martes, 31 de diciembre de 2019

A LAS PUERTAS DE UNA NUEVA DÉCADA

Faltan exactamente  dos horas y media para entrar en el 2020. No me encuentro con muchas ganas de ponerme a reflexionar sobre el pasado año. Como siempre,  han habido cosas buenas y también malas, y como siempre el balance depende de cómo quiera uno tomárselo, así que esta vez, no me apetece poner en balance nada. No, porque lo único que importa es mi deseo de hacer volcar esa balanza hacia la esperanza pase lo que pase. Y sé que lo conseguiré porque este trabajo ya lo tengo conseguido, aunque a veces, ciertamente se me olvide. Lo importante es que el recuerdo viene cada vez con más facilidad a mí para guiarme de nuevo por el sendero que inicié hace un par de años. El sendero del agradecimiento que consiste en no renegar de nada de cuanto ocurre porque todo ocurre por algo que finalmente tiene su razón de ser. El sendero de la confianza en que, precisamente por eso, todo va a ir bien. 

2020 tendrá también sus cosas buenas y sus cosas malas, y todas deberán suceder. Por eso hoy, si algo tuviera que desear será que sepa aceptarlas ambas como regalos de vida. Que no es siempre fácil, pero que a pesar de las,seguro ciertas, rabietas y reproches momentáneos ante las situaciones que no me gusten, en lo más profundo de mí siga albergando esta certeza sobre la aceptación de la que soy consciente cuando me hallo en calma. 

Que no se me olvide respirar. Cerrar los ojos y tomarme un momento para sentir mi paz interna, porque está ahí aunque a veces se rodee de un agitador y ruidoso caos que parece quiera ahogarla. Que siempre tenga a mi alrededor personas que me tiendan la mano cuando no sepa yo sola llegar a ella. Como hasta ahora las ha habido. Que yo misma sirva alguna vez para que otro encuentre la suya. 

El Universo se desenvuelve como debe aunque a veces no lo entendamos. Tal vez no debiéramos preguntarnos tanto esos motivos y sencillamente dejarnos fluir como la energía que realmente somos. Supongo que la materia que nos liga al suelo hace que no siempre lo consigamos. Pero hasta entonces, si algo tengo que desear será que no me castigue a mí misma por ello. La única forma de seguir fluyendo es perdonarnos por errar, o más aún: dejar de pedir perdón, porque no hay culpa en ser humano, solo responsabilidad de aprender a girar cuando el camino se vuelve oscuro.

Esta última noche del año es una noche de paz para mí. No sé cómo explicar cómo me siento en realidad, pero lo cierto es que hace un momento era tan tangible esa paz que he tenido la necesidad de compartirla de alguna manera con estas palabras, pero a penas creo que me podáis entender... ¡me encantaría poder retener esta sensación!

Feliz año a todos...

sábado, 5 de octubre de 2019

LA GRAN ESTAFA

Éste es mi espacio y ésta es mi opinión. Espero que el hecho de usar mi derecho a la libertad de expresión (art. 20 de la Constitución española) no afecte negativamente a alguien a quien amo, porque mi deseo, más bien necesidad, es desahogar la indignación que me produce lo que precisamente le está pasando. Tampoco es que me lea mucha gente. No es éste un blog privado, pero casi... En cualquier caso, no daré nombres, por eso de proteger la intimidad de todos, que mi única intención es que lo que me está comiendo por dentro no lo haga más de lo que ya lo ha hecho. Simplemente voy a contar un cuento...

Erase una vez un chico que se enamora de una chica en su más tierna adolescencia. La chica le convierte en su mejor amigo, se acostumbra a contar con él para todo y tan útil le resulta esa amistad que le niega durante años el derecho a ser otra cosa por miedo a perder eso que tanto valora. El chico, que sigue colado por sus huesos, prefiere ser su apoyo, su hombro, su espalda, vamos una tabla de salvación entera para ella, que no tenerla de ninguna forma, así que acepta durante todos esos años el papel que ella le ha dado en su vida. Tuvo que comerse dos relaciones infructuosas que la chica tuvo con, curiosa la cosa, dos amigos de él.Tanto le llegó a doler que con el segundo intento tuvo que poner tierra de por medio y hasta se alistó en la marina por un tiempo.   Y no voy a entrar en detalles, porque ni en "modo cuento" me atrevería  a relatar ciertos aspectos de la historia, aunque tengan una vital importancia. Pero hay cosas con las que jamás debería jugarse y, aunque ella no parezca tener vergüenza, no es mi caso. Así que perdonadme si me salto unos meses cruciales en los que el chico, que ya había vuelto de su exilio, y que volvía a ocupar su eterno puesto de mejor amigo, estuvo a su lado para todo cuanto ella necesitó. Así fue hasta que, por fin, un día, ella decide que quiere que el chico sea algo más en su vida que ese amigo al que temía perder si le daba la oportunidad de tener una relación amorosa con ella. El chico no está muy conforme con que esa decisión ocurra bajo los efluvios de algunas copas, pero ya está muy cansado de seguir los dictados de su sentido común y se deja llevar sin más. A mi juicio, esos efluvios estaban más que estudiados, no fue un impulso sin más. Sencillamente, en su situación, la chica vio más que conveniente tener a su lado a quien sabía que jamás le fallaría, porque así se lo llevaba demostrando toda su vida. 

Así fue como, tras separarse de su antigua pareja, comienza con el chico, por fin, una historia de amor. No sabían muy bien cómo se lo tomaría la familia de él que, desde siempre habían visto como ella le daba calabazas. Con toda seguridad recelarían de las intenciones de la chica, por eso era mejor tener un cómplice, alguien de la familia que fuera más susceptible de ver con buenos ojos aquel giro en su historia. Y así fue como fui la primera a la que dieron a conocer su reciente relación. La estúpida romántica que yo era por aquel entonces se enamoró del final feliz que por fin el chico daba a su insistente enamoramiento, y se puso al servicio de esa pareja, sobre todo de ella, a la que ayudó en todo, hasta a la hora de que el resto de la familia de él diera la bienvenida al amor que no llegaba libre de cargos...

Al chico le costó también lo suyo creerse su nueva situación, no creáis, pero poco a poco todos fuimos creyendo, pues era evidente su felicidad; eran, como lo habían sido, los mejores amigos, un perfecto equipo a la hora de afrontar los obstáculos que surgían en el camino y, realmente parecía que era así como tenía que haber sido desde el principio...

Mi familia, que puede que recelara un poco al principio, no es más que una gente confiada, que no es capaz de ver la malicia en los demás, que siempre están dispuestos a ayudar; y, de forma natural, superado en primer escalón, integraron la presencia de la chica como parte activa de ese núcleo familiar. Pero hubo una circunstancia que hizo que para mí todo cambiara. Yo, que había sido la avanzadilla para ellos y que había bendecido antes que nadie esa unión, me bajé del autobús de la ceguera muy pronto. Tuve que convivir con ellos durante un tiempo que tampoco merece la pena explicar aquí con detalles, pero que supusieron un antes y un después en mi visión de aquella chica. Es normal que surjan conflictos en una convivencia, pero con ese espíritu de diálogo que caracteriza a los míos, cuando se dieron los primeros problemas traté de resolverlos. Y, como a la pregunta directa que le hice a ella sobre si se consideraba mi amiga o tan solo mi cuñada, ella contestó sin bacilar que yo era su amiga, traté de resolver el conflicto con ella y no a través de él. Hablamos en aquella ocasión de manera razonable, pero el problema se mantuvo y se agravó, con lo cual la segunda conversación tuvo un tono más duro, y como tampoco hubo una respuesta positiva, la tercera ocasión no hubo conversación. Sencillamente había colmado mi paciencia y mi reacción fue de hablar a gritos para quejarme de lo que ocurría. Esto lo presenció el chico, esta tercera y desesperada reacción, lo que condujo a la luctuosa situación de pasar un año y medio sin que él me hablara, porque, a pesar de lo justo que él suele ser, tratándose de ella pierde el norte, o tal vez, nunca fue consciente de las ocasiones previas en las que ella y yo habíamos hablado... No importa... Fue un tiempo muy duro para mí, pero un buen día, todo se arregló, y encima, aún tengo que agradecer a que ella intercediera... 

No, nunca más he creído que sea una buena persona. Y esto me ha traído problemas hasta con mi madre, porque cuando, en más de una ocasión, en alguna conversación nuestra he comentado que es más falsa que una moneda de plástico, he tenido que soportar las reprimendas y la directriz de ser cordial porque es la pareja de mi hermano. 

A todo llegamos a acostumbrarnos. Yo di por perdida la relación que tenía con él previamente y lo asumí en pro de la felicidad que siempre han vendido. Y, bueno, si él era feliz, pues ya está... Y estoy segura de que él era feliz de verdad, porque no hay más feliz que el que vive ciego de amor. Ella no sé, la verdad. Ahora dice que se le ha caído la venda de los ojos, y yo no me lo creo, como no me la he creído desde nuestro desencuentro. Para mí sigue siendo la misma cínica desde aquel día y la creo muy capaz de haber pasado 17 años engañando a todos hasta que, por alguna razón que puedo sospechar pero también me callo por no tener pruebas, ya no le resulta conveniente la relación con el chico. 

Pero lo indignante de esta historia no es nada de lo que he contado hasta ahora. Porque hasta este momento, a parte de mi sufrimiento en aquella época, en lo referente a su historia, no he contado nada raro: eran amigos, luego pareja y luego, a ella se le va el amor, y quiere dejarlo...

El problema no es que deje al chico y que le rompa el corazón. Esto duele, pero son cosas que pasan y, con el tiempo, se superan. El problema es cómo lo está haciendo. En las dos semanas que llevan separados, ella se ha dedicado a sembrar en su entorno la idea de que ha sufrido maltrato por parte de él. Que ella y el hijo que tienen en común han vivido con miedo. Y, lo peor de todo es que mientras ella echa al chico de su casa,  siembra las dudas y se busca un abogado y monta todo su puto teatro, mi hermano aún piensa que es que se está dejando influenciar por los demás, que ella no es así y que si recula, él la perdonaría. A duras penas hemos conseguido que acuda también a un abogado y se prepare para la que nos cae encima. Porque nos cae a todos. Porque en esta familia, a la hora de la verdad, demostramos lo que es el amor verdadero. porque nunca nos ha movido el interés. No es a ella a la que se le ha caído la venda de los ojos, es a él a quien se le tiene que caer de una bendita vez. 

El chico es grande,demasiado,  y cuando ya no tiene paciencia, vocifera, como yo aquella noche, solo que a él se le ve más grande... Y se le puede poner la cara roja de aguantar rabia, pero no es capaz de hacer daño, en ninguno de los sentidos a nadie, y menos a la mujer por y para la que ha vivido desde antes, mucho antes, de que fueran pareja. 

A mí me come el asco que me da lo que está haciendo, despotrico en voz alta y me desahogo cuando hablo con mi madre y con mi hermana, y la estampo contra la pared y la reviento en mil pedazos  cuando trato de expresar cómo me siento. Pero de ahí a que realmente piense en llevar a cabo tales actos va un mundo. Así que. ¿qué?, ¿soy una maltratadora? 

Sacar las cosas de contexto y dejar que la gente piense sin impedir que lleguen a conclusiones falsas es su especialidad. Lo ha hecho siempre. 

Yo no sé cómo van a acabar las cosas, solo sé que a mi hermano le espera un largo camino de espinas y que nosotras, su familia, lo caminaremos con él. Y voy a gastar mis energías en desearle lo mejor a él, no voy a gastar esfuerzos en desearle ningún mal a ella, porque ni eso se merece. Pero, aunque yo no lo vea, espero que la vida la ponga en su sitio algún día, porque hay que ser muy miserable para actuar como lo está haciendo.

También tengo otro deseo que me quema la piel, y éste es en relación a mi sobrino. Espero que, a pesar de ser solo un adolescente, tenga su propio criterio y sepa siempre que su padre lo ama y que sus tías y su "yaya" siempre le van a llevar en su corazón. 


martes, 9 de julio de 2019

MAYO LLEGÓ EL 3 DE JULIO

¡Que nooo! Que no me he vuelo loca. Mayo es el nombre del nuevo miembro de mi familia gatuna. En la noche del 3 de julio, al regresar de una reunión con unos amigos, unos maullidos desesperados tenían asomados a las terrazas a unos cuantos vecinos. Al principio pensé que era el gato de una pareja que parecía estar buscándole en la calle, así que, sencillamente, les deseé interiormente suerte para que recuperar al gatete y seguí con mi coche para aparcar en el garaje. Pero ya e casa, después de un buen rato, los maullidos seguían rompiendo la calma nocturna, así que me asomé a la terraza para curiosear cómo iba la cosa. Entonces me di cuenta de que la pareja a la que creí papás del gato ya se habían ido. Tampoco estaban ya mis demás vecinos asomados, por lo que parecía evidente que el gato no era de nadie y que nadie iba a hacer nada por él. Nadie no... claro... Se me partía el alma con cada gemido con lo que decidí bajar, al menos, pensé, le pondría comida...

Lo vi enseguida. Lo llamé agitando el bol de la comida y, poco a poco le vi acercarse. Sin embargo, si me movía lo más mínimo de mi incómoda posición en cuclillas, volvía rápidamente a a retaguardia, con lo que mi objetivo de alimentarle se estaba complicando. No sé cuánto tiempo estuvimos con ese tira y afloja, pero llegó un momento que di por perdido mi deseo de darle de comer. Le dije como si me pudiera entender que si no se acercaba me tendría que ir, que le dejaba algo de comida en la acera y ya está. Vacié parte del contenido del bol y me levanté para volver a casa. Cuando ya había cruzado la carretera eché un último vistazo y ahí estaba, siguiéndome como un perrito. Ni tocó la comida que dejé en el suelo, solo me seguía... Aunque cuando vio que me daba la vuelta, se quedó parado en medio de la carretera. ¡Ahora sí que la había hecho buena! ¡Hombre, que no te puedes quedar ahí en medio, que te va a pillar un coche!

No me quedó otra que hacer un nuevo intento para que se acercara en mi dirección. Le volví a tentar agitando las bolitas de pienso y esta vez el gatillo corrió sin dudarlo hasta mí, dejándome bastante aliviada de no saberlo en peligro de atropello... Le acerqué la mano para que me oliera y con algo de timidez se fue acercando cada vez más hasta que me tocó con su hociquillo. Y desde ese primer contacto, ya no hubo vuelta atrás. Comió y luego, agradecido, no dejaba de rozarse contra mi mano, buscando que le acariciase. ¿Qué iba a hacer? Pues no había más opción, ya me había seducido: me lo llevé a casa. Ya pensaría después cómo buscarle una familia, pero en la calle no iba a dormir una noche más.

Esa primera noche le acomodé en la terraza, que por más que tuviera ganas de comérmelo a besos, primero tenía que estar segura de que no portara parásitos que pudiera compartir conmigo o con mis chicas. Le puse más comida, agua e improvisé un pequeño arenero hasta la mañana siguiente.

Tiza y Gea, como es natural manifestaron su protesta ante la intrusión con bufidos varios, pero a los pocos minutos, Gea decidió que ya había visto lo que tenía que ver y se retiró a su trono, y Tiza se quedó velando al otro lado de la mosquitera observando al personaje que de repente había irrumpido en su cómoda existencia.

A las diez de la mañana ya estaba yo esperando en la puerta de mi veterinaria para presentarle al bichito y tratarle de pulgas y demás incordios que pudiera portar. Mientras la esperaba en la puerta de la consulta, comencé con la multidifusión para tratar de buscarle un buen hogar.

Fue al día siguiente que una ex-compañera de mi hermana se prendó de Mayo, como le llamé provisionalmente por haber calculado la veterinaria que debió nacer a principios de este mes. La chica contactó conmigo y concertamos una cita a la cual acudió con urgencia pues tenía muchas ganas de tenerle. Ella nunca había tenido mascotas de ningún tipo, así que no paró de hacerme preguntas a las cuales respondí de mil amores, haciendo también que recordara muchas anécdotas sobre Gea y Tiza, así que pasamos unas horas agradabes y tras acompañarle a comprar un trasportín, porque no había venido preparada para el traslado, mi pequeño huésped se fue con la que se suponía que iba a ser su nueva mamá.

Siguiendo mis recomendaciones , la chica dejó todas las ventanas de su casa cerradas antes de irse a trabajar, para evitar encontrarse con la triste circunstancia  de que Mayo (o Buda, como parece que ella quería llamarle) se hubiera marchado a su regreso. Aun así, cuando volvió del trabajo no le encontraba por ningún lado y me llamó desesperada. Le expliqué que si estaba todo cerrado el gato estaría en casa, que lo más probable es que se hubiera escondido y que incluso se hubiera quedado dormido, que lo mejor que podía hacer era relajarse, comer, ver la tele y esperar a que saliese por sí mismo, pero vaya, sabía de sobra que no me haría caso, porque por propia experiencia sé que se pasa muy mal creyendo posible incluso las fugas más inverosímiles. Le dije que si en unas horas no aparecía iría hasta su casa para ayudarle a buscarle, pero la vi tan desesperada que no pasaron esas horas, en una posterior llamada en la que me di cuenta de que no se iba a tranquilizar, me mandó su ubicación y acudí a su casa para tratar de ayudar a encontrarle...

No tengo palabras para describir lo que vi al llegar a esa casa. Era tal el desorden, las bolsas, la ropa, la de huecos atestados de cosas... Yo no veía una casa, veía trampas por todos lados. Pensé que si el gato no salía por su propio pie, sería imposible dar con él. Aunque nada más llegar sabía que estaba allí porque al escuchar mi voz maulló una sola vez. También había dejado una caquita en la ducha, cosa que no me gustó porque los gatos solo dejan de usar su arenero si no les gusta cómo está. Efectivamente, la novata mamá no había seguido mis indicaciones del día anterior así que comprendí la caca de la ducha. Inconscientemente, en mi cabeza no dejaban de sumarse motivos para no estar segura de si había elegido a la persona correcta, pero me dije que tendría que aprender, y eso tiene siempre solución. Eso sí, no dejé de aconsejarle sobre lo que yo haría para evitar más malos ratos como el que estaba pasando, consejos como por ejemplo que cuando se fuera a trabajar le retirase la comida, para que cuando ella volviera, tuviera hambre y acudiera más fácilmente a su llamada en caso de que se hubiera vuelto a esconder, o como que dejarlo todo cerrado no significaba que cerrara los cristales, que con dejar las persianas bajadas era suficiente, en fin, cosas así. En cuando al orden de su casa me corté un pelo en decirle por no ofender, aunque supongo que mi cara de sorpresa al llegar y mi comentario de que aquello era un parque de atracciones  (por no decirle el pasaje del terror), junto con mi expresión facial, que a seguro debía ser de desagrado sin poder ocultarlo, al más puro estilo Antonia Calderón, probablemente la ofendieron. He de decir que no pretendía ofender a nadie y desde luego, no le dije nada ofensivo, por más que mi cara reflejara mi disgusto. Seguimos buscando hasta que le escuché de nuevo y, por fin, lo ubiqué en una habitación. Apartando todos los trastos di con la caja de plástico que le había servido de refugio y al retirarla salió corriendo, casi volando en dirección al salón. Se volvió a esconder tras el mueble del televisor que estaba retirado de la pared, permitiendo que se quedara atrapado en una maraña de cables imposible...

En fin... No voy a seguir dando detalles del caos. En realidad, ya le habíamos encontrado, le saqué de entre los cables y me senté con él para tranquilizarle. Intenté que fuera ella quien hiciera esta operación, porque la casa se puede ordenar, pero a esas alturas necesitaba observar cómo se relacionaban entre sí. Rechazó el ofrecimiento de malas formas, diciéndome que no quería forzar al gato e intenté explicarle que el gato no es una persona, que un poco sí tenía que tratar de acostumbrarle, que lo intentara... 

No sé muy bien que le pasó por la cabeza a a muchacha en ese momento, pero su cara se transformó de manera desagradable y acto seguido comenzó a insultarme, empezando por decirme que yo era una egoísta. Os aseguro que no entendía nada, pero tras inútiles intentos por calmar esa actitud, me quedó muy claro que mi paciencia ya había llegado al límite. Todas las células de mi cerebro, de mi cuerpo entero me decían que tenía que sacar a Mayo de allí y, por si fuera poco, sus maullidos que volvían a ser tan estridentes como la noche que le recogí de la calle, parecían gritarme que no quería quedarse allí. No sé cuantos minutos pasaron en los que seguía escuchando como en un segundo plano los reproches de esa mujer mientras que en mi cabeza me debatía entre tratar de explicarle que lo mejor era que me lo llevase hasta que pusiera orden en esa casa y la adecuara para tener a la criatura o agarrar al gato y llevármelo a las bravas... Me sentía como en las típicas escenas de pelis en las que un individuo tiene  a ambos lados de la cabeza un diablito y un angelio dándole indicaciones encontradas... Finalmente, esta vez, ganó el demonio. Me lo llevé en un arrebato, sin mirar atrás, porque la sabiduría del instinto me dijo que ea mujer no iba a atender a razones y que, tal vez fuera capaz de enzarzarse en una pelea incluso, lo cual no estaba dispuesta a averiguar.

Así es como, tras un viaje en coche de 30 minutos y sin trasportín, Mayo regresó a mi casa, la suya desde ese mismo día, porque aunque por el camino iba pensando que aún tenía la opción de otra persona que parecía haberse interesado por él, al final, fue Tiza la que decidió que se lo quedaba ella.
Fue casi mágico ver que al llegar, Tiza le acogió como si le hubiera estado esperando, como si le hubiera echado de menos las horas que no había estado con él. Llevan cuatro días sin parar de jugar, haciendo croquetas de abrazos y durmiendo el uno junto a la otra de la forma más adorable que jamás he visto, así que, aunque no estaba previsto, aunque mi bolsillo se resienta y aunque parezca que esto es un poco una locura, me quedo con mis tres gatos sintiéndome muy feliz de estar dándoles una buena vida. De hecho, todo esto que ha pasado me ha hecho reflexionar sobre el deseo de tener un animal en casa. Debe ir más allá de la pretensión de recibir cariño por parte del animalito, o incluso más allá de querer dar cariño a un animal. A veces te encuentras que el gato no es cariñoso, como mi Gea, sin embargo, yo la amo desde siempre, cada día más, a pesar de que tan solo en los últimos años se ha mostrado más receptiva a los mimos que siempre quise ofrecerle. Su carácter siempre fue esquivo, pero, aunque no le ha gustado nunca mucho el contacto físico, siempre buscaba dormir a mis pies, eso fue durante años lo más que podía recibir de ella, pero no ha sido motivo para no estar completamente enamorada de ella. Luego llegó Tiza, tan amorosa como trasto, la que se ha cargado mis cortinas recién estrenadas y otras cosas... Y ahora Mayo, capaz de hacerme disfrutar de estas adorables escenas de juegos y siestas compartidas... He caído en la cuenta de que realmente, lo que me apasiona, lo que realmente hace que tenerlos me compense no es solo su compañía y su más o menos cariño explícito, lo que verdaderamente me hace feliz y por lo que sé que siempre habrá un felino en mi vida es que me hace sentir orgullosa saber que le puedo dar y le doy una muy buena vida. Creo que en definitiva, ellos hacen que sienta que soy una buena persona.

Me sentí muy mal por mi forma de llevarme a Mayo de la casa de esa mujer. Nunca sabré a ciencia cierta cómo hubiera reaccionado si le hubiera dicho amablemente, a pesar de sus insultos, que lo mejor para él era que me lo llevara, pero en ese momento seguí mis impulsos y lo hecho, hecho está. No obstante, me hubiera gustado explicarle que antes de decidir tener un animal en casa debería preparar el nido, hacerlo acogedor y adecuado, un sitio seguro y agradable. No vale solo tener el deseo de tener una mascota... Y, por supuesto, tener muy claro que es una responsabilidad para toda la vida. 

¡Aynnnsss! Bueno... Es hora de cenar, para mí y para mis chicas y chico, así que os voy dejando... Es
hora de dejar de mirar la pantalla y deleitarme mirándoles a ellos. Buenas noches.






jueves, 13 de junio de 2019

SUMA Y SIGUE (Nueva agresión a una profesora. ¿También tú te echas las manos a la cabeza?))

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Ayer, tras sonar el despertador, o mejor, dicho, tras que mis gatas me despertaran veinte minutos antes de que éste sonara, me levanté de la cama para iniciar mi rutina diaria antes de trabajar: poner de comer  a Tiza y Gea, darle las medicinas a la segunda, asearme, vestirme, limpiar el arenero, desayunar algo... Y, como siempre, mientras que hago todo esto, pongo la televisión para escuchar las noticias y que me sirva de cronómetro, porque tengo medidas las cosas que hago según el espacio  por el que vaya el noticiero (cada uno tiene sus manías...). Aún no había llegado a la parte del aseo, fue lo primero que escuché entre bol y bol de pienso gatuno: un alumno en Valencia ha apuñalado a su profesora por un desacuerdo con la nota que le ha puesto.

Pincha aquí para recordar el caso
Me acordé inmediatamente del caso de 2015 de Abél Martínez, al que otro alumno mató en
Barcelona. En esta ocasión, afortunadamente, la profesora ya está dada de alta y no hay que lamentar su pérdida, pero no dejo de pensar en lo que tiene que estar sintiendo...

Entiendo a las personas que se echan las manos a la cabeza y se preguntan dónde vamos a llegar, sin embargo, no entiendo mucho a esas mismas personas que se escandalizan de las conductas violentas de nuestra juventud y no valoran los intentos, a veces quijotescos, de instaurar una disciplina en los centros. Y digo quijotescos porque en estos momentos del curso yo me siento como Quijote luchando contra los molinos de viento. Me niego a tirar la toalla, pero me resulta una batalla perdida.  Si tuviera que hacer una lista de los  los molinos a los que nos enfrentamos los profesores para intentar inculcar unos valores positivos en nuestros alumnos, después de bastantes años de experiencia,podría decir que uno de ellos es  la falta de educación en los hogares, el primer lugar que debe servir de referencia y que, en muchísimos casos, son referencia de lo contrario. Los porqués de esta cuestión son tantos y tan variados que ya no me molesto en analizarlos, procuro no juzgar a los padres porque no siempre tengo todos los datos para hacerlo y, por algo más importante, porque no me soluciona nada de cara a intentar que esos alumnos conozcan otro camino más ético. Simplemente tengo asumido que, además de enseñar
biología, o más bien, antes de enseñar biología, mi principal cometido es la educación en valores. De hecho, he llegado a hacer que la biología que les trato de enseñar sea un continuo ejemplo de respeto: respeto al cuerpo, respeto a los seres vivos, respeto a la naturaleza...En realidad, todos formamos parte de un gran ecosistema y, desde ese punto de vista, la búsqueda del equilibrio es esencial, con lo que no es tan descabellado trasladar los mismos criterios al ecosistema llamado "Instituto". Y, como
parte fundamental del funcionamiento de este ecosistema están las normas de convivencia y de ejecución en el centro. Porque es la primera sociedad a la que pertenecen los alumnos y, por eso, mucho de lo que aprendan aquí, repercutirá en su modo de vivir. Así que, como decía, soy consciente de las carencias que muchos traen de casa, pero no me resulta un impedimento para querer mostrarles otro camino, para desear conseguirlo... Osea, molino derribado. No doy por perdido a ningún alumno mío porque provenga de una familia desestructurada, o por todo lo contrario, de una familia donde se le tiene tan mimado y sobrevalorado que vaya rezumando prepotencia por los poros, ni, por supuesto, porque sea de una familia de inmigrantes (que para algunos, no pocos, la culpa es de los que vienen de fuera, aunque después no, ellos no son racistas. Aunque este es otro tema del que mejor hablar en otro momento.)

Los medios.  Las redes. Los molinos modernos. Los contenidos televisivos a los que dedican demasiadas horas diarias. Otra cuestión preocupante, sin lugar a dudas, y a veces, mucho más influyentes que los propios padres. Para mí ya es una lacra. Y, a pesar de todo, tampoco esta gran muralla me resulta suficiente para que yo me desanime ni dé mi labor por perdida. No, porque aunque os parezca mentira, en muchas de  mis clases de tutoría, me han servido estos mismos contenidos para que ellos comprendan lo nocivo de seguir estos modelos. Y, por otro lado, no demonizo todo lo que sale de la tele o de las redes, que bien empleadas, pueden ser una herramienta muy potente para hacer las cosas bien y para que nuestros deseos de cambio sean más factibles. Molino en ruinas. Como veis no me desanimo fácilmente...

Con lo que aún no he aprendido a  lidiar es con el boicot que algunos compañeros hacen sobre nuestra profesión.  El molino supremo. Esto sí que me llega a derrumbar por momentos y me hace temer por la llegada a buen  puerto.

Si, como ya he expuesto antes, para muchos alumnos somos el referente en valores, es muy importante nuestro ejemplo, porque, déjense de historias, todos hemos aprendido a bese del ejemplo que otros nos proporcionan. Así que, aunque pueda parecer una estupidez, la importancia que nosotros les demos a las normas y cómo nosotros mismos las cumplamos será lo que ellos aprendan. Si alguno de nosotros no las sigue ni las hace seguir a su alumnado, supondrá un contagio negativo y en poco tiempo (mucho menos del que se tarda en implantarla), la norma dejará de seguirse y tendrá una consecuencia mucho mayor de la que la norma en sí misma pretende controlar. Esta consecuencia es que impepinablemente la autoridad del profesor se verá recabada. Y, posiblemente esa norma incumplida no sea la crucial para salvar al mundo, pero será un suma y sigue que finalmente desembocará en faltas de respeto a la "autoridad" que se supone que somos. Y un mal día, a un niño se "le va la pinza" y te agrede verbalmente y al otro día tenemos a otro que se le va el tendedero entero y te clava un cuchillo porque tú no importas, porque su escala de valores está totalmente distorsionada y entonces tú te echas las manos a la cabeza y le echas el muerto a la sociedad, a la tele y a sus padres, eludiendo tu responsabilidad.

Hay muchos, muchísimos profesionales como yo que nos "matamos" en pos de esta responsabilidad que nos caracteriza y luchamos día a día para que los alumnos comprendan las normas y su necesidad (no solo las acaten), que valoren la paz, que la deseen, que la entiendan como un trabajo que empieza por uno mismo. Nos volcamos en seguir formándonos para llevar a cabo una disciplina positiva, porque dejamos atrás técnicas obsoletas y castigos crueles que no hacen más que reprimir y conseguir en muchos casos el efecto contrario, pero que somos conscientes de que lo bueno no es la anarquía y el todo vale. Que si queremos vivir en libertad hay que tener muy claro la regla de oro que de tan pequeña a mí me enseñaron tanto mis padres como mis buenos profesores: QUE MI LIBERTAD TERMINA DONDE EMPIEZA LA DEL OTRO. Así que tratamos de buscar, aprender y enseñar el equilibrio. Mucho, mucho trabajo a nuestras espaldas... Demasiado trabajo para que unos cuantos lo desbaraten todo por no seguir unas sencillas normas, por pensar más en su ego que en el trabajo en equipo, por no ser conscientes, NI QUERER SERLO,  del efecto onda que esto supone.

En este final de curso, mi límite está siendo ya superado porque hasta la directiva de mi centro, a la cual respeto en lo profesional y en lo personal, a la que tanto he agradecido su visión sobre la disciplina que tanto comparto, con la que he trabajado codo con codo por ponerla en práctica viendo positivamente los resultados, se siente tan impotente como yo al pretender que ciertos compañeros entiendan lo que hacen cuando pasan de estos mínimos. Siento que, tras muchos intentos, ya descartan la idea de llamar la atención a estos "profesionales" porque saben, como yo, que de nada servirá. Y esto, amigos, sí que me derrumba. Tal vez sea que estoy muy cansada a las alturas de curso en la que estamos. Ojalá el verano me sirva para recuperar mis fuerzas para seguir adelante incluso con este nuevo muro (o viejo, porque no es la primera vez que tomo conciencia de la ineptitud de algunos que desempeñan esta profesión). Ojalá encuentre la manera de derrumbar este muro como he derrumbado los otros. Pero lo cierto es que en este momento estoy un poco hundida y con una profunda tristeza. Confieso que no sé luchar contra la rabia que me genera cruzarme cada día por los pasillos con estos compañeros y sentirme impotente y pisoteada. 

Tal vez, alguno de los que me leéis pensáis que estoy sacando las cosas del tiesto, pero,por suerte o por desgracia, he pasado ya por muchos centros y sé bien de lo que hablo. No quiero decir con esto que lo que ha ocurrido en Valencia sea por una mala labor en cuanto a la disciplina de ese centro en concreto. Las cosas nunca se deben a un solo factor. Solo digo que echar balones fuera nunca es la solución de nada. Solo digo que no ir todos juntos tirando de la carreta supone que la carreta  finalmente no tire. Solo digo que me jode un montón haber tenido la oportunidad de trabajar en un lugar con un proyecto educativo maravilloso y ver cómo este curso algunos lo han dañado estúpidamente. Yo aún tengo que conseguir mi plaza, que sigo con la interinidad en la espalda, pero desde luego, si por mí fuera sé muy bien qué tipo de examen deberían pasar aquellos que desean dedicarse a esta profesión en la que trabajamos con el material más sensible del Universo,  nuestros niños. Y no, no sería precisamente recomprobar cuánto sabe cada cuál de su materia, ni siquiera si sabe "programar". Os aseguro que no es eso lo que se necesita en las aulas.



Le deseo una pronta recuperación a esa profesora valenciana, sobre todo una recuperación de la herida emocional que seguro le habrá causado la experiencia que acaba de vivir.

sábado, 18 de mayo de 2019

Y, POR FIN, LLEGÓ EL DÍA: 16 de mayo de 2019

Por fin, después de un mes y diecisiete días, llegó el momento de hacer entrega de los "babypelones" (hemos llegado a 60) que me habéis regalado por mi cumpleaños.

Mi cumpleaños... Nunca he celebrado un cumpleaños más largo y más feliz. Desde el primer día tras comentaros la idea del cumpleaños solidario, he estado recibiendo muñecos y, cada vez que llegaba un peloncito a mi vida ha sido recibir un pedacito de felicidad. Felicidad porque me ha emocionado toda la gente que os habéis sumado  mi propuesta. Felicidad por saberme tan acompañada en vuestros corazones, felicidad porque pensaba que la aportación económica a la investigación del cáncer iba creciendo y felicidad al anticipar lo bonito que iba a ser entregar los muñecos a los niños en el hospital.

Pero lo que no imaginaba es que la entrega se iba a convertir en algo tan especial. Cuando me puse en contacto con el hospital para comentarles que quería hacer esta donación me dijeron que hablara con María José, una mujer que trabaja para la asociación que se ha encargado de coordinar la entrega al hospital. Ella se emocionó con la idea y, en seguida, se puso a trabajar para que pudiera acudir con algún alumno de los que han colaborado y con algún amigo... Pero la cosa ha ido a más...

Al poco de hablar con María José, me llamó para decirme que la representante de prensa del hospital, Marina, quería hacer una nota de prensa, que también le pareció la iniciativa digna de hacerla pública, así que, un poco abrumada por esto, pero también ilusionada, mantuve en secreto el tema con los niños, porque no quería condicionarles, ni que eso motivara el que me aportaran más muñecos. Que no lo he dicho antes, pero es que al comentarles a mis alumnos en clase lo que iba  a hacer por mi cumple, queriendo darles una idea de cómo hacer de sus propios cumpleaños algo solidario, lo que hicieron fue sumarse al mío, así que durante todo el mes de abril, día sí, día no, he tenido regalitos en clase y sus pelones me han acompañado junto con mis libros y sus exámenes...

Finalmente, la nota de prensa se ha convertido en un directo para Canal Sur y un artículo en el ABC (pincha para leer el artículo) Sevilla, así que ¡hemos salido en la tele! ¡Menuda vergüenza que pasé! Pero también ha sido un momento divertido y emocionante que seguro que mis 5 alumnos no olvidarán en algún tiempo, porque todos teníamos en la cabeza que difundir la noticia puede servir para aumentar las posibilidades de que más gente nos copie y se haga más grande la aportación. 



Y lo que sin duda no vamos a olvidar ninguno en mucho tiempo fue lo que no se ve en la grabación: la entrega a los 12 niños que estaban hospitalizados en ese momento en la 4ª planta del materno. 

Todos, por desgracia, tenemos en la mente a alguien cercano que ha sufrido el cáncer, algunos nos dejaron prematuramente por culpa de esta enfermedad y nos llenaron el alma con la tristeza de su ausencia para toda la vida. Otros pueden contarlo y nos llena de esperanza saber que se puede... Mis alumnos, las madres que les acompañaban, mi hermana y mi amiga Rocío (en representación de todas mis amistades y contactos que habéis participado) y yo misma, hicimos entrega de los babypelones a cada niño que encontramos tras cada una de esas puertas que abrimos deseando que nuestro regalo fuera mágico, deseando que la esperanza que queríamos transmitir fuera la cura para todos ellos...

Ha sido duro ver las caritas de esos niños tan pequeños y saber que están luchando tan duro para
seguir aquí con sus padres, sobrecoge escuchar la risa espontánea de uno de ellos que llenó de repente cada milímetro del espacio. Los más pequeñines, que tal vez tienen la ventaja de no ser muy conscientes de lo que les pasa, tomaron sus nuevos amiguitos avainillados, los olieron y nos sonrieron.  Angustia el gesto enfadado de una adolescente, de la misma edad que mi alumna que le entregó su muñeco. Era fácil saber lo que decían sus ojos...  Tal vez, ella fue la que me quitó el sueño esa noche.

Nos guardamos la emoción dentro del lagrimal, admiramos la dedicación y fuerza de espíritu de los que trabajan a diario con estos niños y también con el dolor de sus padres. Porque la enfermedad no es solo de quien la padece, eso los sabemos todos muy bien. Contuvimos la emoción, pero no fue en vano, porque así pudimos también dejar que sus rostros se nos quedaran bien grabados en nuestras retinas. Su recuerdo nos debe servir para apreciar más nuestra propia vida, que ninguna enfermedad nos ata a la cama de un hospital y que, por tanto, tenemos la obligación de vivir más y mejor. Más felices, entendiendo la felicidad como lo que es, un trabajo diario con uno mismo, el más difícil y el más fácil a la vez, porque solo requiere de una cosa: decidir serlo. 

Gracias a Aurora,  Mariluz, Joseillo, Christian, José Miguel, Isabel, Victoria, Covadonga, Inma, Leticia, Grato, Amparo, Carlos Salobreña, Mª Carmen León, Rocío, Mª Carmen Seguiri,  mi Mª del Mar, Águeda, Celeste, Ángela, Mariví, César,  Miriam, a mis farmacéuticas, a mi hermana Irene, Mónica, Irene García,  Ana ("madre de acogida" de mi Tiza), Carlos y Fernando, Ana (mi compi de coche de la Línea), mi Joan, Francis, Jorge, Eva "madrina", Juani y Aníbal, Mª del Mar Montoro, Jesús, Virginia (mi mejor vecina), Pilar y, como no, con un cariño enorme, gracias a mis alumnos: Juan, María González, Carla, Nerea, Sandra Blanco, Juanma, Anastasiya, Susana, Alba, Sandra Biedma, Jaime, Saúl, Cristóbal, José, Celia y Alejandra, Íker, Sergio, Paula, Cándido y Erka. A vosotros y a vuestros padres, especialmente a Virginia que me ha hecho además de taxista. Gracias por haber hecho todo esto posible.



Gracias también a todos los que os enterasteis tarde del asunto y que por eso, estoy segura, no habéis tenido ocasión de participar, pero sí de llenarme de orgullo con vuestros mensajes. Muchísimas gracias de verdad, porque puede que no busque el reconocimiento, pero tenerlo es una gran satisfacción que disfruto con la mayor humildad posible.

Incluso gracias a la persona que me generó tal malestar aquellos días previos al 1 de abril que necesité hacer algo que llenara de energía positiva mi alma para contrarrestar  la amargura que dejó  su paso por mi vida. Gracias, porque me has dado la oportunidad de DARLE LA VUELTA, y algo mejor, recordar cómo hacerlo siempre. 


lunes, 1 de abril de 2019

CUMPLEAÑOS SOLIDARIO

Queridos/as todos/as:

(me niego a poner el masculino y el femenico cada vez, ¿eh? Daros por incluídos ambos géneros cada vez que sea oportuno😝)

Falta exactamente un mes para que el calendario marque un nuevo año en mi vida. Ya van 46 primaveras, como suele decirse. 

No puedo decir que mi vida vaya sobre ruedas en todos los sentidos, sin embargo, me siento mejor que nunca. Seguramente porque en los dos últimos años, sin quitarme méritos por los anteriores, me he hecho el mejor regalo de todos que ha sido dedicarme a mí y a entenderme como nunca antes, es decir, sin flagelarme continuamente por mis defectos y sin hacer de los fracasos derrotas insalvables, sino todo lo contrario, entendiendo que son la oportunidad para seguir aprendiendo y creciendo. Que una cosa son los años, y otra cosa es CRECER. 

En fin, que, como a pesar de los bajones de ciertos momentos, que también una tiene que integrar en su vida como algo natural, me siento "en forma" y, tal vez, porque hace mucho que sé que hacer algo bueno por otros es hacer algo bueno por uno mismo, en este cumpleños he sentido la necesidad de hacer algo especial.

Algunos de vosotros sabéis que me he embarcado en una reforma en casa que pronto concluirá y, por supuesto, ya os iré invitando a alguna merienda, cena o lo que se tercie. Adelantándome a la tentación de que me regaléis algo para estrenar mi casita o cualquier otra cosa que probablemente no necesito, aunque agradezca igualmente, he pensado en pediros que colaboréis conmigo en esta idea que creo me hará más feliz.

Como es natural, no es necesario que lo hagáis, a mi casa estáis invitados con o sin regalo de estreno o de cumpleaños. Con algunos mantengo esta tradición de regalar, con otros no y con muchos, hay años que sí, y años que no, o sea, que nadie se sienta comprometido por esto, POR FAVOR. 

Lo que me gustaría es que, si alguno está pensando en hacerme un regalito, me regale un "babypelón". Son unos muñequitos muy simpáticos cuyo importe se dedica a la investigación sobre el cáncer infantil. Mi idea es que mi regalo sea doblemente solidario porque, a parte de que el dinero que os gastéis en estos muñecos, será destinado a esto, yo donaré los muñecos en sí a niños que se encuentren hospitalizados en mayo en el materno infantil. 

Ahora sí que me gustaría ser de ésas que cultiva la tradición de regalar por los cumpleaños de todo el mundo para tener la misma respuesta y conseguir muchos muñecos, pero no soy de ésas, así que, siendo realista, no creo que vaya a recibir tantos muñecos como felicitaciones vía facebook ese día, jejeje, pero bueno, si recibo tres, donaré esos tres (incluyendo el que yo misma compraré). 

Tal vez, lo que sí os dé sea una buena idea para vuestros propios cumpleaños o para el cumpleaños de vuestros hijos. Yo, desde luego, voy a compartir mi idea con mis pequeños "monstruitos" de clase. Que a lo mejor, en vez de hacer campañas simbólicas en el instituto para esto y aquello, consigo que hagamos algo real y que además puedan disfrutar de los resultados. Estoy segura de que ver sonrisas en esos niños que reciban un muñeco sin ser su cumple o sin ser navidad, será algo que no olvide ninguno y les enseñe que SÍ se puede hacer un mundo un poquito mejor. 

Os dejo aquí la página web donde podéis obtener información sobre el proyecto de los BABYPELONES  y donde podréis ver dónde podéis adquirirlos.

Si alguno desea mandarme por correo "mi regalito" poneros en contacto conmigo y os paso mi dirección completa. No la pongo aquí por razones obvias. Voy a colgar esto en facebook y podréis contactar conmigo también por what'sapp o por teléfono. Y si alguien que no es de mis contactos quiere colaborar en mi cumple, dejadme un comentario por aquí con alguna forma de contactaros y lo haré. Muchísimas gracias.


web:  BABYPELONES


Y, lo dicho, NO OS SINTÁIS COMPROMETIDOS. Es solo una idea. Igual os ahorro quebraros la cabeza a más de uno, jejeje. UN BESAZO ENORME a los que hablamos constantemente y a los que hace ya mucho que no veo o no hable por lo que sea. No veros, no significa que no os quiera, ni os recuerde.