesta. Animo a mi madre a que se ponga en contacto con la oficina del consumidor y tras algunas gestiones confirmamos que eso de que haya cambiado la normativa desde que pusimos el gas no es cierto. La cuestión es que la empresa instaladora y la inspección trabajaban conjuntamente y ahora la inspección trabaja con otra empresa de la competencia. Conclusión: Una forma de sacar pasta a costa de incautos que caigan en el timo. Yo no lo puedo explicar de otra forma. Me abstengo de dar los nombres de las compañías a las que aludo, pero tan solo porque los desconozco y ya es tarde para llamar a mi madre y preguntarle. Pero espero que cuando ella lea este post, lo comente indicando estos nombres, para que si a alguien le pasa algo parecido le pueda servir nuestra experiencia. 

   Sea como sea, es cierto que la instalación está mal hecha, así que habrá que arreglarlo, más que nada por la seguridad de los que viven en la casa y demás vecinos; sin embargo, lo de pagar la reforma, está por ver, por supuesto, porque desde luego lucharemos por no hacer lo que consideramos una estafa. Claro que, igual el dinero que no paguemos en esta obra, lo tengamos que pagar después en abogados... ¿Sigo?

   Por fin llega el martes 28 de Mayo. El anterior lunes me liberé del examen de That´s English para el cual estudié a trancas y barrancas con todo este follón en la cabeza. Y llegó el último día de sellado en el INEM. Pensé que si el lunes no había pasado nada malo esta vez, tal vez se había acabado las semanas de mala racha (dentro del año de mala racha). Para reafirmar este pensamiento, me hacen un nuevo encargo de cuento en el momento idóneo, "¡perfecto!", pensé, "justo en el momento en el que me libero de mis obligaciones. Podré dedicarme a escribir sin problemas".

   Y eso hice ayer miércoles: me fui a la playa donde me inspiré y escribí e imprimí mi cuento en un solo día.  Hoy jueves subiría a Málaga con mis amigos Carlos y Fernando al cumpleaños de nuestra otra amiga Reme, y aprovecharía el viaje para llevarle el cuento al cliente... y así ahorrar unos céntimos en gasoil.

   Así que esta mañana, bajo a encuadernar mi cuento a mi papelería habitual... Cinco minutos, cinco únicos minutos. Eso es lo que he tardado en la papelería. Al volver al coche, una multa por mal estacionamiento. No me he dado cuenta de la señal de carga y descarga. ¡No me lo puedo creer! A veinte minutos de que expirase la franja horaria en la que la señal está vigente... Si hubiera dormido bien, el despertador  hubiera sonado treinta minutos más tarde; pero harta de dar vueltas en la cama, me levanté esta mañana antes de lo previsto y mi planificación se adelantó en todo. ¿No es para mondarse? ¿Quién dijo que a quién madruga Dios le ayuda?

  
Para colmo, tengo la plena seguridad de que el señor guardia me vio aparcar mal y pudo indicarme que allí no debía hacerlo. Pero claro, esto hubiera sido comportarse como un agente de la autoridad, y no como un recaudador del ayuntamiento. Que, desde luego, lo que se dice multar porque molesta al tráfico no es lo que los  municipales quieren, y la muestra de que esto es así ses la infinidad de veces que me he encontrado un coche patrulla estacionado en medio de la calzada dificultando el tráfico, o a policías motoristas adelantando  por la derecha poniendo en peligro al resto de los conductores, pero claro, si son ellos lo que infringen las reglas, no pasa nada: son la autoridad, ya se sabe. Para mí, unos chulos (y lo siento por los que no sean así, que no me gusta generalizar...). Pero bien sabéis muchos que es cierto lo que digo. ¡Qué lástima no haber tenido en esas ocasiones la buena costumbre de hacer fotos cuando he sido testigo de estas infracciones y denunciarlas, al menos, en las redes sociales! A partir de hoy me voy a tomar esta tarea como un hobby. 

   Aunque, desde luego, la multa la he pagado, claro, no ha habido más remedio. Y además he puesto la tranferencia en cuanto he llegado a la casa, que más vale pagar 100 € por pronto pago, que no 200 € que es como está tipificado eso de aparcar mal. (Observese que una multa por exceso de velocidad puesta por la guardia civil no llega a esta cifra...ahí lo dejo). El resumen de la mañana es que he ido a encuadernar un cuento por el que de ganancia neta me llevo 15 €  y me ha costado la tarea 100 €. ¿Podéis hacer la cuenta de cuantos cuentos he de escribir para compensar esto?

   Tras pagar la multa y escribir este post hasta justamente la última cuestión retórica que os planteaba, decidí hacer caso a mi madre y dejar de pensarlo. Esta tarde, como tenía pensado, iba al cumpleaños de Reme y estaba dispuesta a pasar un buen rato con gente a la que quiero mucho. Como le he dicho a ella cuando me ha preguntado cómo estaba, no tenía ganas de hablar de mí. Entre bromas le he contestado que ya se enteraría de cómo me ha ido últimamnete cuando leyera esta entrada. Quería disfrutar de ver su reacción ante nuestro regalo, y de la estupenda tarta que nos ha preparado. No ha tenido precio ver su emoción y la de Pedro, su marido, al leer el cuento que escribí para ella a petición de Carlos y Fernando. Hasta ahora no había visto personalmente el impacto de uno de mis cuentos y se me ha henchido el pecho y me han asaltado las lágrimas por mi propia emoción siendo testigo de la suya. Realmente un momento de felicidad entre tanto mal día... 

   Pero, más tarde, hablando de nuevo de la celebración de mi cumpleaños, hace ya justo un mes, le
comento a Reme lo que Carlos y Fernando me regalaron a mí: Una entrada para el musical de La Bella y la Bestia. Creo que, sin desmerecer los otros regalos que recibí, fue lo que más ilusión me hizo. Tengo marcado el día en el calendario, junto a mi cocina y cada día paso las páginas hasta Julio, para ver la señal. Les comento: "Me voy a Alemania y cuando vuelvo, el día 27, el musical". Mi gozo en un pozo al escuchar a Carlos decirme que no es el 27, que es el 23. "¡No!", casi grito. Elegí los días del viaje para que no me coincidiera con el musical y además pensé que resultaba perfecto, pues mi hermana no tenía otra semana para recibirme. ¿Cómo he podido equivocar el día? Le pedí a Carlos que guardara él mi entrada, junto con las suyas, pero juraría que cuando la vi aquella noche vi claramente que era el 27... No se permiten cambios ni devoluciones. Asunto zanjado. Por más que maneje la pluma, os aseguro que no os puedo expresar lo que se me ha roto por dentro al ver como mi regalo se ha desvanecido entre mis dedos. No es solo que me pierda el musical, es que este último percance ya ha sido la gota que colma el vaso. 

   Al final esto ha desencadenado que le cuente a Reme todo lo que ha ido pasando este mes y que aquí os relato y sé que a ella no le supone ninguna molestia que me haya desahogado allí, en su merienda de cumpleaños, pero no me siento muy bien porque mi idea, como ya dije, era olvidarme por un rato de todo esto. Aunque, desde aquí, una vez más mi agradecimiento, porque creo que lo necesitaba, igual que ahora necesito verterlo aquí. No pretendo que nadie me solucione nada, porque es imposible, y tampooco pretendo compasión porque sé que hay gente que aún está pasándolo peor. Tan solo escribo por la misma razón que llamo a mi madre para protestar por todo lo que me indigna, porque si no lo hago, acabaría, como ya anoté al principio, con una úlcera o quizás con algo mucho peor.

   Aún queda un día más para acabar este nefasto mes. A esta hora ya estoy en el día 31. He pensado muy seriamente en quedarme en casa hasta que llegue Junio, pero, me temo que de nada serviría. A las doce de la mañana tengo que ir a recoger los resultados de mi examen del lunes. ¡¡¡Lo hice el lunes!!! Aún puede ser que hasta lo tenga suspenso. "A priori" lo creo improbable, pero estando aún en Mayo, mejor me calló y me encomiendo a todos los santos antes de salir. Ya os contaré qué pasa, no os preocupéis, si habéis llegado a leer este post hasta aquí, no os dejaré con la incertidumbre.

   Ahora que, pase lo que pase con el examen, por la noche me voy con Carlos a ver el espectáculo de "Dos hombres solos sin punto com ni na´" . Espero y necesito que me provoquen otra vez dos horas y pico de risas descomunales. Cuando compré la entrada me sentí culpable de gastarme 7,5 € cuando vivo tan ajustada, pero como comprenderéis, habiendo tenido que pagar 100 € por un error de cinco minutos, me paso la culpabilidad ahora mismo por el forro.

  
¡Se me olvidaba! Mientras esperaba esta tarde a que me recogieran Carlos y Fernando, algo me cayó en la cabeza. Un pájaro se lanzó hacia mi pelo y se enredó en él. Me llevé un susto del carajo, pero cuando al fin saltó al suelo, lo rescaté. Es un agaporni que seguramente se habrá escapado de su casa. Un joven incauto en busca de aventuras sin saber defenderse en el mundo exterior. Es muy bonito a pesar de su plumaje sucio por los días que habrá pasado a la interperie. De camino a casa de Reme no se ha separado de mí y, en cuanto hemos llegado, Carlos le ha comprado una jaula preciosa y comida. Se ha lanzado al comedero como un tigre y hemos decidido que su nuevo hogar será la casa de Carlos y Fernando. Por supuesto iré a verlo. Le hemos llamado Silver. Y, ¿sabéis qué? Cuando le he visto comer con fruicción me he imaginado lo bien que debía saberle ese alpiste después de haber estado perdido estos días. Así me voy a sentir yo cuando supere este bache. Y aunque ahora me parezca imposible, quizás ese pajarillo ha venido a mí para decirme hoy que llegará, que el día en que me "salve" llegará pronto.




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