Si la amistad te ha traido por aquí, eres bienvenido para compartir mis momentos de tranquilidad, aquellos que podré dedicar a este diario, sin guión, ni intención.
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sábado, 8 de marzo de 2014

Y, ¿POR QUÉ NO? OTRA DE AUTE Y UN GIN TONIC

Mi mes en Almería está a punto de concluir. Quizás haya suerte y se prorrogue unos días más esta baja que cubro, pero lo más seguro será que el miércoles sea mi último día en el IES Fuente Nueva. De lo bien que me encuentro en el centro ya he hablado, pero como también dije, Almería me ha dado otra vez mucho más. Las nuevas vidas que se han incorporado a la mía me dejan ilusiones renovadas, retomar mi profesión me colma de felicidad, pero además, el reencuentro con viejas amistades ha abierto en mi corazón un túnel del tiempo para viajar a una época de la que siempre he conservado hermosos recuerdos. El bálsamo que supone el paso de los años hace que solo nos acordemos de los buenos momentos. Soy consciente de esto, y, aunque si trato de rascar en la memoria, puedo ver de lejos malos ratos en aquel entonces vividos, lo cierto es que, en la balanza del corazón, de todo aquello, lo que más pesa es lo bueno. ¡Muy bueno!

Luego, la vida continua y cada cual siguió su camino sin mirar atrás. Incluso si alguna vez le hacemos un guiño al pasado nos preguntamos cómo fue que personas tan diferentes encajaran tan exquisítamente. Eramos un puzzle perfecto, lo fuimos durante una fracción del Universo. En realidad, creo yo, no nos unió un trabajo, eso solo fue el escenario; nos unió la necesidad de encontrar hermandad, una familia. Que todos éramos más cosas, teníamos más historias, pero juntos formamos una isla salvadora.Y nos agarramos a ella con pasión e intensidad. Yo, al menos, me sentía así. Y al verlos de nuevo, a pesar de los cambios y los años, he vuelto a sentir aquella sensación de estar a salvo. Ha sido fácil volver a hablar con la misma confianza, como si tanta vida pasada, hubiese sido tan solo unos segundos. Esas voces olvidadas han sonado a música a mis oídos. 


Son innumerables los instantes que pude rememorar con María y con Sergio, mezclados con las maravillosas miradas de dos preciosas niñas que, de alguna manera, son fruto de aquella época. ¡Me encanta pensarlo así! 

Y con Antonio... bueno, al margen de las anécdotas que pudimos recordar, lo mejor ha sido notar la piel erizada, acariciada por el recuerdo de las emociones. Realmente, aquello que vivimos fue intenso. Ahora, desde la calma, la tranquilidad y la seguridad de la amistad, agradezco haberlo vivido. Jamás me arrepentí. 

Luego, la vida continuará y, aunque nos dijimos que esta vez no dejaríamos que pasara tanto tiempo para volver a vernos, quizás vuelvan a pasar años hasta que compartamos una nueva charla. No pertenecemos ya a la vida de los otros, pero verlos ha removido tan gratamente mi alma que debía dar las gracias. Gracias por acudir a mi llamada. Gracias por vuestras sonrisas y por amar, como yo, estos recuerdos. Sin duda una de las más bellas perlas que contiene el collar mis memorias.


Seguro que, como la mía, vuestra vida no es perfecta; pero os he visto bien y eso me hace feliz. Ojalá lo que venga por delante siga siendo amable para vosotros. Esto es lo que alguien que os quiere como yo os deseará siempre.

En estos momentos debería estar estudiando para mi examen de inglés del lunes que viene, sin embargo, lo primero que he hecho al llegar a Málaga ha sido rebuscar en el trastero mis cajas de recuerdos. Tenía que recuperar aquel pequeño escrito que te dediqué y que hizo que jamás volviera a tomar un gin tonic sin acordarme de ti, de la misma manera que jamás escucharé una de Aute sin pensar en noches mágicas.

"Uno...Dos...Tres cubitos de hielo en un vaso ancho; imagino que el vaso soy yo. Te observo verter la ginebra, veo romperse el hielo a su contacto y siento en mí romperse la barrera que la barra supone entre tú y yo. Estoy en tus manos...

El calor del alcohol se abre camino entre mis piernas, se empieza a notar mi deseo en mis pechos...

Cortas una tira de limón, me encanta mirarte al mojar el borde del vaso con ella; a veces levantas la mirada hacia mí cuando lo haces; tu rostro serio  y tus ojos penetrándome, y sigues torneando mi vaso. Quizás me veas sonreir en este momento; es por pensar en el secreto que guarda cada copa; y quizás me moje los labios porque esté pensando en ser el borde del vaso y ser el limón tu lengua y ser la barra tu cama caliente donde dejo en libertad la lujuria que provoca en mí tu cuerpo.

Se termina el rito cuando exprimes un poco de zumo, que me inspira la frustración de no poderte tocar más que con la imaginación y el recuerdo y, por fin, la tónica fresca y transparente que parece decir: <<Tranquila, te veré más tarde y daré paz a tus anhelos>>.

Levanto el vaso llevando a mis labios tus labios, me mojo de ellos; cierro los ojos con el primer sorbo llenándome de ti por completo, y quizás me veas después suspirar, quizás queriéndote decir: <<Te espero>>.



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