viernes, 19 de agosto de 2016

DESTINO 2016-17

Hace ya más de una semana que conozco mi próximo destino. Por fin, este año me han dado una vacante "informatizada", así que estoy muy contenta de saber que trabajo desde el día uno de septiembre y que, poco a poco, hay un progreso en mi situación interina. A ver si con un poco de suerte, la próxima convocatoria es la mía y consigo la plaza...

Pero ahora, lo que toca es celebrar la vacante y celebrar que, aunque ha sido difícil, he conseguido ya piso. El destino es la Línea de la Concepción... Por ahí me dicen que si es que me quiero volver gadittana o algo así, jeje... Yo hubiera preferido, como es natural, quedarme en Málaga, pero así son las cosas; más vale buscar el lado positivo porque si no... Y positivo es que estoy más cerca que el año pasado, así que no echaré tanto de menos mi casa pues vendré más a menudo. Y positivo es que, una vez más, tengo la oportunidad de conocer un sitio nuevo, que seguro que me brindará nuevas oportunidades de aprender. Reconozco que estos días he estado muy nerviosa en el sentido más negativo, porque hasta que una no sabe dónde va a dormir se pasa un poco mal, y viendo los precios de alquiler que se manejan en la Línea, os aseguro que pensar en mi bolsillo también me tiene bien preocupada. Pero una vez que ayer ya hice mi primer viajito al pueblo para conseguir la casa y ya está hecha esa gestión, todo se ve desde una perspectiva más serena. 

En cuanto al pisito, decir que es el mejor sitio que he alquilado sería mentir. Es viejito, casi todos los muebles también, con cajones que se atrancan y puertas que no encajan, sin embargo, lo importante lo tiene: un sofá que no me va a dejar la espalda hecha un ocho, una cama cómoda, electrodomésticos nuevos en la cocina y baño también reformado, que puestos a que haya algo reformado en casa, mejor que sea eso. Es muy luminoso y tengo una terraza que da a la bahia, así que espero ver desde allí alguna que otra puesta de sol. También tengo dos habiaciones extra, cada una con dos camas, así que espero que alguno se anime a ver esa puesta de sol conmigo. Haremos una pizza en un horno de butano, de los de antes, y brindaremos con un lambrusquito. ¿Os apetece el plan? 

Me han dicho que la zona no es muy buena y realmente el aspecto de las viviendas de por allí no es el de una urbanización de lujo como mi casita de Chiclana, pero vaya, por lo pronto, ya he conocido a mis caseros, que han vivido allí toda la vida y siguen volviedo cada verano al que consideran su hogar... tan mal no se debe estar, ¿no?  Y desde luego, la ubicación es estupenda para mí: cerca del instituto, cerca del centro, cerca de la frontera con Gibraltar, playa en frente, Mercadona detrás, farmacia, ambulatorio... Todo a un salto de mata. Perfect!! (¿Qué? ¿No soy suficientemente positiva?)

Hablar del instituto no puedo habalr aún, así que me reservo el tema para una próxima entrada, una vez que haya empezado el curso. Referencias tengo, claro, y aunque es inevitable no hacerse a la idea de que no voy a tener otros "ÚNICOS", como en Salobreña, prefiero hacer el esfuerzo de no condicionarme por las referencias que otros me den. Al final, después, tienes que conocer a tus alumnos uno por uno y tratar de  sacar de ellos lo mejor que puedan ofrecer, del mismo modo que cada curso una debe tratar de sacar de una misma lo mejor que puedes dar. Solo espero hacerlo un poco mejor que el año pasado y así cada vez. A ver qué tal. Ya habrá tiempo de hacer valoraciones generales a final de junio. 

En fin, ya huele a aventura. Pero, en esta ocasión, me voy a permitir disfrutar del final de mis vacaciones con esta nueva sensación de paz que hasta ahora no había podido saborear, teniendo siempre la incertidumbre calando mis huesos hasta bien entrado Septiembre, esperando por un puesto. 

Lo cierto es que estoy pasando unos ratos muy agradables y, por cierto, tengo que agradecer esto a mi visita de estos días. Aunque en realidad llevamos todo el verano compartiendo momentos estupendos, por unos días, además, se queda en casa, haciendo posible que disfrute un poco más de esta nueva amistad. Ojalá solo sea el principio y que el hecho de que cada uno se vaya para la costa opuesta al final del verano, no suponga un fin. Pero si así fuera, solo quiero que sepas que lo he pasado muy bien y que conocerte me ha hecho un poquito más feliz. Me gusta la pimienta en casi todos mis platos y tú has sido la pimienta de mi verano, jeje... 

Bien, voy a continuar con mis cosillas. Hace un calor de averno, así que una duchita fría más se impone antes de dormir.

lunes, 15 de agosto de 2016

REQUIEM POR MI PIERCING

Pues sí, creo que después de diez años pegado a mi nariz, merece unas palabras de despedida al menos. 

Corría el año 2006, concretamente en el mes de julio de ese año, mi amiga por entonces, Natalia, me convenció para llevar un piercing, como ella, en la nariz. Era algo que me apetecía, pero en aquel momento, hacerlo para lucirlo a su lado me pareció un bonito detalle. Y es que en poco tiempo nos habíamos convertido en ineparables. La amistad no duró tanto como yo pensaba y ella pronosticaba, y no vale la pena entrar en detalles ahora sobre la decepción que me supuso, pero el piercing sí siguió brillando en el lado izquierdo de mi rostro durante todos estos años, y se ha convertido en parte de mí. Nunca aprendí a quitármelo, ni a ponérmelo, claro; y el otro día llegó el momento de lo primero. Me tengo que hacer una prueba médica en la que el piercing molesta, así que, no sin esfuerzo, me lo quité hace dos noches. Luego traté de colocarlo de nuevo, pero no lo he conseguido. Ya sé que puedo parecer bastante torpe, pero así soy yo. Y como lo mío no es aguantar dolor, después de unos cuantos intentos que me dejaron la napia roja y entumecida, decidí que, al menos por ahora, no habrá más adorno nasal. 

Reconozco que me siento rara sin notar mi joyita, que se dice pronto, pero en diez años pasan demasiadas cosas y todas las he vivido con ella de testigo: dejé de trabajar en la gasolinera para ponerme a opositar, logré entrar en la bolsa de interinos de secundaria y retomé mi vocación docente por fin, trabajando desde el 2008 en la pública. Pasé por el infierno de los recortes y el paro, y supe lo que era la verdadera felicidad el día que volvieron a llamarme para cubrir una nueva sustitución en Almería. También he descubierto que la felicidad hay que trabajarla, y que cuesta mucho en realidad. Porque desde que recuperé el empleo, el miedo a perderlo de nuevo siempre es una sombra que la empaña, aunque también es lo que hace que siga valorando la suerte de haber vuelto, a pesar de todo lo que pueda parecer a veces que me quejo. También he descubierto que, aunque muchos me digan que no debo quejarme, quejarme es bueno. Porque lo único que significan mis quejas es que sigo empeñada en mejorar mi situación, que no me he acomodado, que no creo que sea suficiente. Y bueno, si no pensara que fuera así, creo que todo se volvería muy aburrido, así que... todavía me queda mucho por luchar.

Mi piercing se ha mojado de muchas lágrimas en estos diez años: relaciones que no han funcionado, personas que me han dañado y amistades que, después de media vida, se esfuman, tal vez porque nunca debieron llamarse amistades. Pero también se ha adaptado a mi piel cuando he reído: muchas nuevas personas que he conocido, algunas que se han quedado ya conmigo desde entonces, llenando huecos del corazón que ellas mismas han horadado. Nuevos lugares a los que mi profesión me ha llevado, donde he vivido historias que de otra manera no hubieran pasado. 

En diez años pasan muchas cosas, y sobre todo, pasan muchas emociones. Una de ellas, sin ser algo malo, tampoco es del todo algo bueno: el apego. Sin ninguna duda, creo que lo más difícil de aprender para mí en esta vida es cómo amar sin que el apego me lastre, y si bien no puedo decir que haya descubierto ya cómo hacerlo, al menos puedo decir que reconocer la dependencia como algo no deseable, ya es un primer paso. Ahora toca trabajarlo. A veces me han obligado a hacerlo y os juro que no lo he pasado nada bien al tener que renunciar a gente o cosas que he amado con todas mis fuerzas, pero con el tiempo,tener que desprenderme de ello ha supuesto un crecimiento personal que no hubiera esperado. Así que cuando hace dos noches me quité mi piercing temiendo no poder volver a ponérmelo, como así ha sido, pensé que tenía dos opciones: ir a que me lo pusieran de nuevo, o vivir sin él aunque ahora me apene. Y puede que os parezca una tontería, porque en el fondo lo es, pero he decidido lo segundo sencillamente por hacer el ejercicio voluntariamente. 

Tal vez dentro de un tiempo, cuando ya pierda la importancia que ahora tiene para mí, vuelva a ponerme otro. Pero ahora, voy a acostumbrarme a mirar mi nariz desnuda de nuevo en el espejo y cada vez que vea mi reflejo sin brillito voy a decirme que he ganado contra el apego, contra esa manía de otorgar a otras cosas y otra gente que no sea yo misma el poder de hacerme especial. Independientemente del cariño que sienta o haya sentido por alguien, que no esté ya no puede hacer que me hunda. Mucho menos si se trata de las cosas que me hacen rememorar las vivencias con esas personas. El amor no es apego. El amor no te ahoga. En realidad, el amor que vale la pena es el que trasciende de las cosas, es el que te hace el corazón tan grande que ni un millón de millones de cosas podrían llenarlo. 

En fin, ya parece que se me ha ido la pinza divagando, pero sé bien por qué digo esto. Me lo digo. porque una vez más, este espacio no es más que una prolongación de mis convversaciones conmigo misma. Hoy un simple piercing me ha hecho reflexionar sobre lo que he aprendido no hace mucho, la verdad. Y aunque eso no quiera decir que mil veces más el apego tire de mí en otras ocasiones como la fuerza de la gravedad, trataré que la ausencia de mi piercing me recuerde las lecciones de estos años, sobre todo que siempre, lo mejor que me ha pasado es que no me pasara lo que esperaba que me pasara. O lo que es lo mismo, que no controlarlo todo es bueno, que el no apegarse a lo conocido es lo que me lleva a hacer nuevos descubrimientos y que este descubrir es lo que verdaderamente enriquece mi vida. Aunque de vértigo, aunque me sea tan difícil lo que para muchos parece tan fácil: dejarse fluir.

martes, 9 de agosto de 2016

MI SOL DE ALMERÍA

Hace una semana, a estas horas, llegaba a Almería para reencontrarme con mi amiga Mª del Mar. Hoy que, por fin, tengo un poquito de tiempo, vuelvo a hacer un stop en mi rutina veraniega para hacer mención a esta visita tan esperada. A penas veinticuatro horas para compartir "face to face" nuestras vidas, cosa que llevamos haciendo desde que Órgiva nos unió, aunque haya sido por teléfono. 

Una playa hermosa y una velada nocturna que se alargó hasta las cinco de la mañana. Me llevo el sol
de ese día en mi corazón y nuestra interminable charla que siempre me reconforta. Solo queria dejar por aquí escrito, lo que ya sabes tú  de sobra: que me alegro de conocerte, que eres una mujer estupenda y que, por más que no nos veamos, te has convertido en una de mis personas favoritas. Espero que tengas muy claro que siempre encontrarás una amiga en mí y que me alegraré de tu alegría y lloraré contigo si hace falta. Gracias por tu apoyo en algunos de mis peores días el curso pasado. Y gracias también por las risas, que son tan importantes.

Ojalá, aunque no sea con demasiada frecuencia, tomemos la costumbre de encontarnos de vez en cuando, porque te aseguro que hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un zumo de naranja y una tostada. Te quiero mucho, guapa. Te mereces lo mejor de la vida y lo vas a tener. Estoy completamente segura. Un abrazo, siempre.