jueves, 15 de septiembre de 2011

DANCING IN SEPTEMBER

Septiembre siempre acude para decir adios a los turistas, suavemente permite ver de nuevo nuestra playa libre de aglomeraciones de masas corporales tostándose bajo el Sol. La luz parece que pinta con más nitidez el horizonte, el mar se torna más transparente, el silencio permite, por fin, recuperar el sonido del vaivén de sus olas que acompañan gustosamente mi lectura calmada.Septiembre es renovación, es empezar de nuevo con toda la incertidumbre que esto supone, pero también con toda la ilusión recien estrenada para emprender un buen número de proyectos que esta vez, nos juramos, llevaremos a cabo.

Septiembre también es reencuentro. A pesar de que la rutina laboral llegará nuevamente a desesperarnos más adelante, no hay quien no disfrute de retomar viejas costumbre como el desayuno con los compañeros. Ahora nuestra piel aún conserva el color de los días estivales y contaremos con cierta añoranza todo cuanto hicimos durante el verano. Sonreiremos y suspiraremos: "¡Ya se ha acabado!". Pero todos sabemos que la llegada de Septiembre poniendo fin a la estación vacacional es lo que precisamente da valor al ocio recien abandonado. 


Septiembre es el mes en el que las sábanas vuelven a cubrirnos con gusto cuando llega la noche. ¡Y quién no disfruta de ese momento! Una sábana blanca, limpia y suave ha venido también en estas noches frescas de Septiembre a cubrir mi corazón en forma de palabras, unas palabras que hacía tiempo que ya había renunciado a escuchar. 

Septiembre ha llegado desbrozando un camino que quería volver a recorrer. Y, de repente, libre de malas hierbas, se convierte otra vez en un buen camino. Quizás incluso podría decir que un camino más seguro.

Si el verano siempre anuncia amistades nuevas, se me antoja que Septiembre es el mes de volver a las amistades maduras. Aquellas que ahora hay que volver a mimar, que volver a querer. 

Bienvenido, Septiembre.