viernes, 31 de diciembre de 2021

Y DE NUEVO VUELVE EL MAR

     Quedan menos de cinco horas para que "nos den las uvas". Estoy esperando a mi madre que se viene esta noche conmigo y después de poner al día mi blog de aula y desearle feliz entrada de año a mis alumnos no podía dejar de entrar aquí a hacer lo propio. 

    No voy a escribir esta vez "un quijote" como siempre me pasa porque tengo "cosillas" que preparar y se me echa el tiempo encima, tan solo desear lo que creo que todos deseamos, a ver si a fuerza de desearlo todos a la vez lo conseguimos, sería genial: mi primera uva, enero, es que no lleguemos a febrero sufriendo aún esta maldita pandemia. Que la vida vuelva a ser la de antes, va  a ser imposible, sobre todo si me paro a pensar en todos aquellos que hoy tienen que lamentar alguna pérdida por esta enfermedad, pero, al menos, que volvamos a despertar sin que haya más noticias en las que nos den cuenta de aún más desgracias.

    Los que me conocéis, ya sabéis de sobra cuál será el deseo de otras de mis uvas, como es natural, pero ni lo voy a mencionar porque la incertidumbre de los nuevos cambios que se avecinan ya han conseguido subirme la tensión durante unos días e incluso me fastidió las ganas de Noche Buena, así que hoy, ahí se queda...

    Y las demás, pues sinceramente, lo único que verdaderamente deseo es que mi corazón siga sintiéndose tan afortunado de contar con tanto amor, que a veces lo damos por sentado, pero no está mal, de vez en cuando, pararse a valorar que nada más lejos de la realidad y que debemos apreciar más este hecho. En este sentido, aunque muchas veces digamos que la familia es lo primero, creo que es lo primero que sufre de esta tendencia nuestra de dar por sentado que van a estar ahí, así que entono el mea culpa y dedico este post en el que pretendo hacer un poco de minfulness y tomar conciencia de la gran suerte que tengo. 

Y, bueno, a parte de esto, hoy me siento especialmente agradecida de la visita que recibí ayer de manera algo inesperada de mi amiga Mª del Mar. Puedo decir, sin lugar a dudas, que esa visita ha sido mi mejor regalo esta Navidad. Ella sabe porqué.

Al levantarme ayer, me fui a caminar antes de que ella llegara y el día amaneció tan espectacular en el mar que me acordé de los paseítos en barco, así que decidí regalarle uno de esos ratitos sobre la sal. Fue una horita muy agradable en su compañía y creo que lancé por la borda algunas estúpidas preocupaciones que me han angustiado últimamente. Amiga, GRACIAS.



 ¡¡¡FELIZ 2022 A TODOS LOS QUE 

ME QUEREIS!!!



domingo, 19 de diciembre de 2021

DESENMARAÑANDO LA MARAÑA

DESENMARAÑAR: Aclarar un asunto difícil de entender, enredado u oscuro. 

 Y el cursor parpadea un buen rato esperando que las palabras justas, y en este caso cobra especial importancia lo de "justas", se abran camino desde el corazón hasta las manos que las teclean... Nuevo parpadeo que me acucia... Vamos allá.

Supongo que lo primero es pedirte disculpas por tener que venir a éste, digamos "disco duro externo", para reordenar los sentimientos que se enredan últimamanete como la hiedra entre mis prolongaciones neuronales. Estoy segura de que lo correcto sería sentarme frente a ti y conversar sobre lo que pasa, pero definir lo que pasa no es fácil, para empezar y, por otro lado, me da miedo que, el no disponer del tiempo que me permite el monólogo de un post, haga que mis palabras se tiñan del sentimiento inadecuado y expresen una intención equivocada. ¿Qué cómo sería posible esto si fuera sincera? Oye, pues sí, tienes razón, pero, no; es que, cuando hay sentimientos encontrados es lo que pasa y encontrar el equilibrio entre ellos es un asunto harto complicado. Por lo menos, para mí. 

 No estoy triste. No estoy enfadada. No siento envidia. No estoy decepcionada. No siento angustia. No me siento sola. 

 Tal vez empezar aclarando esto ya es un gran paso. Al menos te dará una idea (y a mí) del tono con el que lato en este instante. Pero me desvelo a menudo últimamente porque sé que no puedo, como tal vez pretendía, no hablar de la "nueva normalidad" en la que me encuentro, o nos encontramos. 

 Siento desconexión. 

 ¡Hostias, qué pedazo de musa invisible me acaba de soplar en el oído! Creo que no hay una palabra mejor para definir lo que brutalmente ha estado zarandeándome en el centro de este huracán emocional. Es esto: desconexión. 

 Tú y yo conectamos un buen día y durante mucho tiempo ha habido un flujo ininterrumpido de energía que retroalimentaba las dos baterías que éramos las dos. No ha importado nunca la distancia física, era una conexión inalámbrica super potente. A veces, cuando llamo la atención a algunos alumnos charlatanes, les digo "pero, chiquillos, ¿si os veis a todas horas, qué os queda por contaros? ¿No podéis callaros un ratito?" Luego, sonrío para mis adentros porque sé perfectamente lo estúpido de esta pregunta. ¡Claro que siempre hay de lo que hablar cuando se comparte tanto a diario! 

Precisamente cuando compartes a diario es cuando no dejas de tener necesidad de contar. De contar con esa persona en cada instante que vives, y cuando no estás con ella, la piensas en lo que haces y te dices, "luego se lo cuento", o, todavía mejor, le envías un mensaje o una foto para hacerla presente en ese momento, para que eso que has hecho o has dicho o has visto, sea también en su compañía. Cuando existe esa conexión, a veces, no llamas por teléfono un día, pero solo porque sabes que si llamas vas a estar al menos una hora hablando porque, aunque el día anterior ya hablasteis una hora, volverá a ocurrir igual, pero hoy tienes que hacer y no debes perder esa hora, pero si eso, cuando termine, llamo... Sin duda, sabes de qué te hablo.

 Lo curioso es que pasa lo mismo en sentido inverso. Cuando se espacian los contactos, poco a poco te acostumbras a no contarlo todo, porque, en realidad, qué era lo que contabas, cada instante, cada chorrada. Es eso de que si no te lo cuento en el momento después ya pierde su gracia, o su rabia, o su tristeza o su importancia. Porque la mayoría de las cosas que nos ocurren, con el filtro del tiempo, son banales. La pasión está en el instante, no en el resumen semanal. 

Podría sentirme mal porque, a pesar de que, como una rutina impuesta, no faltas en llamarme, al menos, una vez a la semana, la desconexión de la que te hablo ha venido provocada por tu parte, pero no puedo sentirme mal porque lo comprendo y porque, mira, se ha hecho realidad aquello que deseé para ti hace ya algunos años:
Sigo pensando igual.

 Aunque tal vez Órgiva solo fue el escenario. Lo que nos unió realmente es que teníamos algo profundo en común: Un corazón dañado de forma parecida. Luego, además, las dos compartimos la profesión y, desgraciadamente, la agonía de las oposiciones, pero, sabes tan bien como yo que fue lo otro lo que encendió el interruptor. A partir de ahí se activaron muchos otros circuitos, nos conocimos de verdad, nos empezamos a querer y eso ya no tiene vuelta a atrás. Somos AMIGAS, así, con mayúsculas, de ésas que se tienen pocas, de ésas que seguro sabes que van a estar ahí cuando realmente haga falta. Cuando realmente haga falta... 

 No lo dudes. Yo no lo dudo.

 Pero, lo cierto es que en este momento no te hago falta. Supongo que tus instantes, aquéllas chorradas del día a día de las que hablaba antes, los compartes con quien ahora ocupa tu corazón y no puedo más que alegrarme infinitamente porque has conseguido eso que tanto has anhelado. Supongo que, una vez compartido el instante con esa persona, no cabe repetir la hazaña conmigo, y menos a través de un teléfono. Por primera vez la distancia desluce nuestra compañía. O tal vez ocurriría igual aun viviendo cerca. No sé por qué pasa, pero pasa. Y yo he aprendido a asumir que esto es así. Como muy acertadamente me dijiste no hace mucho un día que estaba de "bajoncillo" sin darte cuenta, lo que necesito es encontrar a alguien en mi misma situación. Pero yo ya te encontré a ti. Aunque, efectivamente, ya no estás en mi misma situación. Tú ya no puedes ser la persona que está al otro lado de mis momentos, con la que comparto todo. Tengo la sensación de que te sientes culpable por dejar de serlo y aquí estoy, escribiendo esto para que sepas que no tienes que sentirte culpable de nada. Debes vivir tu historia como la sientas. No la manches con sentimientos de abandono. Pero no manches tampoco nuestra amistad con obligaciones autoimpuestas nacidas de ese estúpido sentimiento de culpa. No me llames una vez por semana como parte de una rutina en tu horario: "cumplir con amigas". Llámame cuando quieras, para lo que quieras, pero no así, que tal vez no sea tu intención, pero es lo que parece. Solo llámame cuando te nazca, cuando verdaderamente te nazca. 

 Yo estoy bien. Tal vez mi corazón no ha sanado gracias al amor de alguien a quien me hubiera gustado conocer, pero ha sanado encontrando una paz en mí misma que no creía posible. He aprendido a aceptar los cambios negativos para mí de una manera más amable. Y para mí, no lo voy a negar,ha sido un cambio negativo que dejes de contar conmigo a diario y tener que dejar de contar contigo como lo hacía hasta hace bien poco, pero estoy en proceso de acostumbrame.  Tal vez por eso, y no por otra cosa, aunque me nazca, no levanto el teléfono últimamente. Pero es que ni tú puedes responderme como antes, ni yo quiero sentirme ridícula esperando la misma respuesta, así que deberás concederme un tiempo para que ser yo la que llame y notar que no es un buen momento no me suponga un mini-drama, que es lo que ocurre si cuelgas o me emplazas a otro momento. Tampoco puedo forzarme a estar en la "misma situación" que tú para sentir que podemos compartir dicha situación, cosa que en algún momento se me ha pasado por la cabeza y hasta he hecho infructuosos intentos. No sé si alguna vez ése será mi camino pero, sin acritud, no deseo una pareja en mi vida que pueda destruir lo que he conseguido y no tengo muy claro que sean tan fuertes los cimientos de mi edificio emocional aún. Lo que sí tengo claro más que nunca es que para que eso no suceda, de existir un camino en pareja para mí, me lo encontraré sin más, no buscándolo por motivos equivocados. 

 Sencillamente, desde la paz de la que te hablaba, he comprendido que no te necesito. Ni a ti, ni a otras personas a las que quiero y con las que me ha pasado algo parecido. No os necesito a ninguno, precisamente porque sé que es tan fuerte a estas alturas el amor que hemos forjado que, si REALMENTE te necesitara, sencillamente, estarías.

 
A veces, observo a mi gato cuando duerme junto a mí. Lo siento tan a gusto con su cabeza acoplada en el hueco entre mi barbilla y mi clavícula que me da mucha pena moverme cuando siento la necesidad, por no romper ese momento. Pero, tarde o temprano, la necesidad gana y cambio de postura perturbando la suya. Protesta. Luego, sin más, oye que le llamo y, a veces viene en seguida, otras, hasta se va de la cama y vuelve más tarde, pero siempre me busca y, a tientas, consigue adaptar su cuerpo a un nuevo espacio, pero junto a mí. Y vuelve a ronronear tan a gusto como antes. Cada hora, cada noche. Un gato da muchas lecciones así, sin saberlo.

 Me parece que la amistad hace lo mismo, se va adaptando a los nuevos huecos. Solo hay que confiar en que siempre estará ahí, junto a ti.

 En este blog tan íntimo que solo yo leo como no lo publique en el "face" hay varias entradas dedicadas a ti por varios motivos y, aunque todas ellas podrían haber sido conversaciones, este lugar es mi memoria. Además de una forma para mí más sencilla de expresar lo que de otro modo seguramente no conseguiría con acierto, es una forma de no olvidar una vida, una forma de querer y por eso tú estás en él. Espero que así lo entiendas. Espero que así me entiendas. Un abrazo, siempre.

viernes, 30 de julio de 2021

LA AGONÍA DE UNA PLAZA

 


Han debido pasar nueve días para sentirme capaz de hablar acerca del último proceso de oposición al que me he enfrentado. Sin lugar a dudas el más duro desde que, allá por 2008, comencé con este interminable viaje. 

En aquella primera ocasión, no tenía ni idea de en lo que me embarcaba. Hacía casi diez años que había terminado la carrera y había hecho el CAP,  pero durante todo ese tiempo las oposiciones para mi especialidad habían estado congeladas en Andalucía, así que, no habiendo convocatoria, trabajé en esto y en aquello y en el camino fui olvidando, o quedándose muy, pero que muy adentro, todo cuando en mis años de Universidad había aprendido. Así que, como era normal, me apunté a una academia y aproveché el paro para dedicarme plenamente a prepararme. Tuve que celebrar entonces aprobar, aunque sin obtener la plaza, ya que esto me permitió, un año más tarde, empezar a trabajar como docente interina. En aquella ocasión, la convocatoria estaba pensada para reducir la tasa de interinidad, se le llamó a eso " la transitoria". Obtuve buena calificación en el proceso, pero, sin ningún tiempo de servicio, no soñaba ni de lejos en obtener la plaza entonces.

La convocatoria del 2010 fue exactamente igual. Oposité, ya que estaba obligada a hacerlo, y volví a aprobar, pero nuevamente sin plaza. En esta ocasión, saqué menos puntuación, pero claro, es que ya tenía que compaginar el trabajo con el estudio y eso es bastante difícil. No obstante, aún era mi segunda vez. Seguía con ánimo y fuerza.

2012. Ese curso tuve mi primera vacante de septiembre. Iba a estar todo el curso en el mismo lugar, así que ya podría organizarme mejor, sin tener que estar de mudanzas cada equis tiempo, por cambio de destino. Pero ese año, las condiciones habías cambiado. Ya no estábamos en la famosa "transitoria" en la cual no se hacía examen práctico (los problemas). Esto yo no lo preparé en las convocatorias anteriores porque sencillamente, como no lo pedían, no lo preparaban. Y ahora, me encuentro que después de 12 años sin haber tocado nada de eso, me tengo que enfrentar a la ingente variedad de problemas que en su momento realicé en cinco años de carrera: genética, ecología, bioquímica, cortes y mapas geológicos, sismología, meteorología, climogramas, identificación de especies, rocas y minerales y un sinfín de cuestiones posibles de ser preguntadas en esa parte del examen, porque en ningún lugar existe un temario fabricado para estudiar, te lo estudias TODO porque no se sabe lo que puede caer...

Sin posibilidad de apuntarme a una academia nuevamente porque no me llegaba el dinero, hay que recordar que durante todos estos años yo he pagado mi hipoteca y otra vida en aquel pueblo donde me mandaran, me vi incapaz de realizar por mi cuenta, sin ayuda, la no chica labor de estudiar para esta parte y, sabiendo que sería eliminatoria, comencé a sentir que estudiar solo los temas teóricos era una pérdida de tiempo, comencé a vivir cada día de la mano de la ansiedad que ya no me abandonaría en los años venideros. Para colmo, cambiaron el temario teórico... y luego lo volvieron a cambiar. Pero, después de estar desde septiembre con estas inquietudes que me quitaban el sueño,  llega abril y se cancela la convocatoria. Lo cierto es que respiré aliviada, pero nadie me iba a devolver los meses de angustia que pasé.

2014. Esta vez no sufrí demasiado. No sacaron plazas para biología. Aunque esto, como podréis imaginar, no lo supe en septiembre, al inicio del curso, el sufrimiento por no saber qué va a pasar duró hasta finales de diciembre.

2016. Zozobra nuevamente ante la inminente convocatoria. Seguía con el handicap de "los problemas". Como también tuve vacante, decidí apuntarme a una academia online con otra compañera. Por desgracia, aquel año tenía horario partido de diurno y nocturno. Ni siendo online podía asistir a las clases, lo que implicaba que me proporcionaban los videos grabados de las clases que yo podría ver el sábado (8 horas de clases en las que ya no podía interactuar para consultar, para que me supervisaran, etc). Claro que, además, el sábado también tenía que hacer las cosas de casa, corregir trabajos y exámenes de 1º y 2º de bachillerato y, ya si eso, vivir un poco con mi paupérrimo presupuesto. Y, para colmo, esa vez, cuando salió la convocatoria oficial, solo hubieron 54 plazas para biología. Ese año fue el primero en el que los interinos podíamos optar por permanecer en la bolsa sin necesidad de presentarnos al examen. Acojonada por lo que pudiera pasar yo pagué las tasas y me presenté, pero tenía claro que solo iba a aguantar la hora de rigor, ver cómo era el práctico y ya está. Por cierto, salió bola de uno de los temas teóricos que tenía medio preparados y, para entretenerme, empecé a hacerlo, aunque, una vez finalizó la hora, lo dejé y me fui.

2018. Por fin tengo vacante en Málaga y pensé que con el ahorro de no tener que pagar alquiler podría apuntarme a la academia que tanta falta me hacía para enfrentarme al práctico. Además, en una de las anteriores convocatorias lo que sí que hice fue rehacer mi programación ya que la primera la realicé por LOE, pero como es bien sabido, en este país, cada vez que hay cambio de gobierno, les gusta jugar con las leyes de Educación y tuve que programar por LOMCE, cómo no. Al menos eso ya lo había adelantado, pero no creáis que mi programación no ha sufrido más cambios. Resulta que como una es una profesora comprometida, siempre estoy formándome en metodología y pedagogía, a lo que sumo mi propia creatividad que tampoco se queda corta, así que conforme he ido poniendo en práctica todo lo nuevo en el aula, he ido introduciendo todo lo que me ha funcionado en mi programación (no sé ya cuántas versiones del documento original tengo guardadas en mi ordenador y en unas cuantas "nubes" y pendrives y discos externos (por si acaso, ya sabéis). En fin, a lo que iba. Contacto con una academia con la intención de incorporarme a un grupo específico de la parte de problemas, puesto que lo demás no me interesaba, ya que era solo en eso en lo que quería ayuda y no podía permitirme el lujo de perder el tiempo en la academia. Esto fue en septiembre. La chica que me atendió me aseguró que se formaría el grupo y que si no, me llamaba y que buscaríamos una alternativa. octubre, noviembre, enero... Por fin, llamé yo y me llevo la sorpresa de que finalmente no habría grupo específico. Esperando me podía haber quedado. Intenté volver a enfrentar los problemas por mi cuenta y riesgo y acabé mal, muy mal... No voy a entrar en detalles, pero uno de mis ataques de ansiedad me llevó a urgencias. Para ser honesta, no estaba bien en ese momento. El curso anterior fue el que trabajé en La Línea de la Concepción. El cuerpo es sabio y mi mente ya no recuerda el terror que tenía a ir a trabajar a aquel lugar, pero sí recuerdo que tuve que darme de baja y que acabé el curso cuestionándome si yo servía verdaderamente para esta profesión. Al llegar a Marbella, una lágrima de felicidad me cayó en silencio por la mejilla al darme cuenta del cambio tan positivo que supuso. Mi subdirectora me animó a participar en un curso de Mindfulness y, al llegar enero y ver el panorama de la academia decidí que ese curso mi prioridad no podía ser la oposición, que tenía que curarme de lo vivido y disfrutar de mi trabajo. Lo hice, a pesar de un maldito grillo que me comía la conciencia de vez en cuando, pero lo hice, disfruté, me inspiré, creé... Aquella convocatoria fue extraordinaria con respecto al número de plazas en biología pero todo hacía pensar que la siguiente también lo sería, así que la del 2020 sería la mía, no había problema...


Y, por fin llega el 2020. En julio de 2019 ya fui a apuntarme por adelantado a la academia. Empezamos la segunda semana de octubre. Éramos nueve en la academia Jesús Ayala. Nueve desconocidos que no sabíamos entonces la que nos esperaba. Después de tres semanas bastante infructuosas con nuestro preparador, el tío nos deja tirados, su vida personal está hecha un asco y no se siente en condiciones de prepararnos... Nos tuvimos que buscar la vida y tras otra entrevista con un preparador personal, acabamos en otra academia en la que nos "hicieron el favor" de no cobrarnos la matrícula por deferencia a la academia anterior que le proporcionaba un grupo entero de opositores desamparados. Dicen que no hay mal que por bien no venga, lo cierto es que nuestro preparador de la academia Luis Vives fue magnífico, al menos para mí, ya que el grueso de la preparación fueron los problemas. Comencé a superar esa barrera, a refrescar conocimientos y a pasar los sábados en la academia y los domingos hasta 12 horas trabajando en eso. 

Entonces llega el primer palo. En diciembre, sale la previsión de plazas por especialidad. Tal y como se esperaba en 2018, la convocatoria de 2020 también era de muchas plazas, pero, claro, Biología es otro cantar: 89 plazas para toda Andalucía. A esas alturas de esfuerzo, de pasta... me dije, bueno, no voy a pensar en las pocas plazas, solo necesito una, sigo pa´lante. Y sigo, aparco mi vida social hasta niveles de bajo cero, me digo que el sacrificio se verá recompensado y dedico cada minuto en el trabajo a hacer todo cuanto puedo en el centro, para tener tiempo en casa de estudiar. Mis compañeros y yo ya somos una pequeña familia. la verdad es que no sé qué hubiera hecho sin ellos todo este tiempo.  A veces, el sábado, después de la academia, nos tomábamos unas cañas que eran recibidas por mí como agua de mayo porque esos momentos eran los único que me he permitido de distensión. Pero eran suficientes para animarme y seguir en la brecha. Llegó marzo y con él el segundo palazo: se declara la pandemia y el estado de alarma. Confinamiento. Pasamos a modalidad on-line, lo cual no deseábamos ninguno y con el paso de los días, nuestro ánimo se ve también enturbiado porque empieza a no estar claro que vaya a haber convocatoria con la evolución del asunto. Terminé las clases de marzo, pero luego decidí no seguir pagando la academia. Preferí pagarle la mitad a una de mis compañeras y ella se conectaba conmigo para explicarme lo que se había hecho. Así salíamos ganando las dos. No obstante, las clases finalizaron al llegar la última semana de abril y además ya se había decidido el aplazamiento de la convocatoria a 2021. Es decir, este año, sabiendo que las plazas eran las mismas, he vuelto a tener que pasar el curso enclaustrada estudiando. Todos optamos por no volvernos a apuntar en la academia. Ya teníamos todo lo necesario. Nos hemos seguido ayudando unos a otros por What´s app y a pesar de todo, estaba tan enfocada en esto que puedo decir que la mayor parte del tiempo lo he llevado bastante bien. 

Parecía mentira, pero llegó el día de echar los papeles y también llegó el día de la presentación y del primer examen y de saber que superé la primera prueba, no de forma tranquila, todo hay que decirlo, porque está caro que esta convocatoria iba a ser una continua carrera de obstáculos. Luego sale el baremo y estoy muy bien posicionada dentro de mi tribunal, pero, desgraciadamente, el número de plazas es solo 4. Sin embargo, empiezo a hacerme ilusiones reales porque tras ese primer examen  y el baremo tengo el tercer puesto, con lo cual, una de esas plazas es para mí. Durante esos días estuve ensayando la programación y las unidades. Mi discurso es emocionante, todo el que me escucha me da consejos pero me aseguran que esa plaza es mía. ¡Ojalá no me toque exponer por la tarde! ¿Cómo? ¿No quieres lentejas? ¡Pues toma tres tazas! No solo me tocó exponer el penúltimo día, sino que fue por la tarde, y ni siquiera de las primeras, me tocó la última, en el peor día de calor de todos los del proceso. Pero el día 12 de julio a las ocho y media de esa calurosa y pegajosa tarde, después de todo el día en el instituto esperando y matando los nervios sin saber cómo, salí de allí feliz, liviana, orgullosa por haber llegado hasta el final y teniendo ya casi la plaza en mi mano. Los resultados de la segunda prueba no salieron hasta el pasado 19 de julio. No os quiero contar cómo se viven esos días entre el pánico y el entusiasmo de saberme con esa tercera plaza. Pero no, la valoración de mi programación fue un 8, la unidad u 6 y pico. La nota final de la prueba un  6,656... Nota final de la oposición 7,6... Dos personas con menos baremo que yo se me pusieron por delante, la última a menos de una décima, pero lo suficiente para dejarme en quinto puesto y no poder creer que la plaza que todo el mundo en mi entorno daba por conseguida se evaporaba ante mis ojos. Lloré, o sí, os aseguro que pocas veces en mi vida he llorado tan amargamente. Pero el día 20 me levanté con la cara hinchada, pero al menos habiendo dormido una vez que los nervios dejaron paso al vacío... Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero eso, como muchas veces he reflexionado, no tiene por qué ser algo bueno. Por la tarde, mi compañera Pilar, con quien sufrí el día de exposición, me envía un documento en el que se especifica con carácter provisional el reparto de las plazas reservadas a discapacitados que no se han cubierto y, ¿qué pensáis? ¡¡Sí!! Una de esas plazas va a parar a mi tribunal, con lo que ya no son 4 sino 5 plazas, la que yo necesito. ¡Otra noche sin dormir esperando al resultado final! Los seleccionados salen el día 21 de julio.

 Me levanté tempranísimo porque los nervios no permitieron otra cosa. Me fui a caminar, luego me quedé en la playa respirando la sal del mar y diciéndome que esta ve la suerte iba a estar de mi lado porque han sido tantos los sacrificios y el esfuerzo que me lo merezco y es justo... Dos horas de sol y mar. Recojo los trastos para volver a casa. Suena la señal del Whast´app. Pilar me escribe para decirme cuánto lo siente, que no se lo explica. la quinta plaza adjudicada el día anterior ha sido finalmente vuelta a retirar del tribunal. Volvíamos a la situación de 4 plazas que me deja a las puertas de conseguir todo por lo que llevo esforzándome desde el 2008.

Me había dicho que ésta sería la última convocatoria a la que me presentaba, pasara lo que pasara. Ahora, para darme una hostia en la cara, el gobierno se saca un decreto con el cual se pretende favorecer a los interinos. Decreto que, como en "la transitoria" raya, según parece lo anticonstitucional, así que a saber en qué quedará esto, así como ese ingente número de plazas que al parecer habrá en la siguiente convocatoria para reducir la interinidad tal y como demanda Europa, así que, ¿qué hago? ¿No lo voy a intentar si esta vez la he rozado? 

No os podéis hacer una idea de lo cansadísima que estoy de esto. Por más que trate de explicarlo, no os podéis poner en mi piel, a no ser que hayáis vivido lo que yo, pero, después de venirme a bajo, de despertar estos días, incluyendo hoy mismo, reviviendo el amargo final de este periplo, después de cancelar mi viaje vacacional porque no me fio de poder estar a la altura de mis compañeras de travesía y amargarles esos días de recreo y agobiarme yo por tratar de estar en condiciones sin estarlo, cada día que pasa saco un poquito de más ganas e ilusión para volver a la tarea a partir de este mismo mes de octubre.


Han pasado nueve días. Creo que debo felicitarme porque en otro momento de mi vida hubiesen sido muchos más para levantarme. No me apetecen muchas cosas como seguro me hubieran apetecido si el desenlace de esta historia hubiese sido el que esperaba, pero me agarro a las pocas que me van apeteciendo. Gracias, "Ágapes", nuestra comida del 23 de julio fue el primer escalón que subí para encontrarme mejor. Gracias, José Javier, por la ruta del martes pasado. El Barranco de la Luna fue inspirador, lo disfruté de veras porque fue otro paso para relativizar todo esto y pensar en los logros, que no todo es sacar la plaza. Gracias, Mª del Mar, por respetar mis "neuras" y por TODO. Gracias Águeda, Grato, Leticia, Francis, por haber estado tan pendiente de mí, por los ensayos, por vuestras esperanzas. Gracias mamá, por soportarme, que como siempre te llevas mi peor parte. Gracias nena, por ayudarme con las cositas de casa, por contar conmigo, porque SÍ.  

Gracias a todos, que habéis sido muchos compañeros los que os habéis interesado. No puedo nombrar a
todo el mundo, pero que sepáis que todos, en un momento u otro, me habéis servido. 

¡A ver si la del 2023 es la mía! 😏