Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención.
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sábado, 14 de mayo de 2011

LITTLE LIES

Todos alguna vez hemos preferido cerrar los ojos y creer una mentira dulce, aunque seamos conscientes de que es solo eso.
Con los años, comprobamos que es difícil seguir creyendo tan solo porque es bonito creer,aunque también comprobamos que eso no es malo:  El que llega a estar seguro de que prefiere las verdades, buenas y malas, sabe seguro que la buena valdrá la pena.

En cualquier caso, yo, hoy, recuerdo alguna mentira dulce que viví y pienso que tampoco estuvo mal soñar. 

Fueron parte de mi vida algunas dulces mentiras como creer que el que tiene buenas intenciones nunca sufrirá  las malas intenciones de los demás, fue una dulce mentira creer que el amor de una amistad puede llenar la vacante del amor que siempre anhelé, fue una dulce mentira pensar que si amaba mucho, al final me amarían también. 

Con los años, cada decepción, cada desengaño te despierta de este romántico ensoñamiento. Y duele, ¡cómo duele! Pero, a cambio, recibes un nuevo regalo de esta vida que no se cansa de enseñar: maduras. Y, con un poco de paciencia, después de enfadarte con esta profesora implacable, comprendes que madurar es aprender a quererse uno mismo más que a nada. Entonces es cuando ya no quieres volver a creer mentiras, por más dulces que aparenten, porque ninguna te sabrá a miel en unos labios sedientos solo de agua clara.

Aún así, a los que aún deben dejarse llevar por un sin fin de aciertos y equivocaciones, os deseo  que todo lo bueno que viváis sea verdaderamente lo que soñáis. Ojalá no os haga falta creer nunca una dulce mentira para ser feliz por el intervalo de tiempo de una estrella fugaz. Ojalá, sobre todo, tengáis la suficiente fe en vosotros mismos como para no autoengañaros , porque quizás ésas sean las mentiras más peligrosas. 

Aún así, y a pesar de mis deseos, si alguno cree una dulce mentira, disfrutad de ese breve instante y ojalá no os duela demasiado al despertar. Al menos recoged pronto la amarga moraleja y procurad que sea lo único amargo: No consintáis que vuestro corazón se endurezca, solo haced que vuestra mente no vuelva a dormitar porque una mentira dulce siempre es menos de lo que os merecéis.

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