Tal vez, de todo lo que me ha hecho reflexionar el curso de mindfulness que ya mismo clausuraremos, lo que más dentro se me ha quedado es una frase que se dijo de pasada uno de los días, pero que luego vi otra vez en un libro que alguien me regaló: DONDE HAY GRATITUD, NO HAY QUEJA.
Ya sabéis que yo reniego bastante de las cataratas de frases positivistas con las que se inundan las redes. Frases de célebres personajes sacadas de su contexto que a mí en más de una ocasión tan solo me han hecho sentir culpable por estar triste o enfadada o en cualquier estado que no sea el POSITIVO. De hecho, es pensar en esto y ya me produce urticaria...
Lo entiendo. O sea, entiendo a todo el que se para a reflexionar sobre algo que ha dicho o ha escrito alguien y hace que se encienda una luz en su oscuridad. Y comprendo que, entonces, le de a ese alguien por desear compartir ese momento de luz y, ¡hala! ¡Frasecita al Face! ¡Y si otros, como yo, no estamos en ese momento de clarividencia, que se la coman con papas! En fin, digo todo esto en tono jocoso, que nadie se ofenda. Seguid compartiendo lo que queráis. No voy a ser yo quien se muestre en contra de la libertd de expresión, ¡faltaría más!
Solo comentaba esto nuevamente porque puede parecer que hoy voy a hacer yo lo mismo. Supongo que en cierto modo sí, pero con matices: este es un diario personal donde me vuelco para mí misma. Aunque alguno me leerá, hay que tomarse esa molestia, mi reflexión no es un anuncio de neón sin un contenido posterior. Y, desde luego, lo que comparto es eso: MI REFLEXIÓN, mi trabajo personal para tratar de ser mejor persona, porque, en definitiva, si me estoy esforzando por cambiar cosas de mí, no es por mi felicidad. Es cierto que consigo ser más feliz, pero esto es un "daño" colateral, mi primer objetivo no fue éste. Lo que quiero decir es que lo que me llevó a iniciar este reajuste es darme cuenta de que hago daño (y éste sin comillas) a las personass que más me quieren muchas veces por mi forma de tomarme esas veces la vida. Y, a ver, que quede claro que pienso que la cabra tira al monte, y yo soy muy cabra, pero bueno, pretendo ser una cabra que va al monte menos veces 😉.
Vayamos ya a mi frase de análisis: DONDE HAY GRATITUD, NO HAY QUEJA.
Supongo que estas palabritas se me han encajado en la mollera porque, si tuviera que elegir mi peor defecto, probablemente sería éste. Yo nací quejándome. Y muchas veces he dicho que si no me quejara tendría una úlcera de cómo me comerían los nervios, pero reconozco que a veces le podría causar la úlcera a otros con mis quejas. Así que, cuando escuché y leí esta frase, lo que me ocurrió, como tantas veces, fue que me sentí culpable. Culpable por atormentar a mis allegados con lo que para mí se ha convertido en algo rutinario, algo que he incorporado a mi forma de expresarme sin darme cuenta si quiera de que estoy quejándome.
Llevo, a ver 😔, ¿a qué estamos?: 18 de marzo, unos 18 días trabajando de una manera consciente y plena en este asunto (¡¡toma mindfulnera que estoy hecha!!!). Si mi objetivo es eliminar la queja, me tengo que esforzar en cambiarla por graitud. Y eso es justamente lo que estoy haciendo. Se me ocurrió utilizar mi chachi-guay herramienta TIC de los muros virtuales para escribir cada día algo que agradezco, ya sea a alguien, al universo o a mí misma. Me resulta cómodo porque lo puedo hacer en cualquier momento desde el móvil y, como queda mono, le echo un vistazo con frecuencia solamente por ver lo mono que es, pero ya de camino, releo los mensajes que me voy dejando a mí misma, con lo que vuelvo a recordar todo aquello por lo que estoy agradecida.
Lo que, en definitiva, estoy consiguiendo es recordarme constantemente todas las coas que tengo, en vez de centrarme en lo que no tengo y, poco a poco, no me queda otra que darme cuenta de que ¡SOY RICA!, y, hombre, ser rico hace feliz 😜.
Al principio de empezar a agradecer, uno piensa en las cosas gordas: la familia, la salud..., en fin, cosas asi. Pero claro, cuando ya has dado las gracias por todo eso, y aunque lo repitas mil veces porque es importante, se hace necesario, básicamente para no morir de aburrimiento escribiendo el mismo mensaje, buscar en cosas más concretas, de lo que pasa cada día. Y entonces me doy cuenta de que mis días están llenos de mini-instantes de felicidad que trato de saborear para poder luego agradecer.
Esto es todo lo que intento hacer cada día desde que empezó el mes. Creo que me estoy quejando menos y sonriendo más. Y, aunque la cabra tire al monte, me parece que también la controlo más en esos arranques y la vuelvo a llevar al prado, así que me voy hoy a agradecer a mí misma mi buen trabajo y me voy a dar un homenaje, que es domingo y ya he terminado de poner las notas y de corregir todas las tareas de mis alumnos. Voy a la cocina a meterle mano a mi próximo experimento culinario y luego me lo comeré 😁.
Y, aunque es muy, muy personal, voy a insertar aquí mi muro de los agradecimientos, porque, ¡oye, también yo tengo mis momentos de luz!
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