domingo, 10 de abril de 2016

HERE COMES THE SUN

Aunque hoy vuelve a estar nublado y hasta ha llovido, está claro que la primavera está ya poniéndome el Sol en la cara. Es el tiempo en el que las ganas de pasarlo bien supera todo lo demás y este fin de semana ha sido el pistoletazo de salida. Mi "compi" (otra adquisición en esta aventura chiclanera) no había tenido una buena semana, así que el viernes me propuse estar a su disposición para alegrarnos el inicio de las jornadas de desacanso, así que tras mi previa visita al dentista en Coníl y un buen paseo que aproveché en darme por allí, me puse mona y me fui a recogerlo al instituto. Nos fuimos al Puerto de Santa María. Compi, te lo digo, esto de coger yo el coche, por la noche y a un
sitio que desconozco, nada más que lo hago por ti, jejeje. Pero no me arrepiento. Cenamos en un sitio muy chic, tomamos una copa en un barecillo donde no conseguimos bailar y conocí a un nuevo amiguito que, a pesar de ser, para mí, un chiquillo, me ha llegado al corazón en dos minutos. Me alegro de que, al final, decidieras venirte a Chiclana, porque ayer pasamos una tarde estupenda. Mi Aurorita y Paco también vinieron a hacerme una visita, así que, de manera improvisada, tuve la mesa del porche por fin llena de gente, disfrutando de una comida playera, más improvisada aún.

Y es que, aunque el Sol ya pica, el viento que siempre hace por aquí, no invita mas que a pasear un rato por la playa, lo de tumbarse en la arena a tostarse lo vamos a tener que posponer, aunque, nda nos impide tratar de colorear nuestra piel en un lugar más resguardado de Eolo, como pudo ser, de nuevo, el patio de mi casa de alquiler. ¡Qué ratito más a gusto, chicos! No hay nada como tomarse un cubata tranquilito, conversando y echando unas risas al Sol. 



Os puedo asegurar que tuve uno de esos momentos de felicidad del que eres consciente y, entonces, te lo callas, para disfrutarlo por dentro. Una amiga que, con el tiempo, me demuestra una y otra vez que tengo un tesoro; su amor, que me recuerda que todavía hay gente que se enamora; un "compi" que está claro que ya va a ser otro de esos tesoros: alegre, leal y loco; y un cielo de niño que me recuerda, en cierto modo, a la chiquilla que también fui. Alguien que cree que ya ha pasado por muchas cosas en su vida, pero que no sabe que acaba de empezar a sentir. Alguien que defiende sus valores con uñas y dientes, sabiéndose en posesión de la honestidad y haciendo de ella su bandera, sin que haya aprendido aún que su verdad, por más pura que sea, no es la única que existe. Me hace sentir una especial ternura, porque alguna vez, incluso ahora, de vez en cuando, todavía siento como él. Es precioso, y sé, por otra parte, que mucho habrá de aprender que, desgraciadamente, hará que la visión de su mundo de blancos y negros se llene de tonos grises intermedios, y no será malo, será madurar, pero, a veces, solo a veces, desearía que lo blanco y lo negro aún se distinguieran tan bien. Indudablemente, la suavidad de los grises, conocerlos y apreciarlos, hace que el espíritu se calme. Pero qué vitalidad hay en el radiante blanco, cuando además contrasta tan indecentemente con el absoluto negro. Así es más fácil huir de la oscuridad, ¿verdad?

Bueno, gracias a todos por este cóctel extraño que se inventó ayer en mi casa. Tal vez se repita o quizás nuca vuelvan a juntarse todos los ingredientes a la vez. Por si acaso, sirvan estas letras de recuerdo y, sobre todo, como os decía, de agradecimiento. Lo pasé realmente bien. Mil besos de chispeantes estrellas.


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