jueves, 17 de agosto de 2017

STARLITE: BEN HARPER

A veces debería morderme la lengua antes de hablar... Mejor no me preguntéis. Hay personas a las que conoces desde hace años, pero a las que nunca llega a conocer del todo. Lo que falta de información, lo completas con tu imaginación, y, a veces, la imaginación juega malas pasadas. Probablemente porque en otras ocasiones te han decepcionado, probablemente porque te han herido en más ocasiones de las que sería
oportuno... La cuestión es que ayer metí la pata hasta el fondo... Hasta el fondo. No obstante, tuve la suerte de poder enderezar el camino. No, sin duda, por mis propios méritos, se lo voy a tener que agradecer a Ben Harper. A quien reprochaba en ese momento, tenía entradas para ir al concierto, me quería dar una sorpresa... Así que, por no perderlas, aguantó el chaparrón, supongo. Aunque también porque, a pesar de todo, voy a tener que empezar a creer más en un cariño real, aunque extraño, a aprender que no todos sentimos con las mismas directrices. En fin... no voy a pedirle perdón, porque no soy la única que debe aprender del otro. Sencillamente, daré gracias por poder expresar mis angustias, que mil veces prefiero quedar como una tonta y no llevar razón, que hacerme mala sangre con retorcidos pensamientos. Gracias porque dejó que el incómodo momento pasara y sin embargo,  no rechazó un sincero abrazo y mil besos que derramé en sus labios porque, aunque no estemos siempre de acuerdo en cómo, siempre estamos de acuerdo en queremos.
Arreglamos el día, y la noche fue sushi y luego el concierto. Fue un acústico increíble. A veces creía que eran caricias y no música lo que ese hombre arrancaba de su garganta. Y, de vez en cuando, una mano sobre la rodilla para recordarme que seguía a mi lado. No fue un sueño.