
La cuestión es que, una vez más, amparándose en la legalidad, se aprueba una situación que, a mi juicio, es inmoral. Y, para colmo, se saca pecho y se ondea una bandera al viento, orgulloso de no haber ido contra la ley. Pero, claro, esa ley que casi todos acatamos porque es lo que hay que hacer, muchas veces no respeta otra ley que es más primitiva, aquella que no se escribe con letras sino con dolor de conciencia. Esa ley primera es la que llamamos ley natural y, como os digo, es la que nos dicta nuestra conciencia. Se supone que las legislaciones en los diferentes estados deben apoyarse sobre las bases de la conciencia. Cuanto más en armonía esté una norma con la ley natural, más justa será esa norma. Pero la historia, antigua y actual, está llena de ejemplos que nos demuestran que esto no es siempre así. Y, no hace falta que nos vayamos a las altas esferas. Si pensamos en nuestras propias circunstancias, en nuestro entorno más cercano, seguro que, a poco pensar, damos con una de estas controvertidas combinaciones. Puede que alguien vea claramente lo inmoral de un asunto y sin embargo, te sonríe con sarcasmo y te dice: “yo me atengo a lo que dice la ley”. ¡Dios, es que hasta escribirlo me da grima!

En el caso que me ocupa la mente esta tarde, lo que más me reconcome es haber escuchado de boca de estas personas su apoyo rabioso a los manifestantes del 15 de Mayo, compartiendo esa indignación… Y, sin embargo, cuando han de mirar su olla, se olvidan de defender la democracia real por la que esa multitud ha ocupado las plazas.
En esta ocasión, por absurdo que parezca, se ha elegido, pasándose por el forro la democracia, algo que creo que no va a estar mal. Sin embargo, y totalmente de acuerdo con el compañero que lo ha manifestado, a mí me importa más el tremendo hecho de que no haya sido esa vía la utilizada para conseguir un buen propósito. A mí, en el fondo, lo que me parece es que cuando se elige algo sin ponerlo en la palestra, sin dar a los demás la oportunidad de expresar lo que opinan sobre el asunto, lo que se esconde es el miedo a no ser apoyado, a perder… Y esto, como poco, me suscita desconfianza, puesto que los que han decidido, parece que no confían lo suficiente en su propio proyecto como para debatirlo abiertamente. Entonces, quizás llego a otra pregunta más: ¿es que hay otros intereses que ocultan? Probablemente sí. Y así caigo en la cuenta de que el proyecto ya no es tan bueno… Claro que no se queda ahí la cosa: lo peor es que al final debo concluir que las personas que lo idearon no son lo que pensaba que eran, ni tan limpias, ni tan elegantes, ni tan legales… Bueno, “legales” sí, pero no “morales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario