lunes, 28 de julio de 2025

ADIÓS A MI AMIGO GRATO

Gracias, Grato Amor, por todo. Nunca te olvidaré. 

Asistir a un funeral es siempre una experiencia triste. Despedir a un ser querido que se marcha de repente, sin previo aviso, es doloroso. Sentir la angustia del vacío que deja su ausencia es, sencillamente, demoledor. Sin embargo, en medio de esa desolación, también se palpa algo inesperadamente bello: el amor. 

Un amor que se manifiesta de innumerables formas, como solo él sabe hacerlo. El más visible es el amor de la familia. Especialmente, el de una hija que no puede apartar la mirada del cristal que la separa del féretro de su padre. No la conozco, pero me reconozco en ella años atrás no queriendo consuelo, porque simplemente no existe consuelo posible. La observo desde la distancia y siento la certeza de que su padre está a su lado, abrazando su llanto. 

Está también el amor de su pareja, su compañera de vida, mi amiga. Tan dulce, tan cálida. La veo arropada por todos, como merece, y al mismo tiempo —y esto es lo más admirable—, siendo ella quien arropa a cada persona que se acerca a ofrecerle un abrazo. En su mirada, más allá de la tristeza, he percibido una serena fortaleza y la voluntad de seguir adelante, impulsada por la certeza de que él no desearía que fuera de otro modo. 

Y finalmente, el amor de los compañeros y amigos. Un afecto quizás más distante, pero no menos profundo. Ese respeto y cariño son el legado que uno construye, la huella imborrable que deja en los demás. Un funeral puede revelar su belleza sin necesidad de ritos ni ceremonias; basta con percatarse de todo ese amor que flota en el aire, uniendo a conocidos y desconocidos en una misma emoción compartida. Y es hermoso, también, descubrir que en este mundo, donde a veces dudo si he perdido la capacidad de sentir de forma genuina, mi corazón aún puede latir con una fuerza renovada. 

Me siento afortunada por haberte conocido y querido. Gracias por cada risa que me regalaste y también por las lágrimas sinceras y emocionadas que tu adiós ha provocado. Allá donde estés ahora, cuida de quienes dejas aquí con el corazón roto. Concédeles pronto el consuelo de saber que te fuiste disfrutando una vida plena y feliz, y dales la fuerza para que puedan honrar tu memoria viviendo las suyas con la misma intensidad.