sábado, 5 de octubre de 2019

LA GRAN ESTAFA

Éste es mi espacio y ésta es mi opinión. Espero que el hecho de usar mi derecho a la libertad de expresión (art. 20 de la Constitución española) no afecte negativamente a alguien a quien amo, porque mi deseo, más bien necesidad, es desahogar la indignación que me produce lo que precisamente le está pasando. Tampoco es que me lea mucha gente. No es éste un blog privado, pero casi... En cualquier caso, no daré nombres, por eso de proteger la intimidad de todos, que mi única intención es que lo que me está comiendo por dentro no lo haga más de lo que ya lo ha hecho. Simplemente voy a contar un cuento...

Erase una vez un chico que se enamora de una chica en su más tierna adolescencia. La chica le convierte en su mejor amigo, se acostumbra a contar con él para todo y tan útil le resulta esa amistad que le niega durante años el derecho a ser otra cosa por miedo a perder eso que tanto valora. El chico, que sigue colado por sus huesos, prefiere ser su apoyo, su hombro, su espalda, vamos una tabla de salvación entera para ella, que no tenerla de ninguna forma, así que acepta durante todos esos años el papel que ella le ha dado en su vida. Tuvo que comerse dos relaciones infructuosas que la chica tuvo con, curiosa la cosa, dos amigos de él.Tanto le llegó a doler que con el segundo intento tuvo que poner tierra de por medio y hasta se alistó en la marina por un tiempo.   Y no voy a entrar en detalles, porque ni en "modo cuento" me atrevería  a relatar ciertos aspectos de la historia, aunque tengan una vital importancia. Pero hay cosas con las que jamás debería jugarse y, aunque ella no parezca tener vergüenza, no es mi caso. Así que perdonadme si me salto unos meses cruciales en los que el chico, que ya había vuelto de su exilio, y que volvía a ocupar su eterno puesto de mejor amigo, estuvo a su lado para todo cuanto ella necesitó. Así fue hasta que, por fin, un día, ella decide que quiere que el chico sea algo más en su vida que ese amigo al que temía perder si le daba la oportunidad de tener una relación amorosa con ella. El chico no está muy conforme con que esa decisión ocurra bajo los efluvios de algunas copas, pero ya está muy cansado de seguir los dictados de su sentido común y se deja llevar sin más. A mi juicio, esos efluvios estaban más que estudiados, no fue un impulso sin más. Sencillamente, en su situación, la chica vio más que conveniente tener a su lado a quien sabía que jamás le fallaría, porque así se lo llevaba demostrando toda su vida. 

Así fue como, tras separarse de su antigua pareja, comienza con el chico, por fin, una historia de amor. No sabían muy bien cómo se lo tomaría la familia de él que, desde siempre habían visto como ella le daba calabazas. Con toda seguridad recelarían de las intenciones de la chica, por eso era mejor tener un cómplice, alguien de la familia que fuera más susceptible de ver con buenos ojos aquel giro en su historia. Y así fue como fui la primera a la que dieron a conocer su reciente relación. La estúpida romántica que yo era por aquel entonces se enamoró del final feliz que por fin el chico daba a su insistente enamoramiento, y se puso al servicio de esa pareja, sobre todo de ella, a la que ayudó en todo, hasta a la hora de que el resto de la familia de él diera la bienvenida al amor que no llegaba libre de cargos...

Al chico le costó también lo suyo creerse su nueva situación, no creáis, pero poco a poco todos fuimos creyendo, pues era evidente su felicidad; eran, como lo habían sido, los mejores amigos, un perfecto equipo a la hora de afrontar los obstáculos que surgían en el camino y, realmente parecía que era así como tenía que haber sido desde el principio...

Mi familia, que puede que recelara un poco al principio, no es más que una gente confiada, que no es capaz de ver la malicia en los demás, que siempre están dispuestos a ayudar; y, de forma natural, superado en primer escalón, integraron la presencia de la chica como parte activa de ese núcleo familiar. Pero hubo una circunstancia que hizo que para mí todo cambiara. Yo, que había sido la avanzadilla para ellos y que había bendecido antes que nadie esa unión, me bajé del autobús de la ceguera muy pronto. Tuve que convivir con ellos durante un tiempo que tampoco merece la pena explicar aquí con detalles, pero que supusieron un antes y un después en mi visión de aquella chica. Es normal que surjan conflictos en una convivencia, pero con ese espíritu de diálogo que caracteriza a los míos, cuando se dieron los primeros problemas traté de resolverlos. Y, como a la pregunta directa que le hice a ella sobre si se consideraba mi amiga o tan solo mi cuñada, ella contestó sin bacilar que yo era su amiga, traté de resolver el conflicto con ella y no a través de él. Hablamos en aquella ocasión de manera razonable, pero el problema se mantuvo y se agravó, con lo cual la segunda conversación tuvo un tono más duro, y como tampoco hubo una respuesta positiva, la tercera ocasión no hubo conversación. Sencillamente había colmado mi paciencia y mi reacción fue de hablar a gritos para quejarme de lo que ocurría. Esto lo presenció el chico, esta tercera y desesperada reacción, lo que condujo a la luctuosa situación de pasar un año y medio sin que él me hablara, porque, a pesar de lo justo que él suele ser, tratándose de ella pierde el norte, o tal vez, nunca fue consciente de las ocasiones previas en las que ella y yo habíamos hablado... No importa... Fue un tiempo muy duro para mí, pero un buen día, todo se arregló, y encima, aún tengo que agradecer a que ella intercediera... 

No, nunca más he creído que sea una buena persona. Y esto me ha traído problemas hasta con mi madre, porque cuando, en más de una ocasión, en alguna conversación nuestra he comentado que es más falsa que una moneda de plástico, he tenido que soportar las reprimendas y la directriz de ser cordial porque es la pareja de mi hermano. 

A todo llegamos a acostumbrarnos. Yo di por perdida la relación que tenía con él previamente y lo asumí en pro de la felicidad que siempre han vendido. Y, bueno, si él era feliz, pues ya está... Y estoy segura de que él era feliz de verdad, porque no hay más feliz que el que vive ciego de amor. Ella no sé, la verdad. Ahora dice que se le ha caído la venda de los ojos, y yo no me lo creo, como no me la he creído desde nuestro desencuentro. Para mí sigue siendo la misma cínica desde aquel día y la creo muy capaz de haber pasado 17 años engañando a todos hasta que, por alguna razón que puedo sospechar pero también me callo por no tener pruebas, ya no le resulta conveniente la relación con el chico. 

Pero lo indignante de esta historia no es nada de lo que he contado hasta ahora. Porque hasta este momento, a parte de mi sufrimiento en aquella época, en lo referente a su historia, no he contado nada raro: eran amigos, luego pareja y luego, a ella se le va el amor, y quiere dejarlo...

El problema no es que deje al chico y que le rompa el corazón. Esto duele, pero son cosas que pasan y, con el tiempo, se superan. El problema es cómo lo está haciendo. En las dos semanas que llevan separados, ella se ha dedicado a sembrar en su entorno la idea de que ha sufrido maltrato por parte de él. Que ella y el hijo que tienen en común han vivido con miedo. Y, lo peor de todo es que mientras ella echa al chico de su casa,  siembra las dudas y se busca un abogado y monta todo su puto teatro, mi hermano aún piensa que es que se está dejando influenciar por los demás, que ella no es así y que si recula, él la perdonaría. A duras penas hemos conseguido que acuda también a un abogado y se prepare para la que nos cae encima. Porque nos cae a todos. Porque en esta familia, a la hora de la verdad, demostramos lo que es el amor verdadero. porque nunca nos ha movido el interés. No es a ella a la que se le ha caído la venda de los ojos, es a él a quien se le tiene que caer de una bendita vez. 

El chico es grande,demasiado,  y cuando ya no tiene paciencia, vocifera, como yo aquella noche, solo que a él se le ve más grande... Y se le puede poner la cara roja de aguantar rabia, pero no es capaz de hacer daño, en ninguno de los sentidos a nadie, y menos a la mujer por y para la que ha vivido desde antes, mucho antes, de que fueran pareja. 

A mí me come el asco que me da lo que está haciendo, despotrico en voz alta y me desahogo cuando hablo con mi madre y con mi hermana, y la estampo contra la pared y la reviento en mil pedazos  cuando trato de expresar cómo me siento. Pero de ahí a que realmente piense en llevar a cabo tales actos va un mundo. Así que. ¿qué?, ¿soy una maltratadora? 

Sacar las cosas de contexto y dejar que la gente piense sin impedir que lleguen a conclusiones falsas es su especialidad. Lo ha hecho siempre. 

Yo no sé cómo van a acabar las cosas, solo sé que a mi hermano le espera un largo camino de espinas y que nosotras, su familia, lo caminaremos con él. Y voy a gastar mis energías en desearle lo mejor a él, no voy a gastar esfuerzos en desearle ningún mal a ella, porque ni eso se merece. Pero, aunque yo no lo vea, espero que la vida la ponga en su sitio algún día, porque hay que ser muy miserable para actuar como lo está haciendo.

También tengo otro deseo que me quema la piel, y éste es en relación a mi sobrino. Espero que, a pesar de ser solo un adolescente, tenga su propio criterio y sepa siempre que su padre lo ama y que sus tías y su "yaya" siempre le van a llevar en su corazón. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario