jueves, 19 de octubre de 2017

ESCRIBO



Escribo. Escribo aunque no tengo ganas de volver a manchar la página en blanco con mis miserias. Pero escribo. Aunque el cansancio de lo ya vivido demasiadas veces pese sobre la tinta que derramo. Escribo, queriendo que nadie me lea para no aburrir. Pero escribo porque no encuentro mejor consuelo, porque no quiero que mis lágrimas se pierdan en la lluvia, porque no quiero que el olvido atrape para siempre mis recuerdos, aunque desee cada día que el olvido llegue para darme paz. Porque cuando todo se ha roto ya hasta el punto de las astillas, cualquier movimiento provoca que se claven como alfileres y se quedan bajo la piel hiriendo aún un poco más. Así que el olvido se me antoja un buen viento que limpiase, que se las llevara volando y podría volver a moverme sin temor a pincharme otra vez. Pero escribo, porque ese huracán no viene, y aunque viniera, de algún modo no quiero, no debo olvidar. Porque quien olvida está condenado a repetir sus errores. Y yo me hastié de recaer en los míos. Tal vez nunca creí de verdad que lo fueran. Tal vez, siempre, en el fondo, pensé que no había sido un error y que la perseverancia sería recompensada en un acto de justicia divina o algo así. Pero no. Ya no se puede mirar más al fondo y me doy cuenta de que todo ha estado podrido siempre. No hay nada que salvar. Si acaso, debo salvarme yo, a pesar de que me dé miedo pensar que quizás tampoco ya pueda, que tal vez, a lo peor, es demasiado tarde y esas astillas no puedan extirparse, porque se metieron demasiado dentro.

Quisiera ser más generosa y desear con el corazón la felicidad de quien provoca mi más profundo sufrimiento. Sin embargo, a lo único que puedo aspirar es a que el mismo olvido que anhelo para sobrevivir, sirva para  llevarse los malos sentimientos que me inspira su recuerdo. Quisiera que no me atormentaran los pensamientos negros que le dedico, quisiera poder dejarlo estar sin más porque sé que esta negrura revierte sobre mí. Pero no soy tan fuerte, ni tan buena. Siempre traté de ser justa, y no encuentro justicia alguna en su bienestar a costa de mi tristeza. Lo más que puedo hacer es arrepentirme al momento de desearle algún mal; pero el deseo vuelve una y otra vez, al mismo tiempo que mi llanto. Ése que no remite, con el que despierto de madrugada, que me corta el aliento.

Escribo. Escribo y confieso que me siento avergonzada. Porque tengo toda la culpa de estar escribiendo una vez más esta historia. Porque desde el principio sabía que acabaría así, por más que lo haya querido interpretar de otra forma. Volver a leer un libro no hace que el final vaya a ser distinto. Pretenderlo es absurdo. Y así me siento: absurda. Casi sin derecho a quejarme porque volví a tomar el camino equivocado y lo justifiqué y me inventé razones que nunca debieron ser. 

Pero escribo. Porque después de confesar y castigarme, necesito perdonarme. Tal vez si lo hago, consiga también perdonarlo a él, aunque a él eso le importe poco. Escribo aunque divague, aunque haya ratos en los que no entienda para qué, ni entienda si quiera lo que escribo. Escribo porque me siento perdida y, tal vez, piense que entre líneas pueda encontrarme. O, tal vez, deseo crear un laberinto de letras donde esconderme por un tiempo, como siempre, mi refugio, mi trinchera de palabras donde poder calmar mis acongojados latidos.

domingo, 1 de octubre de 2017

BIENVENIDA, TIZA...

Aquí me hallo... con un nuevo bichito al que cuidar que en menos de veinticuatro horas ya me ha robado el corazón. Mi hermanita me mandó un enlace con la historia de tres hermanitos que se habían quedado sin mamá y que necesitaban familia urgente. Y, aunque no me he atrevido nunca a introducir otro gatete en casa siendo mi Gea tan "especialita", esta vez, y a pesar de que había que ir a por él a Sevilla, me he liado la manta a la cabeza y ya está aquí.

Por ahora en espacios separados. Gracias a mi nueva terraza, más funcional gracias a las cortinas de cristal que me he regalado hace nada, y mi bendita puerta mosquitera, los tengo a cada uno en un lugar hasta que Gea se adapte a su olor, a su presencia y, en definitiva, a la nueva situación de que ella no va a ser la única que requiera mi atención. Anoche estuvo tranquila, hoy ha bufado un poquito más, pero espero que en los próximos días sea posible la integración de Tiza, que se quede con nosotras y que sepa disfrutar de su nueva compañía. Si no, ya sabe la tía adoptiva que tendrá que hacerse cargo de este amor de cachorrito que no para de ronronear cuando lo tienes cerquita de tu piel.

No hay mucho más que decir, por ahora, solo quería darle la bienvenida a la familia también en este cuaderno de recuerdos del que ya será parte. Mañana haremos la visita oportuna al veterinario y poquito a poquito, a ver si todo sale bien.


martes, 5 de septiembre de 2017

UN ADELANTO

Una vez más, que ya va oliendo a tradición, adelanto el regalo de cumpleaños a mi amiga Rocío. Y es que, ¿para qué esperar al catorce de septiembre, si se puede echar un rato a gusto de comida en tu terracita ahora que todavía hace buen tiempo? No vaya a ser que nos llueva...

Así que, yo llevo la piedra de asar, el objeto de regalo de este añito, Pepe lleva un vinito, muy rico, por cierto, y los anfitriones nos ponen por delante una carne exquisita que degustamos a buen ritmo, sin pausa, pero sin prisa.

Piscina para echar un rato con los niños y, de paso, refrescarnos, y conversación amena y a gusto, en el ambiente cálido que siempre proporciona estar entre amigos de siempre, de esos ante los cuales no hay que ir guardando la compostura.

Yo cada vez valoro más estos sencillos instantes. Una felicidad sin pretensiones, tan solo un rato en el que la mente no se ocupa de todo lo demás que nos machaca por las noches. Casi una felicidad que no se nota, pero, ¡cuánta importancia tiene! Por esta razón, aunque sean solo unas pocas líneas en este blog, escritas en la sala de profesores de mi nuevo destino, donde hoy estoy desocupada,un poco sin saber dónde meterme, debía dejar constancia de este domingo cualquiera, que fue un domingo especial. Porque vale la pena pararse un poco a recordar que momentos felices tenemos más de los que pensamos, porque vale la pena pararse a no dejarlos pasar sin darle su sitio. Probablemente, cuanto más nos empeñamos en colocarlos adecuadamente en las estanterías principales de nuestro corazón, menos hueco quedará en ellas para los que nos atormentan. Tal vez, estoy casi segura, en eso consiste ser feliz de verdad.

Feliz cumpleaños adelantado, Rocío. Y gracias por estar en mi vida un año más.


jueves, 17 de agosto de 2017

STARLITE: BEN HARPER

A veces debería morderme la lengua antes de hablar... Mejor no me preguntéis. Hay personas a las que conoces desde hace años, pero a las que nunca llega a conocer del todo. Lo que falta de información, lo completas con tu imaginación, y, a veces, la imaginación juega malas pasadas. Probablemente porque en otras ocasiones te han decepcionado, probablemente porque te han herido en más ocasiones de las que sería
oportuno... La cuestión es que ayer metí la pata hasta el fondo... Hasta el fondo. No obstante, tuve la suerte de poder enderezar el camino. No, sin duda, por mis propios méritos, se lo voy a tener que agradecer a Ben Harper. A quien reprochaba en ese momento, tenía entradas para ir al concierto, me quería dar una sorpresa... Así que, por no perderlas, aguantó el chaparrón, supongo. Aunque también porque, a pesar de todo, voy a tener que empezar a creer más en un cariño real, aunque extraño, a aprender que no todos sentimos con las mismas directrices. En fin... no voy a pedirle perdón, porque no soy la única que debe aprender del otro. Sencillamente, daré gracias por poder expresar mis angustias, que mil veces prefiero quedar como una tonta y no llevar razón, que hacerme mala sangre con retorcidos pensamientos. Gracias porque dejó que el incómodo momento pasara y sin embargo,  no rechazó un sincero abrazo y mil besos que derramé en sus labios porque, aunque no estemos siempre de acuerdo en cómo, siempre estamos de acuerdo en queremos.
Arreglamos el día, y la noche fue sushi y luego el concierto. Fue un acústico increíble. A veces creía que eran caricias y no música lo que ese hombre arrancaba de su garganta. Y, de vez en cuando, una mano sobre la rodilla para recordarme que seguía a mi lado. No fue un sueño.


domingo, 23 de julio de 2017

PROGRAMANDO

Casi en el ecuador de mis vacaciones. Ésas tan largas que, "hay que ver de qué se quejan", tienen los
profesores... Bueno, yo no entro ya a discutir con nadie que me hable en estos términos. Pero, para los pocos de los que sí me importan ciertos comentarios, por lo que de cercanos y queridos son para mí, quisiera hoy decirles que estoy muuuuuuuyyyy feliz. Las dos primeras semanas de estas vacaciones las he pasado teniendo pesadillas a diario. Depertando en mitad de la noche con el corazón encogido por soñar vívidamente con ciertos alumnos del curso clausurado, o, aún peor, con alguna de las sinrazones que he tenido que soportar hasta el mismísimo último día. No llegaba a calmarme más que cuando pasados largos minutos me daba cuenta de que era julio, que no tenía que levantarme para conducir hora y media hasta el centro, que ya todo había acabado y que estaba sana y salva, sobreviviviente en mi cómoda y placentera cama.

Después de los primeros días de shock que supuso para mí adaptarme a la ruina estival, os juro que lloré un día entero, empecé a sentir, una vez más, esa maldita sensación de ansiedad que me ha acompañado a diario este curso. Y, ¿por qué? ¡Coño! ¡¿No estás ya libre?! Pues sí y no, corazones: el año que viene volveré a estar en año de oposiciones. Supuestamente saldrán un montón de plazas y "esta convocatoria es la tuya, ya verás". Así que sí, ya empieza a fraguarse el anticipo de lo que será un año de infarto. Ya me preocupa tener un buen destino que me permita dedicarme a prepararme el examen. Y no es que ponga el parche antes de que salga el grano, es que ya lo he vivido varias veces y sé lo que viene. Por eso, previendo el agobio de la falta de tiempo y en vista de que las cincunstancias de este curso me impidieron cumplir con mi objetivo de preparar la programación que habré de entregar a lo largo del mismo, ha sido este mes de julio el elegido para ponerme a trabajar en eso y tener, al menos, adelantado este trabajo. 

Puse el ordenador en la mesa. Saqué mis papeles. Descargué las leyes... Y me costó aún dos días sentarme, por fin, a enfrentarme ante la página en blanco de un nuevo documento Word: Programación Didáctica Lomce 1º ESO 2017/2018.

Incluso con el aire acondicionado puesto, sentí mi transpiración y como por momentos mi ritmo cardiaco se elevaba hasta hacerme dificultosa la respiración. Una especie de vértigo y la adrenalina corriendo por mis venas. No pude. Guardé el documento vacío y apagué el ordenador que percibía como la amenaza de un nuevo derrumbe emocional. 

Tras caminar dando vueltas por mi pequeño salón como un tigre encerrado en una jaula durante un tiempo indefinible, opté por la química: me tomé una pastilla de diazepam y eché cortinas y  cerré persianas para que la oscuridad fuera mi protectora, porque el sol radiante parecía burlarse de mí, pobre imbécil que desperdicia un día de verano torturándose así.

Me quedé dormida y volví a soñar. Pero esta vez vino, tal vez, aquella hada a rescatarme, aquella en la que quería creer cuando me disponía a crear esos cuentos que me mantuvieron cuerda durante el exilio al paro del año de los recortes. Entonces, cuando me encargaban un cuento, tomaba notas y, más tarde, me acostaba para que la inspiración me visitara de su mano. Y, aldespertar, las palabras salían solas, dibujando la historia tras el parpadeo del cursor intermitente. 

También fue así esta vez. Me desperté tranquila pero animada, con deseos de enfrentarme, por fin, al trabajo. Las ideas estaban y querían ser paridas de una vez. Así que, una palabra detrás de otra, mi programación empezó a escribirse y, lo que es más importante: ha hecho que mis pesadillas sobre lo vivido en mi fatídico destino de este curso hayan cesado. Conforme avanzaba en la labor, recordaba todos los buenos momentos que he pasado en otros lugares con mis alumnos, las actividades que pensaba y realizaba con ellos, lo que disfrutaba de ver que ellos también lo hacían. Supongo que se puede llamar "esperanza". Esperanza de volver a ser esa profesora. De querer serlo. 

Nunca pensé que la programación en julio sería mi terapia para recuperarme de la depresión por la que he pasado en el ámbito profesional. No sé qué me deparará el próximo curso. De hecho, ayer debían salir los destinos provisionales pero, cómo no, se retrasan hasta la próxima semana, aumentando así la zozobra que cada verano soportamos los interinos; pero, al menos, sé que no voy a empezar el curso con desánimo, sino ilusionada otra vez. Los que me queréis me decís, "este año va a ser bueno, que ya te toca", y yo deseo en lo más profundo que tengáis razón. 

La Programación está terminada. Estoy orgullosa y feliz de haber cumplido con el objetivo, y dispuesta a dar el sigueinte paso. Aún hay mucho que preparar de cara a esas oposiciones de carácter incierto, como todas. 

Ya veis, mis vacaciones de profesora, qué lujo, ¿eh? Pero, por supuesto que no me quejo, vivo mi realidad lo mejor que puedo, que es lo que hacemos todos. Sencillamente yo no me meto con lo bueno o malo que tengan las profesiones de los demás. Si lo he pasado mal, lo cuento porque es mi forma de no acabar con una úlcera, pero me agarro a lo que sea para inventarme la forma de volver a estar bien y de querer empezar una vez más con ganas, que a veces es lo que me ha dado miedo de no volver a tener. Doy gracias por estos dos meses de descanso, porque, aunque no lo sean en realidad del todo, sí me permiten reflexionar, pensar en mi salud y hacer algo por ella: por mí. Benditas las clases de espalda y las sesiones de fisio y quiromasaje que me he regalado, benditos los libros que estoy devorando en mis ratos de playa y piscina, benditos los pequeños eventos que he disfrutado y bendita la programación que ha sido culminada con el mejor broche de oro:

He recibido un mensaje de un antiguo compañero del instituto en que trabajé en 2012, en Paterna del Campo. Me decía, entre otras cosas, que este año se han graduado los alumnos que tuve allí de 1º ESO. Y en el discurso de graduación tuvieron unas palabras de recuerdo hacia mí, hacia las actividades que hicimos juntos. He sentido un profundo agradecimento .No podía tener mejor soplo de aliento.

martes, 2 de mayo de 2017

44 AÑAZOS

Na, tan solo un apunte para dejar algunas fotillos por aquí y que quede, como siempre, constancia de otro "day in my life". Bueno, más bien varios, porque como ya va siendo costumbre, aprovecho el largo fin de semana que supone mi cumpleaños, para encontrarme con diversas amistades. Cuando una ya ha vivido los añitos que ya ha vivido, lo normal es que el circulo de amistades se diversifique, así que ya no es tan fácil reunir en el mismo saco a todo el personal. Y, por otra parte, cada vez me apetece menos la masa, y sí las pequeñas reuniones en las que puedo disfrutar de cada uno un poquito mejor. De hecho, este cumpleaños a lo boda gitana (por los días de celebración, que no por lo boato), seguramente se prolongará incluso una semana más, porque hay por ahí previstos algunos encuentros con más amistades que no he tenido la oportunidad de ver estos días. Lo de siempre... es la excusa. Y realmente así lo vivo: excusa para encontrarme con gente a la que quiero. Que los regalillos están bien, en serio, pero lo que más agradezco es la compañía. En fin, como ya decía, no me alargo. Solo dejar esos flashes que inmortalizan estos ratillos.

Ratito en Sanlúcar, ratito de merienda en una tarde de lluvia y ratito de sol en la Cubana. 


Ratito de ¡¡¡¡queso!!!! en la Mafia se sienta a la mesa.



Algunos regalitos (los que se pueden enseñar 😀)


sábado, 22 de abril de 2017

LLEVO TU HUELLA TATUADA...

Hoy es el día de la Tierra. Un día en el que más que celebrar, debemos reflexionar sobre el modo en que la vida humana repercute en un planeta que es nuestra casa y nuestro sostén, y que parece, en muchos casos, que no nos importa, cuando es lo que más debiera importarnos. Todos los años, de un modo u otro me gusta recordar La Carta de la Tierra. Hoy solo os dejo un enlace para el que quiera saber la historia de cómo se inició este proyecto y cómo se terminó redactando esta carta que recoge los principios que se debieran seguir para mantener un desarrollo sostenible que asegure no solo el bienestar del planeta hoy, sino en el futuro.

Y hoy, día de la Tierra, Gea para los griegos, yo me he despertado mirando a otra "diosa" a la que puse su nombre porque, sin saberlo entonces, estaba destinada a convertirse en el centro de gravedad de mi adoración. Porque no nos hemos separado en casi trece años y ya, me temo, estoy viviendo un tiempo regalado junto a ella, no quería esperar a la que será, sin duda, la más luctuosa despedida sin dejar en mi piel un rastro del recuerdo que siempre llevaré de ella en un lugar más adentro, más reservado, más nuestro... Así que, no había día más apropiado que hoy en el que su nombre es protagonista para tatuarme su huellita. Un gesto tonto para muchos, supongo, pero que tiene tanto significado para mí, que a pesar de la cara que el solo pensar en agujas me produce, tenía que hacer.

Porque no puedo olvidar que cuando llego a casa me recibe pancita arriba esperando una caricia, diciéndome que ya me extrañaba;que cuando se van las visitas, ella nunca deja que la soledad me invada; que cuando hay dolor, cuando no encontraba motivos para levantarme de la cama, ella ha estado siempre ahí. Aunque fuera porque podía dejarme a mí misma, pero nunca a ella, me levanté en aquellos días y me sigo levantando. Por todo eso y porque me alegro cada día que sigue conmigo, tenía unas inmensas ganas de ese tatuaje que luciré con orgullo hasta cuando mi piel ya no luzca tersa.

Queriéndola como la quiero y siendo tan fácil haber adquirido este sentimiento tan solo mirando su carita, me pregunto con asombro y estupor cómo puede haber salvajes que maltraten animales. A veces me cuesta hasta leer este tipo de noticias de las que no hay día que no me entere. Jamás lo podré entender...

Pero bueno, hoy no quiero darles ni un segundo de importancia a esta escoria. Hoy es un día donde yo celebro mi amor por todos los seres vivos de mi planeta, que es el vuestro, el amor por la naturaleza, por el regalo del mar y las montañas, del viento y la lluvia, el amor por esta pequeña panterita que llegó a mi vida para quedarse e impregnarla de ella.

Espero que os divierta mi cara de sufrimiento, je,je,je... 

domingo, 2 de abril de 2017

EMPEZANDO A HACER NUEVOS DEBERES...

Por si fueran pocas las cosas que una tiene que hacer, ¿no?

Bueno, la verdad es que, en este caso, es algo que me debo a mí misma desde hace mucho tiempo, y parece que ha llegado la hora de ponerse a ello.

Veo pasar mis días, mis mese, mis años, deseando hacer cosas que luego no hago, porque siempre me imaginé haciéndolas en compañía. No es nada fácil llegar a la conclusión de que si no las hago sola, es posible que nunca las haga y, aunque pueda haberme sonado triste durante mucho tiempo realizar según que tipo de actividades sin nadie al lado con quien compartirlas, más triste me está sonando ahora pasar la vida sin haber disfrutado de todo aquello que me apetece y puedo permitirme. 

Así que, tras intentar organizar una escapada con una persona con la que me hubira encantado vivirla, y darme cuenta de que hay poco o ningún interés, he decidido optar por no tomarme la cosa a mal y sencillamente, hacerlo de todas formas con el único y sencillo objetivo de darme el placer a mí misma y, de camino, sentir la satisfacción de superar esta barrera que, a priori, me echa para atrás.

Este fin de semana ha sido el inicio de lo que espero sean muchas aventurillas en solitario y he de decir que me ha sentado muy, pero que muy bien. 

Tal vez la clave sea empezar por cosas sencillas, que a penas me cuesten. Desde luego, después de mi primer pasito de ayer, ahora tengo muchas ganas de lo siguiente. Así que, mejor no pudo haber resultado.

Supongo que es como cuando fui a la playa sola por primera vez, o cuando decidí que para ir al cine no me hacía falta a nadie. Ya no recuerdo lo que me costó aquellas primeras veces, pero la verdad es que, aunque no digo que no a un rato de playa o a una sesión de cine en compañía, disfruto enormemente de mi rutina playera-buen libro estival, y, por supuesto, de tragarme un dramón en el cine sin tener que aguantarme las lagrimillas. ¿Por qué cualquier otra cosa iba a ser diferente?

Tenía muchas ganas de visitar una pequeña fábrica de cerveza artesanal de aquí de Málaga y he estado no sé cuanto tiempo proponiéndolo a uno y a otro, pero ya sea por falta de tiempo o porque no apeteciera, la cosa la he ido aplazando y aplazando... Hasta ayer. Y es que, después de haber estado más de un mes sin apenas poder moverme, ahora que me encuentro bien y que encima hace buen tiempo, me parece un crimen desperdiciar los días que me quedan antes de incorporarme a "infiertuto" , por eso, llamé el viernes a la fábrica e hice mi reserva. 

Me levanté, me arreglé (bien guapa que me puse), cogí mi coche y seguí las indicaciones del GPS hasta el garito en cuestión. Y a las doce en punto del medio día me reuní con el resto de la pequeña comitiva que íbamos a disfrutar de la cata de cuatro estupendas cervezas. 

La visita no fue gran cosa en cuanto a lo que había que ver. Un lugar pequeñito, con unos cuantos
tanques donde se dan los distintos procesos para la elaboración del caldo, y la explicación del procedimiento por parte del peculiar socio del proyecto que nos instruyó, mientras el otro no menos particular socio, nos alegraba el espíritu repartiendo muestras de las distintas cervezas que fabrican, en rondas que cada vez se tornaban más alegres, fruto, sin duda, del achispamiento que la ingesta de esos zumos de malta y lúpulo iba provocándonos.

Para la cuarta y última cata, ya habíamos pasado a la zona de bar donde concluía la visita. Y para entonces, la conversación ya era muy amena con una pareja que estaba de celebración de aniversario y con los dueños del "changüai". Lo pasé bien. Y, por supuesto, ya tengo otra tarea pendiente, que será ir a seguir degustando alguna de sus especcialidades en el barecillo que tienen en calle Carreterías: La Madriguera. Abren a las seis de la tarde, muy buena hora para que yo me pase algún viernes después de pasar por la consulta de mi psicóloga, que es la que más me ha animado a que me enfrente a esto que me parecía tan difícil.

Así pues, conocer la cerveza Malaqa, ha sido la primera de mis incursiones en lo que creo que voy a llamar "Mis aventuras en solitario"

Para hoy tenía ya otra propuesta para mí misma, pero bueno, mi hermanita ha venido conmigo y, mira, genial. Hemos ido al Palacio de Ferias y Congresos a visitar la feria de muestras de productos ecológicos Málaga Natura. De allí hemos salido pendientes de un sorteo para que un chef venga a cocinar a nuestra casa, con un par de tarros de mermelada artesanal (la mía de zanahoria, naranja y jengibre que estoy dispuesta a replicar en mis fogoncitos) y apuntadas a un taller de cocina vegana en Nerja para el domingo que viene. Y lo tengo claro: si mi hermana no pudiera ir, me voy yo sola. No pienso desaprovechar ninguna ocasión de hacer mis deberes e ir cumpliendo con este reto. Probablemente no aprenda nada que no pueda aprender yo sola por internet, como me he demostrado con mis últimos experimentos culinarios, pero a lo mejor, tomo nota para se yo la que imparta estos talleres alguna vez, ya sea con alumnos (si es que alguna vez vuelvo a tener alumnos receptivos), o para gente que quiera aprender y comer cosas ricas y sanotas. 

Pero antes del domingo ya hay algo pendiente en mi muro mental de tareas: el martes inauguro mi
temporada en el Lotero. Espero que no se fastidie el tiempo, porque es el día elegido para zamparme mi primer espeto después de un ratito de playa y lectura. No os pregunto si os apuntáis.

Feliz semana.

domingo, 26 de marzo de 2017

Y UN MES Y MEDIO DESPUÉS...

...Aquí estoy. Empezando a verle color a una recuperación lenta y dolorosa. De los muchos foros en los que me metí al principio, cuando dudaba de que fuera normal tanto sufrimiento, hubo uno en el que leí unas frases que resumen a la perfección todo este proceso: "Una semana horrible, una semana mala y un mes de molestias". Por fin estoy en el final del mes de molestia. Y probablemente va a ser molesto algo más, según me han dicho en mi última revisión, pero desde luego, comienzo a hacer una vida más o menos normal y, ¡Dios!, ¡cómo se agradece poder volver a hacer un poco de ejercicio! Esta semana ya me he dado mis primeras caminatas, si sobrecargar el ritmo, eso sí, pero las he hecho. Incluso hay días que parece que ya está todo bien, aunque si salgo a comer fuera me vaya con mi cojín en la mano, no sea que me toque una silla dura... Conducir lo llevo peor, trayectos cortos y almohadillados también... pero, bueno, hasta a la playita me he ido ya a aprovechar los días de calorcito y sentir el sol y el mar sanándome por fuera y por dentro.

En algo me he tenido que entretener todo este tiempo en casa y, como de tele me he saturado y para leer o escribir, no he estado muy concentrada, me ha dado por cocinar. Experimentar con la alimentación vegetariana, buscando las alternativas que más fibra me aportaran: todo por la causa. No voy a volverme vegana porque no voy a renunciar a mis espetos de sardinas, al queso o al jamón, pero, lo cierto es que, como con el tiempo, cada vez he ido comiendo menos carne casi sin pensarlo, profundizar un poco más en una alimentación saludable en la que no me falte de nada, me ha parecido un buen pasatiempo. Y así, he elaborado últimamente bizcochos sin azúcar, sin huevos, sin lácteos que han quedado de muerte; una tarta de batata, totalmente vagetariana también, que ha hecho las delicidas de todo el que la ha probado; unas albóndigas de calabaza con salsa de ciruelas y manzana que me he inventado sobre la marcha; cremas de verduras de todos los colores y los próximos inventos que ya tengo en la cabeza... Creo que estoy comiendo mejor que nunca en mi vida, je, je, je. Debería ponerme a pasar las recetillas a la sección que para estas cuestiones abrí hace mil años y que está bastante olvidada, todo hay que decirlo, pero es que realmente tengo que echarle ganas a sentarme delante de la pantalla. 

Me parece que mi parte intelectual está bastante vaga desde hace ya mucho. Solo tengo ganas de ejecutar, no de reflexionar. O al menos, no reflexionar por escrito, porque está claro que, siendo quien soy, lo de aparcar la cabeza no es una opción. Lo que pasa es que, a veces tengo la sensación de que, si no lo escribo, no se vuelven reales los pensamientos, sobre todo los que acaban siendo una paranoia y me complican la vida. 

Creo que haberme tenido que centrar en mi recuperación y que lo único importante fuera si me dolía o no, si iba al baño, cómo y cuándo, ha hecho que el resto de mis preocupaciones se hayan quedado a buen recaudo, bastante más atrás del segundo o tercer plano y ahora, estoy muy tranquila, disfrutando de las cosas más sencillas que uno pueda imaginar, que hace a penas una semana no podía hacer y hoy, de repente, ya puedo. Ser consciente de la evolución favorable da una tremenda felicidad. 

El médico me ha ampliado la baja en vista a mi lenta cicatrización, así que podré disfrutar algo más de este exilio de la rutina laboral, la cual, como ya sabéis, este año está siendo especialmente dura y que ha sido el detonante para acabar pasando por quirófano. Disfrutar de la tranquilidad, que aunque a veces se me tornen los días aburridos, he de reconcer que ha sido un bálsamo para mi mente. Y ahora que ya puedo hacer cositas, disfrutar de estos días de primavera loca, en casa con mi gata, que también ha tenido que pasar por el bisturí en estos días, pero que, como una campeona, sigue aquí conmigo; y en la calle, cuando se puede, paseando por la playa, que es ahora cuando más bonita está, sin tanta sombrilla plantada y pudiendo escuchar en silencio las melodías del rompeolas y el rebalaje. 

Estoy intentando en estos días  cargarme al máximo mis baterías porque tengo que volver y, aunque ya será solo cuestión de un par de meses lo que me quedará de curso, hay que echarlo y no quiero que lo que me queda por vivir allí me vuelva a afectar hasta hacerme perder mi paz interna. Me siento fuerte, la verdad, aunque un poco de miedo a que no sea más que una ilusión también tengo, para qué nos vamos a engañar...

En fin, aún queda algún tiempo para comprobarlo. Mejor será, como decía, dejar de escribir, porque al hacerlo, estoy materializando estos fantasmas. Mejor voy a pensar en ir preparándome la cena y en planear el día de mañana, que si hace bueno, me volveré a dar mi paseo revitalizante y mi bañito de sol.

domingo, 12 de febrero de 2017

DEJAR DE "SUFRIR EN SILENCIO"

Para ser sinceros, lo de sufrir en silencio nunca ha sido mi estilo. Creo que nací quejándome, como Dios manda, y posiblemente seré una vieja cascarrabias cuando me llegue el momento, pero seguro que de lo único que no sufriré jamás será de una úlcera en el estómago. Quejarse hace que se relajen las glándulas gástricas, así que, al menos, mi mucosa estomacal está en buen estado 😊.

Así pues, la mayoría de los que me conocéis sois conocedores de mis problemas de insomnio, de mis migrañas menstruales, de mi asma extrínseca y, como no, de mis más famosos problemas de estreñimiento que tanta causa de mofas ha sido en más de un viajito... Y es que, podéis decir de mí lo que queráis, pero más de una vez nos hemos reído recordando mis infructuosos intentos de hacer de vientre cuando hemos estado por ahí... Dolores y molestias que han quedado en la memoria como anécdotas de aventuras. Y es que, a pesar de pasarlo fatal con todo esto y quejarme, vuelvo a repetir, como Dios manda, también soy la primera en reírme de lo ridícula que a veces puedo llegar a ser... 

Y, desde luego, si hay un problema que me acompaña desde mis más tiernos quince años, es sin duda el de mis venas trombosodadas en la parte final del recto,  que asociado, evidentemente, al anterior problema señalado, convierte al acto de defecar, en un auténtico suplicio, no menor, faltaría más, que el de sentarse después en culquier lado.

La necesidad, pues, de no sufrir en demasía, ha hecho que, con los años, mi alimentación se haya convertido prácticamente vegetariana, huyendo de los productos refinados y adquiriendo, cada vez con más fruicción, el buen hábito de comer sano, así como el no menos sano hábito de caminar cuanto menos una hora casi todos los días y hacer, las no poco despreciables, cien abdominales diarias que ayuden a mi tránsito intestinal; que siempre he tenido claro que el ejercicio físico es más una cuestión de salud, que no de estética.

Gracias a todo esto, mis  tormentosas compañeras han estado a raya la mayor parte del tiempo. Nos costó, al principio llegar a un acuerdo, pero tras las primeras lacerantes crisis, comencé a conocerlas y antes de que se enfadaran, ya ponía yo remedio en forma de pastillita de daflón, o versiones varias de cremas antihemorroidales... Al final, años en los que estar estaban, pero sin estorbar demasiado: siempre a raya. 

Curioso es que otra "línea" haya sido el motivo del que se salgan de madre. Pero aquí estoy: probablemente mañana a estas horas ya esté libre para siempre de mis torturadoras. Escribo para calmar un poco los nervios ante la cirugía de mañana, y, cómo no, para compartir con vosotros por última vez este padecimiento. Aún me quedan por delante días de dolor, pues todos me han aleccionado sobre lo jodida que será la recuperación. Las palabras excatas de mi cirujano han sido: "prepárate a sufrir". No obstante, también me ha dicho que una vez pase todo, me alegraré enormemente de haberles dicho adiós de una vez por todas y me preguntaré por qué no me he operado antes. Me aferraré a este pensamiento en los días que vienen y a ver si hay suerte y no es para tanto... Me aferraré a eso, y al beneficio añadido que el descanso de adolescentes linenses va a suponer para mi psiquis. Que no hay mal que por bien no venga.

¡Ea! , pues lo dicho: Mañana me operan y aunque nunca las he "sufrido en silencio" precisamente, dejaré de sufrirlas en cualquier caso. Estaré en casa de mi madre los primeros días tras la intervención para que me cuide un poquito y sobre todo, cómo no, para poder tener a alguien a quien calentar la cabeza con mis quejas 😉. Cuando esté totalmente recuperada me voy de cañas con el primero que se ofrezca para celebrarlo. 

Gracias a todos los que ya me habéis mandado ánimos para mañana. Ya os pondré al día del postoperatorio en cuanto tenga ánimo de coger el ordenador. Besitos.

sábado, 4 de febrero de 2017

CAPÍTULO 10

Pues ya hacía tiempo que no sabía nada de Luan, pero es que la pobre mujer ha estado sumida en un mar de sentimientos confusos. No las tiene todas consigo. A mí me parece que sabe muy bien que está empeñada en seguir navegando por un mar que nunca la llevará a buen puerto. Pero la entiendo: el hemisferio derecho de su cerebro manda en sus acciones y por más que la razón le diga lo contrario, es emocional hasta lo imposible. 

En fin. Luan, suerte. Tal vez naufragues, pero disfruta mientras puedas del mar en calma. Y, no te preocupes demasiado. Si se vuelve a hundir tu barco en una nueva tormenta, simplemente déjate llevar flotanddo hasta la isla más cercana. Que ya sabes que si te dejas llevar, el refugio puede convertirse en un lugar divertido que explorar.

CAP 10: ESE VASO NO SE LLENA SI NO VUELVES A QUERER

sábado, 7 de enero de 2017

ESA DELGADA LÍNEA ENTRE TENER PEREZA Y QUE LA PEREZA TE TENGA A TI...

Me estoy volviendo vaga... Por primera vez desde que inicié esta aventura blogera, he faltado a mi cita mínima mensual. Nada he publicado en diciembre, y mira que no son pocas las cosas que han pasado: ¡Unas Navidades y todo!

Pero, como ya mencionaba hace unos años al abrir esta mirilla a mí misma, no tenía, ni tengo, guión, ni intención al escribir en este lugar. No me ha apetecido escribir sobre según qué cosas, y sobre otras, sencillamente, no se puede escribir...

En cualquier caso, hoy es día siete de enero. Toca recoger los adornos navideños en casa (hecho), volver a la comida sana (en proceso), preparar la maleta para el "cole" (hecho...con cierta aprensión) y mentalizarse de que en menos de cuarenta y ocho horas estaré ya sumergida en la rutina de madrugones, coche, clases y todo lo demás...

Al menos, este descanso navideño me ha servido para retomar fuerzas y asumir las carácterísticas de lo que toca este curso. Creo que estoy lo suficientemente relajada como para empezar este trimestre con la ferviente creencia de que todo va a ir mejor porque yo estoy preparada para eso, así que, ¡oye!, aunque parezca mentira, hoy tengo ganas de que llegue el lunes. (No me preguntéis el lunes por la tarde, que igual ya habré cambiado de opinión...)

En cualquier caso, como este año no he felicitado la Navidad ni el Año Nuevo a nadie, a no ser que haya sido respondiendo a una felicitación previa (cosas de la pereza que me ha invadido, nada de lo que preocuparse, ¿eh?), aprovecho este mini-post para desear a todos los que habitualmente me leéis un Super-2017. Que cada uno de vosotros logréis los consabidos propósitos que os hayáis hecho al terminaros el roscón de Reyes y que no os falte de nada.

Yo, en esta ocasión, solo me he hecho un propósito: dejarme llevar sin tanta oposición a lo que no está en mi mano que sea de otra manera e intentar tomar lo que venga de la mejor forma... Tal vez me vuelva  a tomar las uvas sin haber conseguido tal cosa, porque, los que me conocéis sabéis que, para mí, no va a ser moco de pavo, pero bueno, trataré de forma relajada, tomarme la vida más relajadamente... y, ¡mira!, si fallo en el empeño, tampoco me flagelaré, que ya lo he hecho demasiado, durante demasiado tiempo y no sirve de nada. Bien visto, esto es parte del propósito, ¿no?

Últimamente, escucho de vez en cuando una cancioncilla que me da muy buen rollo y me hace tener en cuenta mi "resolution" (lo del inglés ya se consiguió, como podéis observar, jeje...). La dejo por aquí, que igual a alguno de vosotros también os transmite la misma buena onda 😉