¿Y no es carnaval todos los días cuando, con una sonrisa, le pongo una máscara a la verdad de mis tristezas?
¿No es un disfraz el optimismo con que cada mañana trato de vestir mi profundo miedo?
¿No trato todas las noches de hacerle burla a mi soledad, creyendo que al seguir esta farsa será menos real?
Lo malo es la madrugada insomne. Es ese tiempo oscuro en el que el antifaz se disuelve, se quiebra la risa y me desnudo. Quiero cerrar los ojos y esperar al Sol, pero mis ojos me miran por dentro...¡y aún quedan horas en el reloj hasta el alba! Los minutos son lentos y bailan su tic-tac recordándome que no está bien, que estos tanguillos chirigoteros con los que cuento mi historia a voces no son más que otra forma de reir cuando lloro en silencio.
Hoy se preparan fuera carrozas, serpentinas, lentejuelas, colores, pelucas y narices de pega; y, sin embargo, hoy yo solo quiero mirar en el espejo el reflejo de lo que soy, de lo que siento...y perdonarme por ello.
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