jueves, 9 de julio de 2015

CUARTELES DE INVIERNO

Hace un rato he estado conversando con un amigo recien adquirido sobre nuestros gustos musicales, algo que suele ser tema de conversación obligado en algún momento en los primeros pasos de dos personas que empiezan a conocerse. Y es que es indudable que la música es un gran nexo de unión, por eso, tal vez, busquemos, en los albores de la nueva amistad, si hay  melodías compartidas que nos indiquen que  realmente hay posibilidades de que el entendimiendo fragüe. Afortunadamente en este caso creo que las hay, lo cual también te predispone a descubrir algunos ritmos que el otro admira y el uno desconocía o no se había detenido a prestar atención. Esto, en definitiva, es una ganancia, puesto que, sabiendo ya que es muy probable que aquella canción ignota te guste, pues te fías de del nexo que anteriormente habéis establecido, te animas a escuchar, esta vez con mimo, aquello en lo que antes no reparaste, y vas y ganas una nueva letra, una nueva melodía para tu acervo musical de la que se nutre el alma. Así que sí, esta noche he ganado música, además de la sensación tan satisfactoria de conectar con otro ser humano.

Además me ha lanzado el reto de explicarle lo que significa para mí la canción, lo cual me ha hecho escucharla atentamente un par de veces más y me está robando horas de sueño para dedicarle mi respueta a través de este post, pues sé que apreciará el detalle y me place tenerlo. Primero, escuchemos una vez más...




¿No has tenido alguna vez la sensación de estar atrapado en una situación indeseable, un problema al que no encuentras solución, que te hunde cada día un poco más en la tristeza, que te pesa en la espalda tanto que te cuesta caminar? ¿No has sentido alguna vez que a lo largo de la vida acumulas este tipo de lastres y que al final hasta te acostumbras a vivir así, creyendo que no hay otro camino? Te resignas y parece que ya no duele, aunque realmente no es eso, es que cuando la punzada es contínua la asumes como el ruido ambiente, que no por ello deja de ser molesto. Y, de repente un día ocurre algo, algo que lo cambia todo. Generalmente no suele ser más que una decisión interna en cuanto a cómo reaccionar ante el mismo onflicto. Decides no soportarlo más. Haces un giro, ligero, casi imperceptible, pero que cambia todo en tu vida. Decides que no tienes que asumir la punzada, tan solo piensas de repente que tienes la opción de no asumirla. Y con este simple gesto del pensamiento, la vida te  descubre un sinfín de posibilidades apetecibles que antes no veías. Y no pasa ni un segundo de haber hecho este descubrimiento cuando ya te preguntas cómo es posible que no tomaras la decisión mucho antes, porque ahora lo ves clarísimo. Sigues sin creerte que hayas sido tan estúpido, pero te criticas con benevolencia porque lo único que quieres ahora es seguir adelante con entusiasmo por saber qué vendrá, sabiendo que sea lo que sea, no será el frío del que acabas de escapar.

Una caja de recuerdos
y fiestas de guardar.
Media vida en cada intento
y la otra media en pinzas de metal.
Ya es un clásico
seguir la zanahoria con tu aliento aquí detrás.

Un desorden milimétrico
me acerca hasta el lugar.
Lleva a cabo mi propósito
de ser cuchillo y presa a la par.
No es tan trágico,
jugar con la distancia y heredar su soledad.

Cuarteles de Invierno
rompiendo su silencio.
Muñecas de hielo,
testigos de este encierro.
Fue tan largo el duelo que al final
casi lo confundo con mi hogar.

Botiquines para amnésicos,
leyendas de ultramar.
Soldaditos pre-soviéticos,
firmé mi Guerra y Paz particular.
Hay un misterio
de mapas que no llevan al tesoro
ni a epicentros
a punto de estallar.
Son las leyes de la física
y el tiempo no se pone en mi lugar.
Ya es un clásico,
perdí el salvoconducto y ahora espero al emisario
... que nunca llegará.

Cuarteles de Invierno
rompiendo su silencio.
Muñecas de hielo,
testigos de este encierro.
Fue tan largo el duelo que al final
casi lo confundo con mi hogar.

Por mucho que vuelvo
no encuentro mis recuerdos.
Los busco, los sueño;
lo propio ya es ajeno.
Cayeron los bordes
y el vaso ya está lleno.
Y ahora sólo intento vaciar
Sólo necesito despegar.
Fue tan largo el duelo que al final
casi lo confundo con mi hogar.


Voy a seguir investigando la música de Vetusta Morla, MJ, ya te diré, jejeje, por cierto, el poema que inspira el título de la canción es de Benedetti: La culpa es de uno.  Por último, con tu permiso le voy a dedicar esta canción  a mi hermana. Nena, ponte la pulserita que te regalé. Besos.

1 comentario:

  1. Cada frase se presta a la vivencia particular

    El.saberte perdido
    Pero aún así esperar ayuda

    Perdi el salvoconducto
    Ahora espero al emisario
    Nunca llegará

    La realidad. Si no te reconoces, nunca saldrás

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