Entre las sombras de mi camarote, proyectadas sobre mis gastados enseres y el suelo de este Beagle, mi hogar flotante de estos últimos cinco años, descubrí criaturas que desafiaban la imaginación. Cada isla que visité me reveló secretos antiguos, susurros de una evolución oculta. Me pregunté en cada una de ellas qué fuerzas serían las que moldeaban aquellas tierras. La bruma salada del océano escondía las respuestas, y en cada ola podía sentir el pulso de un misterio más grande que el hombre.
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